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Auserón se reinventa por Gershwin y Kurt Weill

El músico se lanza a fundir canciones de Juan Perro con la Orquesta Sinfónica de Murcia

Jesús Ruiz Mantilla
Santiago Auserón posa en el teatro Conde Duque, en Madrid.
Santiago Auserón posa en el teatro Conde Duque, en Madrid.Eduardo Parra (Getty Images)

Sus amigos de La Habana se refieren a la música culta como “la mal llamada”. Una denominación que suena a desprecio guasón pero inmediatamente se torna toque de atención. Para ello debemos suponer que el término al que alude Santiago Auserón es válido. Aunque muchos lo dudan. Como ya va quedando caduco el de música clásica. Dejémoslo en orquestal y así nos entendemos. De esa manera, resulta mucho más fácil fundirlo con el cancionero popular. Y así ha hecho en Vagamundo, una selección del repertorio de Juan Perro que ha dejado en manos de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia para su último disco.

No se trata de dulcificar o limar aristas para presentar las canciones con lazo de fanfarrias y violines. “Lo hemos tomado como un trabajo creativo”, afirma Auserón. ¿Quiénes? Él mismo, la orquesta y Ricardo Casero, su director, junto a Amparo Edo Biol, arreglista. Así que han dado la vuelta a los temas para reinventarlos en esa frontera que te promete el cielo de una orquesta cuando se hacen las cosas bien.

Con el discurso de Auserón y una hoja de ruta donde se juntan Gershwin, Kurt Weill y Leonard Bernstein por un lado con Henry Mancini, Nino Rota o Ennio Morricone por otro, la propuesta cobra un sentido que navega con brújula firme por la exquisitez. “Hemos querido conseguir un efecto de música de cine sin que sea necesario ver la película”, afirma Auserón.

Pero no queda ahí la cosa. Menos con un artista en el que puedes empezar hablando de zarzuela y acabar comentando minutos después a Platón. La primera como referente directo de la música que busca ese mismo mestizaje entre lo culto y lo popular. El filósofo griego para justificar que, a su gusto, “siempre es necesario acudir a buscar referentes que expliquen las cosas lo más lejos posible y sin manipular realidades”. Así lo probó el propio Auserón en su tesis doctoral: Música en los fundamentos del logos, que le convirtió en doctor en Filosofía por la Universidad Complutense hace tres años.

Tampoco es partidario de adulterar esencias en el caso de las canciones. Han sido el punto de partida de este trabajo grabado y de la gira sinfónica que Auserón ha realizado previamente con varias orquestas: las creaciones de Juan Perro y Radio Futura. “En eso, el trabajo de Amparo Edo ha sido crucial. Determinante en su creatividad y su compromiso”, afirma el músico. Pero justificado siempre en una raíz con muchas posibilidades de convertirse en árbol frondoso. O como muy bien aclara Alberto Garre, gerente de la orquesta, en murciano categórico: “Es que las canciones de las que bebe el trabajo son muy buenas. Sino, como decimos allí, donde no hay mata, no hay patata”.

Han sido 12 los temas elegidos: Río negro, Pies de barro, La misteriosa, El forastero, No más lágrimas, El mirlo del pruno, El carro, Obstinado en mi error, Luz de mis huesos, El desterrado y La mala fama. Por todas ellas corre alma de blues, piel desgarrada de tango, salero de pasodoble, humo de cabaret y aroma de tabaco y son caribeño… Las familias desperdigadas y rescatadas por Auserón en esa fiesta de mestizaje global a las que nos tiene acostumbrados desde los inicios de Radio Futura.

Con casi 65 años va entendiendo la importancia que aquel grupo tuvo en su día, elevándose décadas después entre todo aquel guirigay hacia su destino infinitamente más perdurable: “Como a este proyecto, que no partió de mí -no me hubiese atrevido yo solo a tanto-, fui empujado en su día a integrarme a Radio Futura por otros. Con el tiempo me he dado cuenta de que aquella sencillez primitiva, aquellas canciones pequeñas, singulares y limitadas en lo que sabíamos hacer, se potenciaba por un inconsciente colectivo”.

Marcaron época, fijaron senda para multitud de tendencias posteriores. Y entroncan con un presente en el que Auserón ya ha crecido como músico. Ahora sabe reivindicarlas como parte de un legado más que influyente: “Puede que ayudadas por mi carácter, que es clásico a la hora de entregar todo bien hecho y romántico a la vez, sin renunciar a los arrebatos. En ese equilibrio entre limpieza y pasión, con estudio, práctica y antenas puestas, baso mi trabajo actualmente”.

Sin perder el gusto por la colaboración en grupo. De hecho, por eso se resiste a ser incluido dentro del género de canción de autor: “Me identifico con ellos en el amor por la poesía. Pero me separa de esa categoría una estética que no considero intimista ni individualista. Me veo grupero. Busco la fusión con otros elementos, como ahora una orquesta sinfónica. Necesito mi tribu sonora para contagiar”.

Dignos del instrumento orquestal

En el experimento de Santiago Auserón con la música sinfónica ha tenido una idea clara: no desmerecer. Se obsesionó por lograr un cruce de dignidades mutuas. “Tenía miedo de caer en un pop orquestado. Necesitábamos otorgarle valor creativo, si no, no tenía sentido”. En ese aprendizaje fronterizo que tanto le obsesiona, quería compartir su música en distintos terrenos y direcciones. “Primero haciéndola atractiva de esta forma para quienes me siguen durante años e invitándoles a adentrarse en otra dimensión. Pero también esforzándome para convencer a los que están en el terreno orquestal de que es suficientemente digna para meterme en su terreno”.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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