El depredador frustrado
Un trabajo menor aunque didáctico, modesto en sus imágenes y en sus logros, cerca de un añejo (y, aun así, interesante) documental de La2 de hace 15 años

Cuatro años después de Wildmed, el bosque mediterráneo, meritorio documental de naturaleza filmado en Sierra Morena, Arturo Menor ha diversificado sus localizaciones (Picos de Europa, Fuentes Carrionas, Sierra Norte de Sevilla…) para filmar de nuevo a los depredadores con semejante táctica de acoso y derribo: los animales, con sus colmillos; él mismo, con su cámara. Sin embargo, Barbacana, la huella del lobo es un trabajo menor respecto de aquel: igual de didáctico, pero más modesto en sus imágenes y en sus logros, cerca de un añejo (y, aun así, interesante) documental de La2 de hace 15 años.
BARBACANA, LA HUELLA DEL LOBO
Dirección: Arturo Menor.
Género: documental de naturaleza. España, 2018.
Duración: 73 minutos.
En demasiados momentos de su mitad inicial, la película de Menor parece la historia de una frustración. Ir a filmar al lobo, y no lograrlo. Y, como a veces hacen ciertos autores de literatura de autoficción, rodear el relativo fracaso (nunca lo es en estos casos de trabajos, siempre pertinentes y encomiables) con la explicación de sus reveses, lo que convierte a una parte del metraje en un documental sobre cómo filmar un documental. Algo que lleva a que la platea pueda analizar con la lupa del descreimiento algunas de sus persecuciones, narradas a modo de película de suspense, con la música subiendo y subiendo, pero en las que el rastreador y su prensa nunca salen en el mismo plano.
Eso sí, con interesantes entrevistas a profesionales del sector, Barbacana es directo en sus textos, sin la innecesaria retórica de fácil lirismo de otros productos del estilo, y loable en sus explicaciones de por qué el lobo es tan criminal como necesario. Y además tiene el buen gusto de introducir una bonita versión de la canción popular de los Cinco lobitos, interpretada por Rozalén.
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