La realidad virtual llega por primera vez a las salas comerciales españolas
El madrileño Círculo de Bellas Artes inaugura un espacio para cine inmersivo
El arranque será con el terror. Desde hoy, por primera vez en España, hay una sala comercial dedicada a la realidad virtual, al cine inmersivo, que ya ha obtenido eco en festivales como el de Sitges -que dedica una carpa a estas películas- o el de Venecia -que cuenta con una sección especializada en este formato-, y que le ha llevado a Alejandro González Iñárritu a ganar el Oscar honorífico con su instalación Carne y arena. "Lo fascinante es que vivimos los primeros pasos de un nuevo lenguaje, en el que se empieza a reflexionar sobre hacia adonde se dirige la mirada", asegura Rafael Celda, productor ejecutivo de Zinema XR, empresa responsable del evento. "Y eso se hace con luz, sonidos... Estás en una esfera [el espectador ve la película en 360º, porque mire donde mire, hay imágenes] y tú diriges. Ahora tenemos que hacer buenas producciones, para que el público conozca la VR [las siglas en inglés de la realidad virtual], y poco a poco creceremos en audiencia", cuenta.
En el vestíbulo del madrileño Círculo de Bellas Artes se han instalado diez butacas, cada una con sus gafas y sus cascos de realidad virtual para que los espectadores disfruten, en sesiones de media hora -el horario es de 17.00 a 21.00 y cuesta cinco euros- de tres cortometrajes: The Spacewalker, de Alexander Gorokhov, en el que el espectador acompaña al cosmonauta soviético Alekséi Leónov, el primer hombre en realizar un paseo espacial en marzo de 1965; Night Night, el último trabajo de Guy Shelmerdine, sobre payasos siniestros en sueños infantiles; y Catatonic, otro corto de terror de Shelmerdine, de 2015, que ya se pudo ver en Sitges.
Celda y Eduardo Suárez, manager de VR, aseguran que habrá cambios de programación. "En diciembre incluiremos animación infantil. En verano ya hicimos pruebas con piezas de dibujos y un documental", recuerda Celda, e insiste en este género, el documental, para subrayar las posibilidades de la VR. "Porque sus posibilidades son infinitas, y eso se puede ver en los productos transmedia", que se abre incluso a informaciones periodísticas, como han demostrado EL PAÍS y The New York Times.
El productor ejecutivo subraya que este espacio del Círculo de Bellas Artes no es un ningún negocio boyante, "sino una presentación a la sociedad, que vaya poco a poco disfrutando del cine inmersivo". Él ya lleva años en este formato: fue uno de los responsables de Ceremony (2017), el corto en VR que dirigió Nacho Vigalondo. "En cuanto los precios de las gafas lleguen a precios razonables se harán populares, y sus compradores podrán conectarlas a su PC y verlo en casa", augura. Los gamers ya están acostumbrados a estas nuevas maneras audiovisuales. "Y piensa en Carne y arena, de Iñárritu, instalación en la que además te mueves por un escenario, pisas el paisaje. Yo quiero intentar algo parecido, que alguna directora española encare un reto similar". Y no solo cinematográfico: la VR se utiliza para simular todo tipo de acciones arriesgadas, sirve como soporte de material educativo... Celda va más allá: "Volviendo a la pieza de Iñárritu, que se centraba en la inmigración a través de la frontera sur de Estados Unidos, ¿cómo cambiaría la mente de algunos si les embarcáramos en una patera y cruzaran mediante realidad virtual el Estrecho rodeados de otros migrantes?".
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