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‘El vértigo horizontal’: EL PAÍS adelanta el nuevo libro de Juan Villoro

Lee en exclusiva un capítulo de la última obra del escritor, una recopilación de crónicas sobre la capital mexicana

Portada de 'El vértigo horizontal', de Juan Villoro, editado por Almadía
Portada de 'El vértigo horizontal', de Juan Villoro, editado por Almadía

Coincidiendo con el lanzamiento del nuevo libro de Juan Villoro, EL PAÍS presenta en exclusiva un capítulo completo de 'El vértigo horizontal', editado por Almadía. Un libro de crónicas "escrito desde la devoción del urbanita recalcitrante y maravillado que se despliega como un rompecabezas infinito".

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A los diez o doce años expandí mi conocimiento de las calles. La invitación al viaje llegó en la forma de un camión repartidor de leche. La colonia Del Valle amanecía con botellas blancas al pie de las puertas. El repartidor las dejaba ahí, según los pedidos de cada familia. Las entregas se dividían en grupos, como camadas de cachorros. Las de tapa metálica morada contenían leche entera; las de tapa roja, leche desnatada.

En aquel tiempo con pocas disyuntivas comerciales no existían las variedades sin lactosa, ni las slim o low-fat. Las botellas eran de vidrio y debían regresarse. Entraban a la casa en calidad de préstamo, lo cual reforzaba los pactos de confianza en esa época en que los ladrones aparecían poco, o al menos no se interesaban en la leche.

Los repartidores pasaban dos veces por la misma casa. Dejaban las botellas llenas antes del desayuno, sin llamar a la puerta; luego iniciaban una ronda demorada para recoger cascos vacíos.

No sé si este sistema fuera práctico, pero a él se debía la auténtica reputación de los lecheros. Era fácil ponerse de parte de ellos en una comunidad lactante que entonces tenía menos alergias que ahora. Llevar de puerta en puerta una canastilla con botellas tintineantes resultaba popular; sin embargo, el prestigio decisivo de aquella profesión era erótico.

Sigue leyendo el resto del capítulo del libro de Juan Villoro.

 

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