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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Activismo cinematográfico

Un día de furia a destiempo y sin demasiada trascendencia, en el que resulta difícil dilucidar si el protagonista es un rebelde o un idiota

Javier Ocaña
Imagen de 'Non'.
Imagen de 'Non'.

NON

Dirección: Eñaut Castagnet, Ximun Fuchs.

Intérpretes: Ximun Fuchs, Hélêne Hervé, Fafiole Palassio, Manex Fuchs.

Género: drama. Francia, 2017.

Duración: 95 minutos.

Eñaut Castagnet y Ximun Fuchs, directores franceses, están convencidos de que ha llegado la hora de decir no. Y, al menos desde la ficción cinematográfica, pasar a la acción, incluso con violencia. Non, su primer largometraje conjunto, centrado en la lucha sindical convertida en revolución violenta ante, siempre en la película, los desmanes del poder empresarial, gubernamental y policial, es un golpe de rabia, pero con poco cine dentro. Un día de furia a destiempo y sin demasiada trascendencia, en el que resulta difícil dilucidar si el protagonista es un rebelde o un idiota.

En un inclasificable tono que va desde las imágenes documentales del inicio hasta el thriller social, pasando por el drama familiar y personal y la comedia negra de violenta representación, Non, con una parte de coproducción española, llega a describir a su personaje principal como “un héroe de los tiempos modernos que ha golpeado al sistema”. Sin embargo, en el relato en sí, nunca acaban de verse las injusticias, que seguro que las hay, y sí un vehemente maniqueísmo que alcanza incluso al vestuario: si quieres subrayar la maldad intrínseca de un burgués, con el que no se ha llegado ni a apuntar una descripción, solo tienes que colocar a un actor con cara de memo y vestirlo con una pajarita para que creas que el espectador va a estar en su contra. Detrás puede haber un discurso justo, pero si se enfrenta a un fantoche resulta simplemente elemental.

Sin carga alegórica, el radical activismo cinematográfico de Castagnet y Fuchs, procedentes del documental y del teatro, respectivamente, es seguramente necesario. Pero más allá del precio de la revolución, el personal, el afectivo, quizá lo mejor de una película rabiosa y discreta, nunca acaba de ser eficaz, ni en lo social ni en lo artístico.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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