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Pepe y Samuel Viyuela: choque de genes sin heridos

Ambos actores, padre e hijo, se encuentran en un 'tirso' y desde anoche en un 'sófocles' en el Festival de Mérida

Samuel y Pepe Viyuela en Festival de Teatro Clásico de Almagro.Vídeo: MARIANO CIEZA / EUROPA PRESS

Quizá sea una de las poquísimas familias españolas en la que los padres y los hijos son todos actores, sin provenir de una estirpe legendaria, como sería el caso de los Gutiérrez Caba o los Gas Peña.

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Los Viyuela González. El padre, Pepe, es actor, poeta, humorista, activista, payaso y muy popular. La madre, Elena, es una actriz muy reconocida en el mundo del teatro. El hijo, Samuel, cada vez destaca más en su cuidada trayectoria de actor, aunque le gusta pasear por todos los oficios del mundo escénico, a la manera del teatro independiente. La hija Camila, es actriz, violinista, bucea por el mundo del clown y ya ha transitado por varios escenarios y series españolas.

Tienen pendiente coincidir un día los cuatro en un proyecto. De momento padre e hijo han sido convocados este año en dos propuestas muy distintas. El burlador de Sevilla, de Tirso, bajo la dirección de Josep Maria Mestres, con la Compañía Nacional de Teatro Clásico, donde se les ha podido ver hasta hace escasos días en el Festival de Teatro Clásico de Almagro. Y Filoctetes, la última tragedia de Sófocles, muy desconocida sobre los escenarios, hasta que anoche se estrenara puesta en pie por Antonio Simón (también responsable de la versión junto a Jordi Casanovas) en el Festival de Teatro de Mérida y su asombroso teatro construido hace XXI siglos. Lo hicieron compartiendo reparto con otros dos grandes, el cabeza de cartel, Pedro Casablanc, y Félix Gómez.

Precisamente en este teatro inició su andadura en el oficio teatral Samuel. Un verano hace años suspendió “muchas” y su padre se lo llevó a Mérida en verano a estudiar… y trabajar. Le puso a echar una mano al iluminador subiendo y bajando focos del gallinero. Una época en que Samuel andaba “matando al padre”, a punta de discusión y luciendo una fastuosa y colorida cresta punki, que llegó a sacrificar para hacer una figuración. Por otra parte, su padre no se dejaba asesinar fácilmente. Estaban muy enfadados y hay una foto que lo atestigua. Samuel con su supercresta amarilla y Pepe con un escobón rojo en la cabeza, imitando el peinado de Samuel.

La llegada de Pepe al oficio fue más tradicional. Estudió Filosofía, pasó por la Resad (Real Escuela de Arte Dramático) y se dijo que no quería ser administrativo el resto de su vida. “Y aquí estoy y llevo treinta años”, dice este hombre sin ancestros en este oficio. Samuel sí, claro. “Para mí era evidente la posibilidad de dedicarme a esto, pero esta es la hora que no sé si he tomado la decisión de ser actor. Mis padres nos llevaban por los teatros y eso ha ido haciendo callo”. Eso y la sólida formación que está recibiendo este joven ya reclamado por primeros espadas de la dirección.

“Yo deseaba íntimamente que fuera actor, porque es un oficio con el que se disfruta mucho. Pero había que esperar a que se enamorara de esto, de otra forma no sirve”, apunta el popular cómico.

Parece ser que no ha supuesto una losa lo del padre con popularidad: “Una vez en el colegio, en medio de una pelea, un chico me dijo, ‘a mí me da lo mismo quien sea tu padre’; yo no entendía nada, a qué venía ese comentario y qué pintaba mi padre ahí”, y añade el joven, “Pepe es payaso, actor, poeta, hace muchas cosas y todas muy bien, pero él es él. Mi madre, que es una actriz como la copa de un pino, tampoco ha supuesto una losa y lo bueno que han tenido ambos, e incluso mi hermana que es más pequeña, es que son un refuerzo para aprender”.

Viyuela padre no tenía claro si podría callarse trabajando con Samuel en estos dos clásicos en los que coinciden: “He logrado no decirle nada y aunque resulte extraño he intentado no ejercer de padre”, señala el actor que tiene claro que el chico no es su colegui, “hay una barrera invisible, los dos sabemos que está, no puedes dejar de ser padre, pero no puedes ejercer de tal… hay que dejar que sean los hijos los que se den cuenta de que cometen un error y sobre todo nunca decir esa horrorosa frase de ‘ya te lo dije”.

Se nota que se admiran y respetan, pero es inevitable buscar la confrontación para ver por donde saltan: “A mí me parece que Samuel es muy gruñón y se cabrea cuando se lo digo”. “Díjole la sartén al cazo”, contesta Samuel a la velocidad del rayo. “Es verdad, soy muy gruñón y tengo muy mal genio”, confiesa Pepe. Aceptan que lo suyo es simplemente un choque de genes. “Lo cierto es que nadie te calienta la cabeza como los padres”, sostiene Samuel.

“Siempre está bien recordar lo complicado que es trabajar en este oficio, sobre todo si eres mujer. Lo veo en mi madre, en mi hermana... El otro día había un casting en el que se buscaba una actriz, pero que fuera influencer, que tuviera 80.000 followers, que no tuviera representante…. se me cayó el alma a los pies, me quedé muy impactado, las redes sociales nos llevan a eso. Mi idea es empezar a salir de las redes para no participar en este juego”.

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