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‘Hablar por hablar’ se hace teatro

Fernando Sánchez-Cabezudo dirige ‘Historias de madrugada’, un montaje sobre casos reales contados por los oyentes del programa de la SER

De izquierda a derecha, Carolina Yuste, Ángeles Martín, Pepa Zaragoza, Antonio Gil y Samuel Viyuela, en un ensayo de 'Historias de madrugada'.Vídeo: Luis Castilla | YouTube
Rocío García

En silla de ruedas, la tía Enriqueta consiguió el sueño ardiente de viajar a París y subir a lo alto de la torre Eiffel. Marcos, el niño de ocho años apasionado de los trenes y con una discapacidad psíquica, fue encontrado tras una noche de angustia perdido por las calles de Madrid. Y Suso, un pescador de Vigo en paro, pudo por fin poner en palabras su pena y desesperación con una llamada de teléfono. “Me llamo Alfonso, vivo en la calle, tengo miedo y estoy al límite. Si alguien puede hacer algo…”. Lo que se vive al otro lado del teléfono bien lo sabe el equipo del programa radiofónico nocturno de la cadena SER, Hablar por hablar, que desde hace 27 años comparte tesoros y soledades, roba el sueño a muchos y va llenando de vida los huecos de muchos otros. Hablar por hablar salta al teatro en un montaje, Historias de madrugada, dirigido por Fernando Sánchez-Cabezudo, e inspirado en casos reales contados por los oyentes del programa que presenta ahora Macarena Berlín de dos a cuatro y media de la madrugada de lunes a viernes.

Cinco dramaturgos (Juan Cavestany, Yolanda García Serrano, Anna R. Costa, Juan Carlos Rubio y Alfredo Sanzol), cinco actores (Antonio Gil, Ángeles Martín, Samuel Viyuela González, Carolina Yuste y Pepa Zaragoza) y veinte personajes están detrás de esta conmovedora función que se estrena el próximo 11 de enero en el Teatro Bellas Artes de Madrid y que ha contado con la experiencia y los relatos de las periodistas Macarena Berlín y Mara Torres. La soledad y el silencio de la noche, la oscuridad solo atenuada por una suave luz, que se vive cada madrugada en el estudio de la SER se abre paso en el escenario del teatro, en el que el teléfono es también el punto de conexión con el mundo exterior, aquel palpita en la vida real. Algo que conoce de cerca Sánchez-Cabezudo (Madrid, 1979), alma de Historias de Usera, el montaje con el que homenajeó a los vecinos de este barrio madrileño y por el que recibió el Premio Max a la mejor producción privada en 2017. “El protagonista de Historias de madrugada es aquí también el vecino anónimo, la gente de la calle. Es todo un homenaje a la gente corriente que en soledad quiere compartir un pedazo de su vida”, asegura el director, oyente durante muchos años del programa de la Cadena SER.

En el enorme baúl del archivo del programa han encontrado una enorme riqueza dramatúrgica En Historias de madrugada laten los grandes temas clásicos de la dramaturgia: el fracaso, la emoción, la esperanza, el amor o la soledad. “Son las mismas historias que contaba Shakespeare pero con la realidad y la cercanía de gente común de ahora mismo”. El hecho de saber que todo lo que se cuenta en la función son casos reales hace de este montaje algo muy emotivo pero, al mismo tiempo, muy frágil. Por ello, Sánchez-Cabezudo habla sobre todo de respeto y responsabilidad. “Muchas son personas que sufren y que han tenido la valentía de llamar por teléfono y compartir su historia. Por eso, hay que cuidarlas especialmente”, añade el director.

Una sencilla escenografía, centrada en el estudio radiofónico, un muro, dos sillas y dos teléfonos, invita de manera clara a la intimidad y a la escucha, en una atmósfera en al que se ha potenciado el espacio sonoro y se ha centrado toda la propuesta en el relato. “Queremos forzar al espectador a escuchar, tener la paciencia de atender las historias de otros”, añade Sánchez Cabezudo, para quien el reto principal en esta obra era dar coherencia emocional a un viaje relatado por gente tan diferente. El público, que al entrar en la sala tendrá la sensación de estar en directo en el programa de ese mismo día, presenciará saltos al vacío, asistirá a zonas muy oscuras de la vida, a historias desgarradoras y crueles, pero también al placer de la palabra. Todo en una noche, en la que cada uno de los personajes claman una misma frase: “Solo he llamado aquí para hablar”.

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