Una nueva generación da aliento al teatro
Jóvenes intérpretes, con entusiasmo y arrojo, se hace hueco en los escenarios con trabajos contundentes y ganas de cambiar las cosas
Fuera de oropeles y glamur, una generación de jovencísimos actores se abre paso en el teatro. Sin alharacas pero con contundencia, estos nuevos intérpretes demuestran con arrojo y entusiasmo que no solo son el futuro de un oficio tan bello como incierto, sino que ya son el presente. Voces que reclaman su sitio en la profesión. Vienen con ganas de cambiar las cosas y plantan cara con sus trabajos. Ya sea en la escena off o en los más prestigiosos teatros, nombres como Nacho Sánchez, María Romero, Macarena Sanz, Camila Viyuela, Ferrán Vilajosana y otros muchos más, están demostrando que tienen bastante que aportar a una profesión a la que le piden confianza y valentía. Formar parte de una familia cruel como la de los hermanos Karamázov, dar voz y cuerpo a la hermosa Helena de Troya en las aventuras guerreras y poéticas de la épica de Homero o salir al encuentro de un enemigo con las palabras de García Lorca revoloteando en el aire. Son algunos de los trabajos de muy alto nivel a los que se han enfrentado y de los que han salido por la puerta grande. Son unos afortunados en un oficio con una alta tasa de paro. A partir de septiembre, todos estarán en algunos montajes, entre los mejores de la temporada teatral.
EL PAÍS ha reunido a estos cinco actores en la cineteca del Matadero de Madrid. Una mañana de risas pero también de reflexiones en torno a la profesión. “No podemos meternos en una burbuja porque el oficio es muy difícil y no sabemos qué pasará en el futuro. Yo he tenido mucha suerte porque compañeros míos tan buenos o mejores que yo están sin trabajo. Muchas veces no depende de tu calidad como actor, sino de la suerte de poder acceder a las pruebas”, dice Macarena Sanz, una madrileña de 25 años de sonrisa permanente, formada en la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático), y que lleva pisando escenarios desde 2011 con Münchhausen en el Centro Dramático Nacional. Su trayectoria incluye El inspector, a las órdenes de Miguel del Arco, Maribel y la extraña familia, con Gerardo Vera, La vida de Galileo y El laberinto mágico, ambas dirigidas por Ernesto Caballero, y su estreno en cine con Las furias, el filme de Miguel del Arco que inaugurará la Seminci de Valladolid. “Es una generación extraordinaria, sin prejuicios en cuanto al medio, ya sea la televisión, el cine o el teatro, con una información sonora a la hora de subir a los escenarios muy diferente a la nuestra. Tienen una enorme capacidad de trabajo y unas ganas increíbles de formarse día a día. Ellos sí que son verdaderos emprendedores. Si no les surge trabajo, organizan montajes o compañías para dar rienda suelta a sus inquietudes. Es una generación llamada a cambiar las cosas en el oficio”, asegura Del Arco, un director que conoce bien a estos jóvenes intérpretes a través no solo del trabajo, sino de talleres.
Y qué mejor que sentir el poderoso aliento de los nuevos teatreros que acercarse a La Joven Compañía, de la que forma parte desde sus inicios, en 2012, la actriz María Romero, madrileña de 23 años. La Joven Compañía acoge a unos 50 jóvenes en un proyecto pedagógico y profesional que busca el acercamiento al teatro de las nuevas generaciones. Romero dejó los estudios de la RESAD por entrar en esta compañía que, según la intérprete, que ha participado en las seis obras que ha llevado a escena, viene a llenar un hueco. “Rompemos barreras sobre este oficio. Desmitifica el teatro y lo acerca a la gente joven. Tenemos mucho que aportar y que decir, tenemos poca experiencia pero muchas ideas. Todo ello lo debemos desarrollar con nuestro trabajo y eso es lo que nos tienen que permitir. Nosotros no nos podemos conformar. Tenemos que despertarnos y abrirnos camino. Somos los que vamos a tomar el relevo”, asegura María Romero, la Helena de Troya en el proyecto Homero de esta compañía, que ya se ha estrenado también en cine con la película El olivo, de Icíar Bollaín.
Valentía y ganas de probar
El discurso del artista romántico que va sufriendo por los rincones está desfasado. Eso opina Pablo Messiez, director argentino afincado en España y referente teatral. “Cada época tiene sus dificultades pero cuando uno hace lo que desea, encuentra ahí su fuerza”, asegura Messiez desde su veraneo bonaerense, que destaca la gran confianza de esta nueva generación de actores. “La valentía, las ganas de probar sin interferencia del juicio, el entender el trabajo como un proceso y el respeto por su formación, por seguir entrenando, la avidez por las lecturas y el interés abierto al mundo, es lo que destaco de estos jóvenes a los que he tenido la suerte de conocer”, añade Messiez, director de escena de La piedra oscura, montaje desgarrador que se alzó con cinco premios Max.
“El de los ojos de terror antiguo”. Así bautizaron al actor Nacho Sánchez cuando aún no sabían su nombre el equipo que buscaba compañero de viaje para Daniel Grao en el taller que se montó para La piedra oscura, la historia escrita por Alberto Conejero. Nacho Sánchez, nacido en Ávila hace 24 años y con estudios en la RESAD, estará ligado siempre a Sebastián, el inocente soldado del bando nacional que consiguió derribar barreras en ese encuentro con un teniente de artillería republicano. “Mi primera obra profesional y con ella toco el cielo.Para mí ha sido un paso de gigante, el mejor impulso para mi carrera, pero no quiero pensar que me haya puesto el listón muy alto. Se ha generado un ruido que no me puede perturbar. Pasará y ojalá me pueda meter en cosas muy diferentes”, dice Sánchez que no se conforma con los trabajos que le puedan ofrecer, sino que, con compañía propia (Nudus Teatro), genera sus proyectos, como el presentado en el reciente festival Fringe de Madrid, Shoot / Get Treasure / Repeat.
Tampoco Ferran Vilajosana, barcelonés de 28 años, es una persona conformista. Audaz y con las ideas claras, su vocación nació en los grupos de teatro de aficionados de sus padres. ¿Para qué hacemos esto? ¿Para qué contamos esta historia? Estas preguntas laten siempre en su cabeza. Él quiere apostar por la creación de valores. Y para ello busca y rebusca. Es su lema. “Siempre está ahí, en cualquier texto y con cualquier director”, dice este actor, al que Gerardo Vera le dio su primer protagonista con El cojo de Inishmaan, en el Teatro Español. “Tiene un talento y una imaginación descomunal, además de una luz y una capacidad de trabajo enorme”, dice de él Vera, que también le dirigió en Los hermanos Karamázov. Vilajosana, que sigue en el teatro de aficionados y en el circuito off, además de estrenar en cine La jauría, de Carlos Martín Ferreras, pide “expansión” a una profesión algo “encasquillada”.
Listos para la temporada
Macarena Sanz. La temporada próxima estará con Jardiel, un escritor de ida y vuelta, dirigida por Ernesto Caballero, a partir de la obra de Enrique Jardiel Poncela, en el Teatro María Guerrero del CDN (estreno 16 de diciembre) y con Refugio, texto y dirección de Miguel del Arco, también en el CDN (28 de abril). En Refugio, participarán,entre otros, Israel Elejalde, Raúl Prieto y Emma Suárez.
Ferran Vilajosana. Gira con Los hermanos Karamázov, estreno en el Teatro de la Comedia de Los sueños, de Francisco de Quevedo, con Gerardo Vera de director y Juan Echanove como protagonista (7 de abril) y No soy Dean Moriarty en la Sala Tú de Madrid a partir de septiembre.
Nacho Sánchez. Reposición de La piedra oscura en el Teatro Galileo de Madrid (8 de septiembre), que coprotagoniza con Daniel Grao, y la obra He nacido para verte sonreir, un texto de Santiago Loza, con dirección de Pablo Messiez en el Teatro de la Abadía (fecha a determinar), en la que trabajará con Isabel Ordaz.
María Romero. Además de retomar la reposición del Proyecto Homero, La Ilíada La Odisea, con La Joven Compañía, participará también en las dos nuevas obras de este grupo teatral: un texto contemporáneo y la adaptación de un clásico.
Camila Viyuela. La gira de La respiración, la obra de Alfredo Sanzol, que se estrenó en el Teatro de la Abadía comienza el próximo 7 de septiembre en el Palacio Euskalduna de Bilbao. Continúa por Ourense, A Coruña y Palencia, entre otras.
Si alguien en este grupo, sin ser consciente, nació para actriz esa es Camila Viyuela, madrileña de 24 años, hija de dos grandes del teatro (Pepe Viyuela y Elena González) y hermana del también actor Samuel. Es un todo terreno, desde la prostituta de Maribel y la extraña familia a la mujer rebosante de frescura de La respiración, uno de los éxitos de la temporada en La Abadía. “Camila es una mujer que es capaz de tener una vivencia del personaje muy empática y, al mismo tiempo, posar una mirada distinta en su trabajo y reírse de él. Tiene una dimensión humorística genial”, dice su director, Alfredo Sanzol. Ha demostrado, desde sus inicios con El viaje a ninguna parte, que, a pesar de su apellido, lo que tiene se lo ha ganado con creces en un panorama de una dura competencia. “El teatro me ayuda a vivir el presente, yo que siempre estoy en el futuro o en el pasado”, dice Viyuela.
Ese veneno del teatro del que tanto habló Fernando Fernán Gómez ha picado a estos cinco actores y a muchos más. “Tiene veneno, ¿sabes?, el teatro tiene veneno.. Un no sé qué, un misterio. Haces reir a la gente, gozar. O llorar, según tú quieras. Tienes que aprenderte párrafos hasta de Benavente. Y, como es lógico, algo se pega. Los cómicos somos una casta privilegiada, de verdad”. Decía el patriarca de los cómicos en El viaje a ninguna parte.
Babelia
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