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Hacia un nuevo Inaem: reformarse o morir

El organismo dedicado al teatro, la danza y la música de producción estatal vive la mayor encrucijada de su historia a falta de una reforma radical que lo haga viable

Jesús Ruiz Mantilla

Desde principios del 2000, cada responsable de Cultura con independencia de su color político ha contado con un auténtico jeroglífico y una caja de pandora dentro del ministerio: el Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (Inaem). Fue creado en 1985 por Javier Solana como un reto audaz, ambicioso e innovador en los años de oro de la cultura subvencionada. Pero su estructura ha ido anquilosándose incapaz de abordar los nubarrones austeros del presente y el futuro. Por eso, este jueves llamó la atención en la primera comparecencia del ministro José Guirao que abordara directamente la necesidad de su transformación: “La organización administrativa no está a la altura de los tiempos. Las unidades de producción, aunque tienen su sede central en Madrid, son instrumento y embajadores de creación para todo el territorio. Queremos reformarlo para potenciar en todo el sistema giras nacionales e internacionales y que las producciones recorran todo el territorio nacional”, ha destacado.

Todos los gobiernos han aportado recetas que no han llegado a concretar. Han dado un paso hacia adelante y dos para atrás. Pero se agota el tiempo y, a juicio de la nueva responsable, Amaya de Miguel, necesita una reforma integral: “Crear un nuevo Inaem. Las costuras actuales son muy rígidas”, afirma sin tapujos. El organismo que se ocupa de producir espectáculos públicos de calidad y a precios asequibles clama por una puesta a punto que le permita encarar sus producciones de música, danza y teatro de manera sólida y sostenible.

El Inaem cuenta con 14 unidades. De entre ellas destacan en el teatro el Centro Dramático Nacional (CDN) y la Compañía Nacional de Teatro Clásico. En baile, la Compañía Nacional de Danza y el Ballet Nacional. Para la música, la Orquesta y Coros Nacionales de España, el Auditorio de la calle Príncipe de Vergara, el Teatro de la Zarzuela o el Centro Nacional de Difusión Musical. Además participa en diversos festivales de espectáculos como el de Almagro, Mérida o los internacionales de Granada y Santander. Es un mastodonte con la piel fina, pendiente de una intervención radical.

El diagnóstico está hecho. La época de recortes no ha dado para grandes alegrías, pero sí para estudios de la situación a conciencia. La responsable saliente, Montserrat Iglesias, lidió varios asuntos imposibles con buena cara, mano izquierda, diplomacia y buen tino, pero carecía de fondos y recursos para establecer una política propia. Lo que sí ha dejado sobre la mesa, ella y su equipo, con la complicidad de las compañías y la eterna desconfianza de los sindicatos –algo permanente desde hace dos décadas- es un rosario de recetas para solucionarlo.

José Guirao, ministro de Cultura, anunció la constitución de un grupo de trabajo para establecer prioridades. Será Amaya de Miguel, la nueva directora, quien deba empezar a ponerlas en marcha con el mismo, que comienza sus reuniones el próximo martes. “Habrá resultados y conclusiones en unos meses”, asegura De Miguel. A partir de ahí, comenzarán los cambios.

En la época del Gobierno Zapatero valoraron convertirlo en agencia estatal. En esta última legislatura, los directores de unidad han insistido en la necesaria autonomía de gestión y en constituir fundaciones públicas. La fusión del Real con la Zarzuela iba en ese camino. Pero la pregunta era pertinente: ¿Por qué la Zarzuela sí y el resto no? Por eso, Guirao dio marcha atrás. Para emprender una reforma más profunda. En ella, deben afrontar los siguientes problemas que ha sido diagnosticados en la última etapa por el equipo de Iglesias.

En un informe al que ha tenido acceso EL PAÍS sobre los mismos, destacan la reforma del régimen jurídico y los organigramas –es decir, convertir las unidades en fundaciones públicas, por ejemplo- para que resulten más adecuados a los tiempos y sus fines. Recursos humanos y económicos óptimos. Mecanismos para la obtención de ingresos y recursos propios mediante patrocinio y mecenazgo. Una nueva modalidad de contratación del personal artístico y técnico, sobre todo. Un análisis concienzudo de los convenios y acuerdos laborales en origen. Facilidades para la difusión digital y audiovisual con grabaciones y retransmisiones de sus espectáculos, así como generación de contenidos para explotar. Eso, entre otras medidas de seguridad laboral o formación y evaluación de los centros con alto nivel de exigencia.

Si resulta necesario priorizar, Montserrat Iglesias se inclina por aplicar tres de todas las medidas antes que ninguna: “La contratación de personal artístico, sobre todo, con especial atención a los bailarines, pero entrando en todos los ámbitos, y la revisión de los convenios para convertir su gestión y funcionamiento en algo más racional”. En este sentido, la nueva directora es clara: “El convenio no es operativo y resulta muy caro”. Mientras que Jesús Álvarez, del comité de empresa del Inaem afirma: “El convenio se puede reformar y adaptar a los tiempos, pero no es necesario suprimirlo para crear otro nuevo”. Los sindicatos esperan aportar ideas, propuestas e iniciativas a partir del martes. “Sobre todo urge hacer giras, pero una cosa es emprenderlas y otra trabajar gratis”.

Amaya de Miguel quiere tomarse su tiempo de estudio de los problemas. Conoció el Inaem hace casi 30 años, cuando trabajó en el Centro Dramático Nacional y en su época de directora del Festival de Almagro. Otras de sus prioridades son la internacionalización, es decir, la potenciación de giras que hasta ahora se han hecho con cuentagotas, y la apertura a otros ámbitos: “Abrirlo a compañías externas”, asegura.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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