Antonio Moral deja el CNDM con una espectacular gestión y 300 espectáculos listos
El gestor tomará un tiempo para la reflexión y quedará como asesor de Centro para la Difusión Musical, dependiente de Cultura
Aceptó el cargo en 2010 con 40 espectáculos programados la temporada anterior y un presupuesto de 3,3 millones de euros. Desde el principio le advirtieron que entraría con un recorte que le dejaría el dinero disponible en dos millones. Lo abandona en 2018 con cerca de 300 conciertos listos y apenas un incremento en la cuenta de 2,2 millones por parte del ministerio de Cultura. Estas son las cifras –y los malabarismos- que ha llevado a cabo Antonio Moral en el Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM), la mayor plataforma de programación de música clásica, barroca, antigua y alternativas, sin olvidarnos del jazz, el flamenco y ahora el pop. Su espectacular gestión deja algo más que claro: no sólo es dinero lo que necesita un gestor cultural. Cunden más la audacia, la imaginación y el arrojo.
Moral anunció hace un mes en EL PAÍS que lo dejaba. El cansancio y la necesidad de dejar paso a otros tras ocho años en el despacho han sido razones de peso. Pero también, como dijo, que en el ministerio de Cultura, concretamente en el Instituto Nacional de Artes Escénicas y de la Música (Inaem), del que depende el CNDM, manda más Hacienda que el responsable del ramo. Este miércoles, en su multitudinaria despedida, lo corroboró desde una posición crítica: “Hacienda debe estar para ayudar a Cultura, no para fiscalizarla”.
Lo había anunciado a principios de año. Le trasladó a Montserrat Iglesias, directora general del Inaem, que no renovaría. Pero que, a cambio, le dejaría la temporada 2018-19 perfilada. Ella trató de que prorrogara otro año. En vano. Así que este miércoles presentó su última oferta de programación y dijo adiós. Presumió de su progresión de cifras espectaculares. Las que han convertido la plataforma en la más ambiciosa dentro de la programación musical del espectro público. Espectáculos de primera a precios muy reducidos, que parten de 5 euros y raramente sobrepasan los 50.
Moral corroboró su posición crítica con el Gobierno: “Hacienda debe estar para ayudar a Cultura, no para fiscalizarla”.
Para la nueva travesía: 293 actividades en Madrid y 28 ciudades españolas y 14 extranjeras, de Europa a América Latina e Israel. En la capital seguirán programados los ciclos de más éxito: el Bach Vermut, Universo Barroco, Fronteras, Jazz, Flamenco, Liceo de Cámara… Todos ellos en el Auditorio Nacional, o el de Lied que se desarrolla en el teatro de la Zarzuela y el series 20/21 en el Reina Sofía. Se une este año uno de músicas actuales, más cerca del pop, en acústico.
También nuevas sedes, como Palencia y Segovia, una noticia que no quiso perder Clara Luquero, la alcaldesa de esta última ciudad, presente en el acto. Lo mismo que acompañaron a Moral la directora del Inaem y sus tres predecesores –Felix Palomero y Miguel Ángel Recio-, con quienes ha llevado a cabo su gestión.
No desveló Moral sus planes de futuro. Pero sí dejó claro que sale de un lugar ya consolidado. “Con un público fiel –cerca del 80% de ocupación- y compositores e intérpretes que lo necesitan”. Una de las claves del CNDM han sido los encargos de nueva creación: 134 en los últimos ocho años, así como 332 estrenos absolutos. El más inmediato mañana, con el Cuarteto Casals y una obra de Benet Casablancas, que estará presente.
El legado de Moral resulta difícil de superar. “Mi etapa en el CNDM ha sido, quizás, la más apasionante de mi carrera”, confesó. Y no es poco en quien empezó dentro de la programación musical española con el Festival Mozart, creó el ciclo Grandes Intérpretes de Scherzo, consolidado hoy por Patrick Alfaya, siguió con los de Lied y el Liceo de Cámara, fue un revulsivo, junto a Pilar Tomás, de la hoy absolutamente moribunda semana de Música Religiosa de Cuenca y brilló como responsable artístico del Teatro Real hasta 2010.
Este es el currículum de uno de los gestores culturales más prestigiosos y controvertidos de Europa. ¿Qué le depara el futuro? Sólo dijo dónde no acabará, para desmentir rumores: “No iré al Palau de les Arts de Valencia”, zanjó. Lo demás… Misterio.
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