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Los niños del coro que dan vida a las óperas del Teatro Real

Los Pequeños Cantores de la JORCAM son los actores y cantantes líricos infantiles titulares en la institución cultural

Los Pequeños Cantores de la JORCAM en el Teatro Real representando 'Street Scene'.Vídeo: Carlos Rosillo / EPV

El pesado telón de terciopelo rojo que absorbe la atención al entrar en el Teatro Real de Madrid se abre y deja ver una estructura metálica que dibuja la fachada de una corrala. El escenario permanece en silencio a la espera de las indicaciones del director de la ópera, aunque detrás, en la inmensa caja escénica de más de 80 metros de alto, que sirve para las puestas en escena, hay un ir y venir de artistas, técnicos, maquinaria y niños. Son los Pequeños Cantores de la Joven Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid (JORCAM), que actúan en conciertos y óperas por toda España.

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Estos 35 niños están divididos en los dos laterales del escenario preparados para salir. Tienen entre 9 y 14 años y han estado más de dos meses preparando la ópera Street Scene, de Kurt Weill, que estuvo en cartel en febrero y vuelve el 26 de mayo, sábado. La obra está ambientada en la zona pobre de Manhattan durante el caluroso verano de 1946 y, en ella, las pasiones, peleas, chismorreos y traiciones entre vecinos la convierten en una ópera de denuncia social. Los chavales, caracterizados como niños y niñas humildes, juegan en la calle ajenos a la historia a su alrededor.

Por fin, el silencio se rompe a las seis en punto con las primeras notas de la orquesta. Los niños, que llevan desde las cuatro y media preparándose, se han tenido que saltar las últimas horas de clase para poder llegar. Con el bocadillo en la mano, la mochila repleta de deberes y cara de ilusión, a pesar de haber tenido siete horas de clases, se acercan a la puerta del Real de la mano de sus padres, abuelos o cuidadores. “Habitualmente trabajamos solo miércoles y sábado, pero cuando se acerca el estreno deben venir todos los días a ensayar durante las tres últimas semanas”, explica Ana González, directora y profesora del coro desde que se creó en 2009.

Los protagonistas infantiles de 'Street Scene', antes de salir a escena.
Los protagonistas infantiles de 'Street Scene', antes de salir a escena.Carlos Rosillo

El coro cuenta con más de 70 niños, pero solo los mejores son seleccionados para representar las obras. En algunas tienen que cantar detrás del escenario, en otras, como en las tres últimas del Real, La Bohème, Dead Man Walking y Street Scene, deben también interpretar. Algunos han representado más de siete óperas con solo 14 años. ¿Cómo pueden compaginarlo con el colegio? “A veces es complicado porque sale a las 9 o 10 de la noche, llegamos a casa y se tiene que poner a hacer los deberes hasta tarde, pero a ella le merece la pena”, explica Mar Rueda, madre de Candela García, de 10 años, que entró en el coro el año pasado y por primera vez se sube al escenario.

La ópera da comienzo. Mientras que los operistas preparan la voz y hacen ejercicios de relajación, los niños se mantienen tranquilos y en silencio. El regidor les indica el momento de salir y lo hacen bajo la atenta mirada de González, que no se despega de ellos. Llevan semanas preparando este momento, repitiendo una y otra vez cada estrofa y hablando en inglés para que el acento sea perfecto.

En Street Scene, los niños salen en el primer acto y también en el segundo, por lo que, cuando acaba su primera aparición, se van a los camerinos a esperar. No se les suele ver por los pasillos, pero es imposible no sentir su presencia. Se les escucha tararear las canciones, jugar y reír. Tienen por delante hora y media libre hasta que vuelvan a escena, así que aprovechan para estudiar, hacer los deberes y merendar. Los que pueden se sientan en las sillas frente al espejo de camerino rodeado de bombillas, pero los tardones lo hacen en el suelo. Libros, tabletas, cuadernos... están acostumbrados a viajar con todo lo necesario para avanzar sus deberes en cualquier rato libre.

Una niña del coro hace sus deberes entre acto y acto.
Una niña del coro hace sus deberes entre acto y acto.carlos rosillo

Llama la atención que hay más niñas que niños. “A ellos les cambia la voz en torno a los 13 años y entonces tienen que dejar el coro”, apunta González. “Cuando me vaya, me dedicaré a ser mago”, explica Ignasi Garci, que tiene 12 años y entró con seis. Entre ejercicio y ejercicio de matemáticas, Garci aprovecha para hacerles un truco de magia a sus compañeros. “Las experiencias que vive aquí le durarán toda la vida”, declara su padre.

De repente, las risas se interrumpen. “Los niños de la JORCAM, a escena”, anuncian por megafonía, y todos se colocan en fila. De camino, la soprano Patricia Racette abraza a uno de ellos, que hace de su hijo en la ficción, mientras que el barítono Eric Greene enseña un apretón de manos a otros dos. Se desenvuelven tan bien en el escenario que no parecen pensar en los más de 1.500 espectadores que hay enfrente. Al acabar, solo les queda esperar a que finalice la ópera para salir a saludar. “Pasamos tanto tiempo aquí que muchas veces siento que mis amigos no entienden que falte a sus planes. Yo quiero ser artista y esto es mi vida”, cuenta Nerea Fortea, que con 14 años lleva casi tantos en los escenarios como en el colegio.

Durante la ovación final, en sus rostros no se dibuja una sonrisa emocionada, sino el rubor de ver a todos en pie aplaudiendo. Al terminar, los chavales se reconvierten en ellos mismos. Fuera les esperan sus padres para devolverles a la realidad: “Venga, que te tienes que poner a estudiar". Sin embargo, mañana estarán de vuelta en el Real.

Una exigencia casi profesional

Para poder entrar en el coro, los niños tienen que pasar pruebas de acceso que suelen convocarse en junio. “Primero cantan algo que se hayan preparado y luego trabajo con ellos unos 10 minutos para ver si tienen buen oído y capacidad de aprendizaje. Suelen presentarse unos 80 y cojo unos 20. El nivel de exigencia es muy alto”, explica la directora, Ana González.

En ocasiones son sus padres quienes les insisten en que hagan las pruebas, pero a veces ellos mismos buscan pasar la criba. “De pequeña estaba cantando todo el día. Mis padres se dedican a la música y quería ser como ellos”, recuerda Eva Jáuregui, de 9 años. Este es el primer año que actúa en el Real. Además de su formación de canto, toca varios instrumentos, como el violín, el piano, la guitarra y el ukelele. Hay más de uno que también va a clases de fútbol “cuando pueden”, afirma Mario Sánchez, también de 9 años: “Esto es como un trabajo, pero sin que nos paguen”.

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