Muere José Mediavilla, la voz de Morgan Freeman
El conocido actor de doblaje tenía 77 años y llevaba años enfermo del corazón
Su voz grave la han escuchado, no lo duden. Ha sido el mago Gandalff en las películas de El señor de los anillos y El Hobbitt, el emperador Zurg en Toy Story 2, Pedro Picapiedra en el cine, el vulcano Spock en la serie original de Star Trek, el malvado Doctor Gang de los dibujos animados de El inspector Gadget y cualquiera de los 54 personajes que ha doblado a Morgan Freeman, incluido Dios. José Fernández Mediavilla, una de las voces más conocidas del doblaje español, falleció ayer jueves a los 77 años tras llevar varios años enfermo del corazón.
Pepe Mediavilla, como era conocido en la industria, prestó su voz en casi un centenar de actores, tanto en papeles secundarios como principales. Freeman, James Earl Jones, Ian McKellen, George Kenned y Philip Baker Hall fueron los actores a los que más prestó su voz. En total, dobló más de 2.800 películas a lo largo de medio siglo de una carrera.
“Con infinito pesar os comunico el fallecimiento de Pepe Mediavilla. Su marcha deja un inmenso vacío imposible de llenar. Descansa en paz, amigo. Tus legiones de admiradores te mantendrán por siempre entre nosotros”. Así se anunció su muerte en el muro del club de fans que tenía en Facebook. El actor sufría desde hace tiempo del corazón y desde el año pasado estaba delicado de salud.
Nacido en Barcelona en 1940, ya con 20 años Mediavilla empezó su carrera como actor de doblaje en el estudio La voz de España, donde dobló a actores secundarios. Su primer papel importante fue el de Jim Brown (Robert T. Jefferson) en Doce del Patíbulo (1967). Pasó por la televisión y fue en los años noventa cuando comenzó a doblar a Morgan Freeman. Y lo hizo en 54 películas, imposible no relacionar a la voz con el actor. Desde Sin perdón a Cadena perpetua pasando por Seven, Como Dios, Million Dollar Baby, El caballero oscuro o Invictus. Su versatilidad le permitió ser también el comisario Gordon (Pat Hingle) en la saga de Batman de los años noventa, el entrenador Tony Barton en la de Rocky, Marcellus Wallace (Ving Rhames) en Pulp Fiction o el granjero Arthur (James Cromwell) en las películas de Babe, el cerdito valiente. Incluso su voz son aquellos balbuceos de Ludo, el monstruo peludo y bonachón de Dentro del laberinto.
Con su muerte el doblaje español pierde a una de sus figuras más grandes, que hace unos años dio el salto a YouTube en 2013 para recitar poemas. El último, hace solo una semana, fue una lectura de Sentado sobre los muertos, de Miguel Hernández. También ha puesto su voz a videojuegos superventas como Fallout o Sacred y a numerosos spots publicitarios. Sus dos hijos han seguido sus pasos. Nuria Fernández es la voz de Drew Barrymore, Nicole Kidman, Christina Applegate, Kate Winslet o Angelina Jolie, mientras que José Luis es Chadwick Boseman o Kevin Hart.
Mediavilla mandaba mensajes a sus seguidores a través de Facebook y en julio de 2016, tras pasar cinco días en coma inducido, comunicó que su estado de salud era grave. Sumido en una depresión, se lamentaba de solo poder salir de casa para grabar sus poesías y de que en sus vídeos de YouTube no hubiera más muestras de agradecimiento en los comentarios pese a los miles de visionados. Admitía ser una forma de ver que todavía era recordado: “Afortunadamente, la voz y la forma de decir no ha cambiado, y como a cualquier actor le gusta que se lo digan”, comentaba entonces.
En febrero de 2017 se lamentó del poco trabajo que le llegaba desde hacía una década, aunque Morgan Freeman (que solo tiene tres años más que él) siempre estuvo ahí, y contó los detalles de su enfermedad: “Estoy enfermo por algo que me ha salido en el corazón y se ha agravado con la diabetes (...). Ahora estoy en silla de ruedas para no caerme más”. Mediavilla solo quería sentir el cariño de un público que nunca le puso cara, pero que le escuchó constantemente.
“Las cosas buenas no hace falta entenderlas”, decía Ellis Redding (Morgan Freeman) en una de las frases más famosas de Cadena perpetua. Pepe Mediavilla. Su voz grave la han escuchado, no lo duden. Y lo entendieron.
Babelia
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