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Cees Nooteboom: “No es viable que un Gobierno trabaje contra la mitad de la población”

El autor reúne reflexiones y escrituras ajenas en la obra ‘533 días’

Juan Cruz
Cees Nooteboom, el año pasado en Venecia.
Cees Nooteboom, el año pasado en Venecia.GETTY IMAGES

Cees Nooteboom (La Haya, 1933) dejó su casa cuando era un adolescente, dijo adiós y cerró la puerta. Desde entonces no paró de viajar, pero se queda en todas partes. La semana pasada estaba en una casa de campo de Alemania, rodeado de quietud y de libros, tenía que viajar horas para conseguir un periódico, y preparaba maletas para volver a casa. ¿A qué casa? ¿Dónde está su casa, si tiene casas allí donde va, suyas o prestadas?

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Acaba de publicar 533 días (El Ojo del Tiempo, Siruela), que escribió a lo largo del tiempo que sugiere el título, sentado ante sus cactus de la casa de Menorca, y a la vez saca en Visor El ojo de monje, poemas que sugieren también quietud, viaje y tiempo. 533 días es paciencia, está sentado en medio de un jardín y le van viniendo sucesos, escrituras ajenas, rememoraciones. Cada instante le propone un viaje distinto, una visión de Elias Canetti con Thomas Bernhard, Heidegger, el tedio y la creatividad, la diatriba Borges/Gombrowicz en Argentina, Safranski y el murmullo del filósofo, Medellín y el latido del corazón de Héctor Abad Faciolince… Y, en medio, los cactus de la casa y el latido de todas las latitudes por donde va teniendo casas de las que tiene llaves o a las que vuelve como si las tuviera.

“Es difícil, sí, responder a qué casa vuelvo. Ámsterdam es la casa en la que están mis libros, manuscritos y diarios, pero vivo cada vez más en otras partes. Ahora estoy en esta de Alemania, una casa grande de campo, aislada, con prados, selva, una casa de amigos en la que también hay una biblioteca muy grande en alemán, tiene todo lo que necesito para trabajar”.

Es curioso que nada más evocar las casas le venga a la mente la palabra libros, “aquí están mis libros”. “Quiero decir que todos los que he coleccionado en mi vida están en Ámsterdam. A veces están en Menorca, a veces no los encuentro”. En este 533 días hay referencias de libros viniéndole al jardín de cactus. “Muchas están en mi memoria. Tal vez encuentro algo en Internet. ¡En Menorca hay buenas bibliotecas, hay buenas bibliotecas en todo el mundo y tienes que trabajar con lo que hay en todo momento!”.

Es el movimiento continuo de un hombre que sostiene el ritmo de un campesino. “He viajado toda mi vida, pero siempre he buscado sitios en los que quedarme un tiempo largo. El ensayo En el ojo del huracán lo escribí en una habitación de hotel mientras el mundo giraba alrededor, hundiéndose, y yo estaba totalmente tranquilo”.

A la casa aislada de Alemania le llegan noticias, periódicos; ha leído lo que dice su colega Hans Magnus Enzensberger en EL PAÍS sobre las desilusiones del siglo XX y sobre el tedio europeo de ahora, amenazado por movimientos ultras que no pasarán. Él es, como Enzensberger, europeo de todas partes. ¿Tiene la misma sensación? “Él fue un poco revolucionario, yo no. Porque en 1956 estuve en Budapest y vi aquel sistema. En mi país estábamos enamorados de Fidel Castro. Estuve en América Latina y escribí Bolivia amarga, e hice otros viajes por allí y nunca creí que una dictadura de izquierdas fuera la solución”.

—¿Y Europa?

—Es una discusión complicada para mí. Estoy contra el populismo, contra la política de Polonia y de Hungría. Habrá un momento difícil para Europa pero aún soy un europeísta convencido. En 533 días he escrito algo sobre separatismo y recientemente alguno más en Holanda, pero no quiero hablar mucho sobre este secesionismo. No es viable que un Gobierno pueda gobernar contra la mitad de la población, y así me pronuncio en un artículo que titulé Rapsodia catalana.

Continúa Nooteboom: “Viajar para mí fue lo normal desde los 17 años; soy un niño de la II Guerra Mundial, perdí a mi padre en ella, mis padres ya se habían divorciado antes todo era un caos y toda mi vida he intentado curarme de este caos”. La primera vez que se fue buscaba aventura. ¿Ahora qué persigue? “Tiempo para meditar. Muchos de mis amigos han muerto, lo que implica cierta finalidad. Felicidad, quizá, pero uno sabe que todo va a terminar. Cuando era joven escribía mucho sobre la muerte. Porque cuando esté muerto, decía, no podré hacerlo. Ahora mismo miro hacia fuera y no veo más que selva y prados. Aquí se tiene todo el tiempo para reflexionar y escribir. Es el secreto de 533 días”.

El tiempo y los cactus.

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Autor: Cees Nooteboom.


Editorial: Siruela (2018).


Formato: versión kindle y tapa blanda ( 216 páginas)


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