Muere Jacques Higelin, ídolo del rock francés
El autor de canciones como 'Pars' o 'Tombé du ciel' fallece a los 77 años
El cantante Jacques Higelin, uno de los grandes renovadores de la canción francesa de las últimas décadas, ha fallecido este viernes en París a los 77 años. Higelin, que llevaba meses en un delicado estado de salud, se marcha tras una vida dedicada a los escenarios, en los que era conocido por la desmesura de sus conciertos, que llegaban a superar las cuatro horas, su gusto pronunciado por la improvisación y la poesía de inspiración surrealista que impregnaba sus letras.
Nacido en 1940 en Brou-sur-Chantereine, pequeña localidad situada al este de París, Higelin creció en una familia de extracción humilde. Fue su padre, maquinista de profesión, quien le transmitió la pasión por la música. Uno de sus primeros ídolos fue Charles Trenet, con quien más tarde coincidiría y a quien dedicaría un álbum. A los 14 años, con un puñado de canciones bajo el brazo, decidió presentarse en Les Trois Baudets, el pequeño cabaré de Pigalle al que acudían jóvenes cantautores como Georges Brassens, Jacques Brel o Serge Gainsbourg. El cazatalentos Jacques Canetti –hermano de Elias Canetti, futuro premio Nobel de Literatura–, que regentaba el lugar, le impidió salir a cantar a causa de su edad temprana, pero se quedó con su nombre y le incitó a seguir adelante.
Tras cursar estudios de interpretación, Higelin intentó labrarse un futuro como actor en proyectos olvidables. En uno de ellos, conoció al guitarrista Henri Crolla, hijo putativo del poeta Jacques Prévert, que le enseñó a perfeccionar su manejo de la guitarra. Tras regresar del servicio militar, volvió a coincidir con Canetti, quien le confió siete canciones inéditas de Boris Vian y le regaló un poema, Je rêve, al que Higelin pondría música. Así empezó una carrera que tardó en despegar. Aunque nunca le faltó el trabajo, el éxito le llegó de forma relativamente tardía, rozando ya los 40, con discos como Alertez les bébés, No Man’s Land –que incluía la canción Pars, tal vez su mayor éxito–, y el díptico formado por Champagne pour tout le monde y Caviar pour les autres.
A lo largo de los setenta, Higelin perfila su proyecto: acercar la canción francesa a los sonidos eléctricos. En realidad, la ortodoxia nunca fue lo suyo. Siempre supo adaptarse a los vientos de cambio. En pocos años, Higelin pasó de cantar con atuendo dylanesco a aparecer en sus portadas con maquillaje glam. Aun así, nunca renunció a la coherencia. Del underground al estrellato, el cantante se distinguió siempre por su fantasía extravagante y su gusto por la subversión, que parecían herederas del Mayo del 68. “Fue como si se abrieran por primera vez las ventanas para que entrara el aire. Luego, como era de esperar, vino la caída de la ola”, dijo a EL PAÍS en 1986, coincidiendo con su primer concierto en España.
A finales de los ochenta, tras un periodo de grandes éxitos que terminó con el álbum Tombé du ciel, vivió una década difícil hasta el cambio de milenio. En especial, cuando Warner interrumpió su contrato en 1998 y se encontró sin discográfica hasta su regreso hace algo más de diez años, cuando recuperó el favor de la crítica con discos como Amor doloroso y Coup de foudre. Simpatizante de la izquierda política, apoyó a François Mitterrand en los ochenta e hizo campaña por la socialista Ségolène Royal en 2007. Se implicó también en numerosas causas humanitarias, como los derechos de las personas sin hogar. Higelin tuvo tres hijos en tres décadas distintas y con tres mujeres diferentes: el músico Arthur H, el cineasta Kên Higelin y la cantante Izia Higelin, vista en películas como Samba o interpretando a Camille Claudel en la reciente Rodin, de Jacques Doillon.
Babelia
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