¿Se puede rodar un ‘thriller’ sin contarle al actor protagonista qué va a pasar?
El director francés Christian Carion convenció al intérprete Guillaume Canet para que no leyera el guion antes de filmar 'Perdido', una película sobre secuestros infantiles
Donde hay confianza, da asco. Guillaume Canet debió de pensar algo parecido al refrán español en diversos momentos del rodaje de Perdido. Por haberle hecho caso a su amigo, el director Christian Carion (Cambrai, 1963), con quien ya había trabajado en Feliz Navidad (2005) y El caso Farewell (2009), y haber aceptado el reto de filmar un thriller sin saber poco más que el punto de partida; por no haber pedido que el experimento se hiciera con un drama -en vez de con un thriller frenético-, o que la cámara no estuviera todo el rato pegada a su cara, o que al menos se rodara en una localización con condiciones atmosféricas primaverales. Pero no, Carion le llevó a la montaña, a la nieve, a encarnar a un divorciado que primó su carrera por encima de su familia y lo pagó con un divorcio y con el alejamiento de su único hijo, un crío cuya desaparición obliga al protagonista a volver a la casa que compartió con su exesposa y a conocer al hombre que le ha sustituido como figura paterna. Ese es el inicio de Perdido, que se estrena el próximo viernes, la nueva película del director de Mayo de 1940 -con la que logró un pequeño éxito en España- que en esta ocasión ha cambiado radicalmente de manera de rodar para realizar este experimento.
El siguiente proyecto: a por la multinacional Monsanto
Christian Carion ya está preproduciendo su siguiente largometraje. Y esta vez ha saltado al activismo social a través de una historia real. "Rodaré en inglés, porque se desarrolla en Canadá. Y en los escenarios reales dónde ocurrió este drama con un héroe anciano. Contaré cómo un viejo granjero de más de 70 años resistió a inicios de este siglo el ataque de Monsanto, la gran multinacional de cultivos genéticamente modificados, los transgénicos". Carion entra en materia: "Las semillas volaron de los campos adyacentes sembrados con productos comprados a esta empresa al terreno de este agricultor, que de repente vio cómo crecían en sus propiedades plantas creadas por Monsanto, mientras él se dedicaba al cultivo tradicional. Monsanto le demandó, él alegó que las semillas las traían los pájaros, y la multinacional le obligó a que demostrara que existían esos pájaros. Hablamos de un agricultor al que un día le cayó encima una pesadilla kafkiana".
Carion, un hombre pausado, amable, casi nunca pierde los nervios. Tampoco lo hizo durante el rodaje exprés de Perdido. "Recuerdo que cuando empecé a preparar Mayo de 1940, con tantos extras, caballos y organización, pensé: 'Esto tengo que cambiarlo. La siguiente no será una película histórica, la rodaré en francés y no en tres idiomas, y con un reparto pequeño'. Por eso Perdido nace de un deseo de liberación". El director asegura que el primero con el que habló fue Canet, su viejo amigo, pero el actor estaba en pleno montaje de su propia película como director, Cosas de la edad, y tuvo dudas. "Me dijo que le gustaba la idea del hombre que vuelve a las montañas para buscar a su hijo, aunque no tenía semanas para encarnarle". Y Carion entró en depresión hasta que encontró la solución: "¿Por qué no rodar muy rápido, hora a hora, con el mismo estrés que sufre el protagonista? Volví a ver a Guillaume, con el añadido de que él además no sabría lo que iba a ocurrir, exactamente igual que el protagonista, para que el público sienta la intensidad de su personaje. Me respondió: '¿No me vas a dar ni una línea?'. No, todo improvisación, y a la primera toma, nada de repetir, que eso pierde la frescura". Para no perder esa ansiada velocidad, Carion filmó Perdido en tan solo seis días, aunque un tiempo antes estuvo en las localizaciones dos semanas ensayando con el equipo técnico y con los actores, excepto Canet, al que sustituyó otro intérprete. "Para que el equipo entendiera que tenía que estar preparado para que no hubiera claqueta ni maquillaje. Que casi se hicieran invisibles". La nieve esos días no estaba, "y llegó como un regalo a tres días de arrancar el rodaje".
"Para mí, es una prueba de confianza de Guillaume en mí, y tanto sus ganas de probar cosas distintas como la mía de experimentar quedan claras en el resultado", apunta el director. Carion pidió durante esa semana de rodaje que nadie le hablara a Canet, para que no se les escapara ni una pista de lo escrito. Porque sí, había un guion, los actores secundarios -en los que destaca Mélanie Laurent como exesposa y madre del niño desaparecido- sabían cómo responder a Canet para llevarle a la siguiente secuencia (se rodó en orden cronológico, algo extraño en el cine, para que el actor viviera su aventura). "Sin él no hubiera existido la película".
En los últimos años varios títulos han ahondado en el tema de un padre a la búsqueda de un hijo desaparecido. Incluso, en un terrible paralelismo, puede recordar a la triste actualidad española (como en la secuencia en que Canet sospecha del novio de su ex). "Por desgracia pasa demasiado habitualmente también en Francia, aunque no me inspiro en ningún caso real". Esa verosimilitud ayuda a que el espectador nunca tenga claro si Canet encontrará en 48 horas a su hijo ni menos aún sospechar quién es el culpable. "He visto esos filmes, como Prisioneros, de Denis Villeneuve, del que me impresionó cómo construye con la música la atmósfera", comenta Carion. "Yo tengo cuatro hijos, y sospecho que eso hace que entienda la trama como una pesadilla. La primera vez que le conté una aproximación del guion a Guillaume estábamos rodando Feliz Navidad. Cuando por fin arrancamos este proyecto fue él quien me recordó aquella conversación y me dijo que entonces no entendía la historia y ahora, que es padre, se sentía preparado".
Otro motor de Perdido está en la culpabilidad. La de un padre que no estuvo ni en los cumpleaños, ni cuando su hijo aprendió a montar en bicicleta, ni en ningún otro momento fundamental. "Es fascinante lo que mueve la culpa. Él siente que debe pagar por lo pasado, y por eso se lanza a una busca frenética de forma salvaje: como un sacrificio. Puede que no vuelva, pero enloquecerá, se convertirá en un animal para hallar a su hijo". Eso lo refleja Canet con una violencia insospechada en este actor y director. "Su paternidad, la manera en que le manipulamos, durmiendo en sitios alejados, sin que nadie le hablara, yo mismo le hice cargar con un traje que nunca usó para que pensara que algo distinto iba a pasar, su talento... Todo estalló en pantalla. Para suerte de Perdido".
Babelia
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