Michael Haneke: “El movimiento #MeToo se ha convertido en una caza de brujas”
El cineasta austriaco considera que esta 'revolución femenina' genera un nuevo "puritanismo" que daña la creación
El cineasta austríaco Michael Haneke, doble ganador de la Palma de Oro en Cannes, considera que el movimiento #MeToo (Yo también), que a lo largo de los últimos meses ha logrado unir a miles de mujeres que alguna vez han sido acosadas para denunciar los abusos sexuales que sufrieron, se ha convertido en una "caza de brujas" que genera un nuevo "puritanismo" que daña la creación. "Me preocupa este nuevo puritanismo, impregnado de odio hacia los hombres, que nos llega en la estela del movimiento #MeToo", ha dicho el director de cine, autor de películas como La pianista (2001) o Funny Games (1997), en una entrevista al diario austriaco Kurier esta semana.
"Como artista, uno empieza a estar confrontado al miedo ante esta cruzada contra cualquier forma de erotismo", ha afirmado Haneke. Según él, ''El imperio de los sentidos, de Oshima, una de las películas más profundas sobre la sexualidad, no podría filmarse hoy".Y ha añadido: "Desde luego, cualquier forma de violación o abuso sexual debe ser sancionado. Pero esta histeria y las condenas sin proceso a las que asistimos hoy me parecen repugnantes", ha agregado el cineasta, de 75 años.
Para el director de La cinta blanca (Palma de Oro, 2009) o de Amour (Palma de Oro y un Oscar en 2012), que no ha sido objeto de ninguna acusación, "cada aluvión de críticas que generan estas revelaciones, incluso en los foros Internet de diarios serios, envenena el clima en el seno de la sociedad". Haneke considera que este ambiente de "caza de brujas hace cada vez más difícil un debate sobre este tema [el acoso sexual] tan importante".
El movimiento #MeToo, al que se refiere Haneke, comenzó a principios del pasado octubre, después de que apareciesen los primeros titulares sobre que el gigante de Hollywood Harvey Weinstein era destituido de su empresa tras la publicación, por parte de The New Yorker y The New York Times, de un cúmulo de acusaciones de acoso sexual supuestamente cometidos durante décadas y silenciados a golpe de talonario. El estruendo provocado por los testimonios de artistas famosas contra Weinstein —Ashley Judd, Mira Sorvino, Angelina Jolie o Gwyneth Paltrow— desencadenó un enorme terremoto en Estados Unidos que se ha sentido en todo occidente y que ha ido derribando, en cascada, a un rosario de hombres poderosos, semidioses en sus respectivos gremios. Un seísmo que ha animado a cientos de miles de mujeres anónimas han roto el silencio y se han lanzado a compartir sus propios casos de abuso.
El fenómeno ha alumbrado un potente movimiento contra el machismo y el acoso sexual, pero también han surgido voces discrepantes, como la de Haneke, que está preparando una serie de 10 capítulos titulada Kelvin's Book. Sin embargo, la que más revuelo causó fue la de un colectivo francés, formado por un centenar de artistas e intelectuales, que creó un manifiesto opuesto al clima de "puritanismo" sexual que habría desatado el caso Weinstein. La tribuna fue publicada en el diario Le Monde y firmada por conocidas personalidades de la cultura francesa, como la actriz Catherine Deneuve, la escritora Catherine Millet, la cantante Ingrid Caven, la editora Joëlle Losfeld, la cineasta Brigitte Sy, la artista Gloria Friedmann o la ilustradora Stéphanie Blake.
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