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Es Baluard descubre el pasado balear de Reynaldo Luza

Nekane Aramburu reconstruye la colección sobre la fotografía de vanguardia y relatos de mujeres excluidas de la historia oficial

Fragmento de la fotografía  Iglesia de Sant Jordi, en Ibiza en 1935.
Fragmento de la fotografía Iglesia de Sant Jordi, en Ibiza en 1935. REYNALDO LUZA

Ante la barandilla blanca de una sencilla vivienda tradicional ibicenca, cuatro espectaculares mujeres, seguramente modelos, posan con ligeros vestidos blancos que destacan su piel bronceada. Como contraste, en la parte inferior de la imagen, apoyadas contra la pared, dos jóvenes tapadas completamente con trajes regionales, miran tímidas a la cámara. La fotografía fue realizada por el artista peruano Reynaldo Luza (Lima, 1893-1978) en Ibiza, hacia 1932, y forma parte de decena de obras del fotógrafo que se incluyen en la nueva revisión de la colección permanente de Es Baluard en la que la que se evidencian los lazos de la fotografía de vanguardia con las piezas más conocidas del museo.

 La transformación física de las salas va acompañada de un trabajo de investigación permanente sobre mujeres que han tenido un papel relevante en la evolución del arte pero que han sido ignoradas o mal juzgadas por los historiadores como las dadaistas, de Gala Dalí o de Gerda Taro.

La serie de fotografías de Reynaldo Luza ocupa toda una pared en la primera sala de la colección permanente. Aramburu descubrió la vinculación del artista peruano con Mallorca durante una visita a Art Basel Miami, cuando un conocido le llamó la atención sobre una exposición del fotógrafo. Sabía que había trabajado en Nueva York, París y Londres para Vogue, Vanity Fair y Harper’s Bazaar; sabía que su círculo de amistades estaba formado por Elsa Schiaparelli, Coco Chanel, Cristóbal Balenciaga, Salvador Dalí, Carl Erickson o Man Ray y que con todos ellos había estado en Ibiza; lo que no sabía es que también había pasado tiempo en Mallorca, como lo demuestra el autorretrato que Luza se hizo en Formentor, en la escalera exterior de una vivienda en la que luce un bañador muy ajustado y oscuras gafas de sol. “Contacté con los herederos y fue muy fácil conseguir que esta serie pudiera venir al museo. Me interesaron mucho las formas geométricas que escogía deliberadamente para los personajes que protagonizan sus imágenes. Junto al mundo de la sofisticación en el que él se movía, recupera atuendos locales con los que viste a las mujeres del campo. Cuando vuelve a Perú definitivamente, ya en los 50, inicia un trabajo de investigación de sus raíces culturales que de alguna manera se ven ya en esta serie”.

La colección también muestra una joya fotográfica de Hans Namuth (Essen, Alemania, 1915-Nueva York, EEUU, 1990), mundialmente famoso por sus retratos de los expresionistas abstractos norteamericanos y por sus fotorreportajes de la Guerra Civil española: la dramática imagen de civiles huyendo de las tropas franquistas por la carretera de Málaga a Almería, cuando murieron más de 3000 personas. y en la que algunos reconocen a Robert Capa y Gerda Taro entre los adultos que corren con niños en sus brazos.

Aramburu ha incluido un amplio colectivo de fotógrafos relacionados con las islas, como Hans Helfritz, Harold Liebow, Walter Läubli o Paco Gómez, en Ibiza; Hans Hartung y David Seymour, en Menorca, y Sybille von Kaskel y Jean Dieuzaide, en Mallorca. Asegura la directora que ningún hito de la colección ha sido trasladado a los almacenes. El museo, creado en 2004, posee unas 600 obras de las que se exponen alrededor de 200.

Entre esos hitos que cada año año atraen 600.000 visitantes, 80% de ellos extranjeros, se suceden los nombres de artistas como María Blanchard, Wifredo Lam, Fernand Léger, André Masson, Roberto Matta, Joan Miró, Robert Motherwell, Jorge Oteiza, Picasso o Antoni Tàpies. También se exhibe la obra de Juan Genovés, Hans Hartung, Rebecca Horn, Antoni Miralda, Miquel Barceló, José Manuel Broto, Anselm Kiefer y Juan Uslé, entre otros.

“Hemos querido depurar la colección y centrar el relato en el paisaje y en las figuras. Creo que es una visión novedosa porque vinculamos las obras, tanto las famosas como algunas menos conocidas, hablando de las transformaciones más importantes de los dos últimos siglos. Por eso la fotografía es el soporte que mejor nos sirve para articular esta nueva narración”, explica Aramburu.

Aunque, como en todos los museos, el presupuesto llega poco más que para abrir las puertas del edificio (Aramburu prefiere no precisar cantidades), la directora asegura que la generosidad de algunos artistas hace que la colección aumente. Como ejemplos pone una espectacular pieza donada por Concha Jerez, un Homenaje a Cage o todos los videos que hasta el momento ha realizado Bernardi Roig, material que protagonizará una de las exposiciones más interesantes de la primavera.

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