_
_
_
_

El español pierde peso en la enseñanza en Marruecos

Los estudios universitarios de esta lengua han pasado de unas 400 matrículas al año en la primera década de este siglo a unas 50 actuales en la universidad de Casablanca. Y en otras aulas no va mejor

Francisco Peregil
Alumnos marroquíes, durante una clase de español en el Instituto Cervantes de Rabat.
Alumnos marroquíes, durante una clase de español en el Instituto Cervantes de Rabat.INSTITUTO CERVANTES

El progreso en las relaciones entre España y Marruecos es evidente en el plano de la inmigración ilegal, en lucha antiterrorista y en el terreno económico, donde España desbancó a Francia hace cuatro años como primer socio comercial. Sin embargo, en el uso de la lengua, España viene perdiendo terreno ante el francés y el inglés desde hace una década.

Mohamed Dahou es un traductor de español que terminó filología hispánica en 2008 en la universidad de Fez. Tiene 33 años y busca trabajo en Rabat mientras aprende inglés. “En Marruecos para conseguir un buen trabajo primero tienes que tener muy buen nivel de francés, porque es nuestra segunda lengua oficial, después del árabe. Además del francés, el inglés cada vez tiene más salidas. El español sirve como un plus, solo eso. Yo estaba mal orientado, tendría que haber estudiado Derecho y aprender el español por mi cuenta”.

“Cuando empecé a estudiar”, prosigue Dahou, “había salidas de empleo en las universidades como profesor. Pero en cuanto terminé la licenciatura empezó a decaer la demanda. Aún se puede estudiar la carrera de español en Fez, Agadir, Casablanca, Rabat, Tetuán y Uchda. Pero cada vez hay menos profesores porque apenas tienen alumnos. La mayoría de los compañeros que se licenciaron conmigo no usan el español ni siquiera en su vida privada, para leer algún artículo. Algunos se ganan la vida como traductores del francés y otros cambiaron totalmente de orientación profesional”.

Fatiha Benlabbah, directora del Instituto de Estudios Hispano-Lusos en Rabat y profesora de español durante décadas, lamenta que sea casi imposible conseguir cifras oficiales actualizadas sobre el estado del español en la enseñanza pública. Ella es una de las personas que con más ahínco se ha dedicado en Marruecos a perseguir estadísticas del español. “Entre finales de los años noventa del siglo pasado y más o menos el año 2007 o 2008, el número de estudiantes que se matriculaban en las facultades para hacer estudios de español llegaba a más de 400 por año. Sin embargo, en el departamento de la facultad de Casablanca, entre nuevos matriculados y los estudiantes que repetían el primer semestre, apenas alcanzaban los 107 en el curso 2013-2014, cayeron hasta 69 al año siguiente, después a 64 (2015-2016) y ahora son 50 (2016-2017)”.

"Oficialmente se dice: el inglés, el inglés, el inglés. Y al mismo tiempo, los padres exigen en los institutos la enseñanza del inglés"

“Se habla mucho de acercarnos”, prosigue Benlabbah, “de conocernos más para superar estereotipos. Pero la realidad es la que es”. “Cuando en los años ochenta íbamos desde Rabat a Tetuán o a Tánger, el español estaba en el aire. En Rabat se hablaba espontáneamente el francés y en el norte, el español. Llegabas a las tiendas de Tánger y encontrabas la televisión española puesta. Eso distinguía la parte norte del país. El Estado formaba a profesores de español en la secundaria para responder a la demanda que había. Ahora el español para profesores se enseña solo en la escuela de Tetuán. Hay un decrecimiento de estudiantes de español en los institutos y en las universidades. Oficialmente se está diciendo: el inglés, el inglés, el inglés. Y al mismo tiempo, los padres están exigiendo en los institutos la enseñanza del inglés”.

Javier Galván, coordinador de todos los institutos Cervantes en el Magreb, aboga porque el español asuma con realismo su papel en la sociedad. Y para conocer esa realidad defiende la creación de un observatorio que estudie el desarrollo del español. “No sabemos exactamente cuántos alumnos hay apuntados en academias”.

El habla de Cervantes

En el país vecino del sur, hay seis centros del Instituto Cervantes: Casablanca, Fez, Marrakech, Rabat, Tánger y Tetuán. En 2008 contaban con 13.542 matriculados que en 2017 cayeron a 11.409.

Los universitarios que cursan estudios de español se han reducido. Desde los noventa hasta 2008 había unos 400 alumnos por año. Ahora son 50. La crisis y la falta de empleo en España han contraído el interés por el idioma.

El Instituto Cervantes dispone de seis centros en Marruecos (Casablanca, Fez, Marrakech, Rabat, Tánger y Tetuán). En 2008 contaba con 13.542 alumnos inscritos y en 2017 había 11.409 matriculados. La mayoría de ellos pertenecen a la clase media y alta, en un país de 34 millones de habitantes. Pero las estadísticas se difuminan cuando miramos hacia la enseñanza pública.

En cualquier caso, Galván corrobora que ha habido un retroceso en la implantación del español en la sociedad marroquí. “Hay que afrontar los nuevos tiempos, hay que ver el español como una lengua complementaria, no en disputa con el francés. Seamos realistas, no podemos dar por hecho que por haber tenido una historia común y por la proximidad la gente va a estudiar español aquí”.

Ni siquiera en Marrakech, la ciudad más turística del país, hay una demanda masiva de alumnos. Yolanda Soler, directora del Cervantes en Marrakech, señala: “Un marroquí mejora su francés, que le permite mejorar su empleo, y en segundo lugar aprende inglés que le comunica con todos los turistas. Hace años el Cervantes los hoteles de cinco estrellas nos demandaban cursos de español. Ahora, ya no. Y en la medina o en cualquier restaurante, el español que usan los vendedores y hosteleros es el suficiente para ofrecer su producto”.

María Jesús García, organizó como directora del Cervantes en Casablanca el II Congreso del Español como Lengua Extranjera en el Magreb. Lleva cuatro meses en el cargo. “Al llegar a Casablanca, los profesores me transmitieron que durante los últimos años los alumnos habían perdido la motivación por aprender español debido a la crisis económica y la falta de empleo en España”.

Sin embargo, García transmite optimismo sobre el futuro. Recuerda que el centro de Casablanca tiene más de 3.000 matrículas, es el que cuenta con más alumnos en Marruecos y el séptimo mayor en toda la red mundial de Cervantes. Explica, además, que hay un gran número de empresas españolas en Marruecos. “Y otras compañías extranjeras contratan a profesionales españoles para dirigir sus delegaciones aquí, por un mejor entendimiento entre ambas culturas. Yo prefiero albergar esperanzas respecto al futuro”.

Fatiha Benlabbah, por su parte, cree que se está produciendo una especie de “elitización" del español, de pérdida del español en la enseñanza pública. “Hay una élite marroquí que va a los colegios españoles y los mandan después en universidades españolas. Pero lo importante debería ser la mayoría. Yo quiero que el progreso mundial del español llegue también a Marruecos”, concluye.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_