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El español pierde fuerza como seña de identidad latina en EE UU

Diversos expertos analizan en el Instituto Cervantes la salud del idioma en los medios estadounidenses

Jesús Ruiz Mantilla
Imagen de archivo de inmigrantes hispanos en Miami en una concentración por sus derechos.
Imagen de archivo de inmigrantes hispanos en Miami en una concentración por sus derechos. Jeffrey Greenberg (Getty Images)

En Estados Unidos, no es crucial el idioma para conformar la creciente identidad latina del siglo XXI. No por el hecho de hablar inglés los hispanos y sus descendientes dejan de sentirse como tales. Se impone el bilingüismo, pero el dominio del español se convierte más en una razón práctica que de orgullo de pertenencia. Es lo que señalan diversos expertos reunidos esta semana en la sede madrileña del Instituto Cervantes. Lo han hecho en torno a un asunto de relieve: medios de comunicación y cultura en español, con jornadas dedicadas al estado de salud en EE UU.

Así lo cree Frances Negrón-Muntaner, escritora portorriqueña, cineasta y experta en etnicidad y raza de la Universidad de Columbia. “Los latinos lo son sin tener que hablar español”, asegura. “Ese aspecto no define, hoy por hoy, al grupo y el 71% de los mismos asegura que no es un aspecto crucial en su identidad”, comenta. Emili Prados, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona, opina lo mismo: “Lo valoran como una herramienta que les hace competentes, más que cómo orgullo de pertenencia a una comunidad”.

En ese declive con signos, ha tenido que ver la historia y el escaso margen de poder en esferas políticas, económicas y mediáticas que aún lastra a la comunidad hispana. Todavía hoy la desproporción en el área política preocupa. Jorge Ramos, presentador de informativos de Univisión, lo pone de manifiesto: “Para una población de 55 millones [el 18% del país] hay cuatro senadores y 30 congresistas”, cuenta. La buena noticia es que en estas últimas elecciones, dos candidatos hispanos –Marco Rubio y Ted Cruz- anduvieron en liza: “Suficiente para soñar alguna vez con un latino en la Casa Blanca”, comenta Rubio.

Si se da el caso, habrá sido un largo camino. Durante décadas, el español fue castigado en las aulas de los colegios. En la sociedad se imponía el English Only como mantra –un alineamiento surgido curiosamente en Miami a causa de la fuerza latina emergente en dicho ámbito- y se desprestigiaba el uso de un idioma, para los anglos, inferior.

Y Trump, ¿en qué une?

¿Cuál es el papel de los medios hispanos en la era Trump? “El énfasis en el idioma puede ser una respuesta a las políticas antiinmigrantes”, asegura Frances Negrón-Muntaner, de la Universidad de Columbia. Parece que la ofensiva antihispana del presidente de Estados Unidos une más que fomentar grietas. Aunque, al tiempo, Jorge Ramos, de Univisión, se pregunte: “¿Cómo abordar el hecho de que una opción como la suya ganara en Florida entre el voto hispano con un 49% de esos electores, frente al 47,82 que lo rechazó?”. Sigue siendo un misterio oscuro para este presentador de informativos que lo apoyara un 27% de los latinos en total. Pero lo cierto es que supone una pérdida importante para los republicanos. Con Bush llegaron al 40% de esa franja. No podrá ir mucho más allá en 2020.

“Actualmente, solo tres periódicos con más de 50.000 lectores –La Opinión (Los Ángeles), El Nuevo Herald (Miami) y El Tiempo Latino (Washington)- congregan a un público hispano”, afirma María Luisa Azpiazu, que fue corresponsal de la agencia Efe en EE UU durante 25 años. Escaso margen de influencia por escrito.

“La voz de la normalidad hispana en Estados Unidos no existe”, asegura Alberto Avendaño, antiguo director de El tiempo latino, medio asociado a The Washington Post. “La cobertura de esa realidad es patética y aleja a la audiencia de las nuevas generaciones de jóvenes hispanos”. En esa línea se pronuncia Alberto Vourvoulias-Bush, profesor del Programa de Periodismo en Español de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY): “Existen grandes desiertos en la cobertura de temas hispanos”.

Otra cosa es la televisión, aunque redunde en los estereotipos y caiga presa de una realidad: la nueva audiencia latina prefiere los contenidos anglos. La cadena de integración tiene sus consecuencias. Los inmigrantes recién llegados echaban mano de los medios en español al desconocer el idioma. Las generaciones nacidas allí, toman ya los contenidos en inglés como norma y tienden a salir de la especie de gueto que perciben en los medios latinos.

Los temas que abordan tienen que ver mucho con la realidad de la discriminación al inmigrante. “Siempre fue así”, comenta Negrón-Muntaner. “Un medio como El clamor público, el primero aparecido en California hacia 1855, lo hacía. Y El Diario La Prensa, el más antiguo todavía en circulación, lo mantiene”.

En las televisiones, con sus paradojas a cuestas, el problema es que andan en gran parte controladas por conglomerados anglosajones. O pretenden ahora, caso de Univisión, con capital hispano, captar público en inglés. “El desafío de los medios, y concretamente de la televisión, es mantener el vínculo y el interés en contenidos con un idioma que quede a la altura de la calidad de los otros”, afirma Prado.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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