Hacia un jardín del siglo XXI
Los paisajes no solo retratan los lugares. También explican sus tiempos, revelan los valores de cada momento
Los paisajes no solo retratan los lugares. También explican sus tiempos, revelan los valores de cada momento. El microcosmos de los jardines simboliza lo mejor y lo peor de cada época. Si una persona dice quién es en su relación con los demás, un parque inmortaliza las prioridades de un momento en la relación que establece el poder con la naturaleza. Así, si los vergeles del absolutismo francés pretendieron domarla, desviando el curso de los ríos para regar parterres geométricos y si el llamado jardín inglés pasó por natural la construcción de grandes colinas artificiales y extensiones infinitas de prado recién segado, el siglo XX transcurrió sin que los paisajistas se pusieran de acuerdo sobre qué constituía un jardín moderno. ¿Sería recuperar la lógica natural: el cultivo de las plantas autóctonas frente al exotismo de las especies viajeras de la historia? ¿Sería la ubicación inesperada? En 1983, Roberto Burle Marx respondió a ambas preguntas coronando la torre del Banco Safra en São Paulo con uno de sus jardines más inolvidables.
El siglo XXI ya ha demostrado que la lógica sostenible —que facilita el cultivo con pocos medios y la recuperación de paisajes y técnicas agrícolas y ganaderas— deberá dibujar nuestros parques y jardines. Hoy hay paisajistas, como los barceloneses Batlle y Roig o la ingeniera agrícola Teresa Galí, que reivindican la presencia del ganado como los mejores cortadores de césped. Eran las vacas, precisamente, las que mantenían ecológicamente segados los famosos greens de los jardines ingleses. El jardín actual reivindica la recuperación de la dimensión útil. Sumar función a la contemplación ya fue una constante en los planteles medievales y hoy, el siglo XXI siembra los mismos huertos urbanos que florecieron durante las guerras. Recupera las márgenes de los ríos como parques inundables —preparados para detener las riadas— o transforma antiguos vertederos en inesperados parques. La lógica paisajística de este siglo consiste en curar, preservar y recuperar.
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