Del convento al concepto
Carmen Machi protagoniza una sátira política boadelliana escrita por Ernesto Caballero
El arte como tema de la obra de arte: la pescadilla mordiéndose la cola. En La autora de las meninas, Ernesto Caballero siembra algunas reflexiones interesantes sobre la creación pictórica y su reproducción, el valor del patrimonio y la fuerza de lo rabiosamente contempòráneo, la marca personal y el acervo colectivo… Teatro de ideas, vertidas por arquetipos: Ángela, cándida monja copista; Alicia, directora del Prado puesta a dedo, y Adrián, mefistofélico propagandista del arte conceptual y del uso del cuerpo como lienzo, son figuras sin grosor psicológico, voces a través de las cuales su autor abre un debate en el que se reserva siempre la última palabra.
LA AUTORA DE LAS MENINAS
Autor y director: Ernesto Caballero. Intérpretes: Carmen Machi, Mireia Aixalá, Francisco Reyes. Video: Pedro Chamizo. Sonido: Luis Miguel Cobo. Vestuario: Ikerne Giménez. Escenografía e iluminación: Paco Azorín. Madrid. Teatro Valle-Inclán, hasta el 28 de enero.
En Arte, la controversia en torno al lienzo en blanco es un pretexto que Yasmina Reza utiliza para hablar sobre la amistad. En esta sátira, la polémica –a tres voces también– le sirve a su autor para sembrar la idea de que la creación artística y el patrimonio peligran ante el advenimiento de un Gobierno de Puebloenpié, nombre de opereta alusivo a la coalición de partidos situada a la izquierda del PSOE, a la que también aludía sin nombrarla su montaje de Rinoceronte.
Por los arrebatos egóticos que acaba sufriendo la protagonista, la bidimensionalidad de los personajes y el tono bufo de algunas escenas, cabe parangonar esta pieza con Daaalí y a su autor con aquel Boadella, pero también con el de la última década, vitriólico con la oposición, benévolo con el poder: echamos de menos al Caballero incisivo de Tierra de por medio..
Carmen Machi convierte a la pintora en entrañable vecina nuestra: es una monja despejada, graciosa, descendiente en línea directa de la Sor María de Melocotón en almíbary de Sor Citroën. Está espléndida en ese registro y mejor estaría aún si Caballero recortara alguno de los prolijos monólogos que le sirve. Mireia Aixalà le presta encanto personal al arquetipo femenino que en los montajes de Boadella interpreta con virtuosismo Pilar Sáenz.
Francisco Reyes hace una verdadera creación de un personaje en el cual no parece encajar… hasta que mordemos el cebo. Su inquietante Adrián nos desconcierta de entrada, imanta después nuestra atención, nos lleva de hito en sorpresa con la cadencia antinaturalista de su prosodia: hace pausas donde nadie se lo espera, arrastra algunas sílabas como si fueran fardos de carbón de coque, ronronea otras como lince con la zarpa sobre su presa. Su muy estilizado trabajo contrasta con las interpretaciones costumbristas de sus compañeras de reparto.
Las tres pantallas con las que Paco Azorín acota la escena evocan la Polivision, formato cinematográfico creado por Abel Gance para Napoleón.
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