Muere Tony Luz, guitarrista histórico del rock & roll español
Formó parte de la mejor época de Los Pekenikes y animó numerosos grupos consagrados al rock and roll
El guitarrista de Los Pekenikes, Antonio Luz Payer, más conocido como Tony Luz, falleció ayer miércoles en Madrid, a los 74 años. Siempre activo en la escena del rock & roll español, funcionó también como diseñador gráfico en la compañía Hispavox, donde compuso temas de éxito para la que luego sería su esposa, la cantante Karina.
Muy apenados por el fallecimiento de Tony Luz, uno de los grandes de nuestra música. Sus temas nos acompañarán siempre. Nuestras condolencias a sus familiares y amigos. https://t.co/X3ZP0GFcH6 pic.twitter.com/AB0fdklbue
— SGAE (@sgaeactualidad) November 30, 2017
Para hacerse una idea de la profundidad de la carrera de Tony Luz debemos ir casi a la prehistoria del pop. En el conjunto Los Tigres, acompañó a Luis Eduardo Aute cuando éste cantaba exclusivamente temas de rock and roll. Tony se profesionalizó en 1961, cuando entró como guitarra rítmica en Los Pekenikes. Estuvo con ellos cuando desfilaban por sus micrófonos algunos de los mejores vocalistas del momento: Junior, Juan Pardo, Pepe Barranco, Eddy Guzmán. Ya se sabe, aquellos Pekenikes alternaban los cantables con la música instrumental.
Estaban al día: fueron de los primeros conjuntos nacionales en adaptar a los Beatles, a los que telonearon en 1965, durante su paso por Madrid. Sin embargo, tenían querencia por electrificar canciones folclóricas –“Los cuatro muleros”, “El vito”, “El soldado de levita”- para nacionalizar su sonido.
Se reinventaron en 1966, escapando definitivamente de la influencia de los Ventures o Johnny & the Hurricanes. Añadieron una sección de metal y crearon un elegante pop instrumental, en base a melodías de ambiente español, con impactos como “Hilo de seda”, “Lady Pepa”, “Frente a palacio”, “Embustero y bailarín” y “Cerca de las estrellas”, esta última con la voz del baterista Félix Arribas.
La ascensión de los cantantes melódicos les obligó a concesiones como grabar versiones de éxitos internacionales. Y se rompió el proyecto común. Durante una temporada, se enfrentaron dos formaciones de los Pekenikes, aparte de un interesante grupo paralelo, Taranto’s, donde participaron miembros de Los Pasos. Tony lo vivió con enorme frustración, al estar en dique seco debido al servicio militar.
Con conocimientos de dibujo gracias a sus estudios de arquitectura, Tony se incorporó al departamento gráfico de Hispavox, donde realizó literalmente centenares de portadas. Igualmente, aportaría canciones de éxito –“El baúl de los recuerdos” y, a medias con Rafael Trabucchelli, la eurovisiva “En un mundo nuevo”- al repertorio de su novia de entonces, Maribel Llaudes, alias Karina. Se casaron en 1973, aunque el matrimonio duró poco.
Sin renunciar a sus labores de diseñador, Tony volvió a actuar con Zapatón y Bulldog, grupos con discos publicados por Hispavox. Había ampliado su paleta sonora al investigar en los teclados y en la steel guitar. Su afabilidad y su conocimiento de los intríngulis del negocio le permitió guiar los pasos de unos jovencitos que descubrían el poderío del rock and roll y que destacarían durante la década de los 80. Como productor, Tony firmó discos de Los Hurones, Más Birras, General Lee, Tranquilitos, Liverpool y, con mayor impacto, Los Rebeldes y Loquillo y Los Trogloditas; su nombre figuraba en los créditos de “Mescalina” y “La mataré”.
A diferencia de tantos compañeros de generación, que giraron hacia otras músicas según soplaba el mercado, mantuvo un compromiso de por vida con el rock and roll. Su entusiasmo era contagioso: arrastró incluso a Luis Mendo y Bernardo Fuster, de Suburbano, con los que compuso un puñado de temas.
Tony estaba presente cuando se le requería para tocar o para explicar aquella epopeya de expresarse en un país donde ni se podían conseguir guitarras eléctricas decentes. Precisamente, su último grupo se llamó Los Silver Tones, en honor de la Silvertone, guitarra económica que vendían los almacenes estadounidenses Sears. No es casualidad que dedicara su disco (“Mi amigo Chet”, 2010) a uno de sus maestros, el guitarrista de country Chet Atkins.
Babelia
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