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El futuro de los cines tal vez no sea el cine

La pantalla grande busca nuevos métodos de atraer a los espectadores más allá de las grandes producciones

Gregorio Belinchón
Michael Edwards (Getty Images )

La pasada semana se cruzaron dos noticias sobre el futuro de las salas de cine. Por un lado, Cinesa, la cadena más grande de exhibición cinematográfica en España, mostraba una encuesta sobre los gustos de los espectadores de cine (no solo de sus salas). Y en un apartado se preguntó a los encuestados qué querrían ver en sus pantallas aparte de las películas. Un 42,5% señaló obras de teatro; un 34%, cine clásico; un 34%, documentales; un 31%, conciertos, y un 20%, óperas. A los responsables de Cinesa les llamó la atención que los porcentajes se mantenían en todos los tramos de edad, con lo que han decidido anunciar más la ópera —que habitualmente programan— entre la gente joven. Por cierto, en España también se proyectan partidos de fútbol en salas.

La segunda llegó desde Italia. El primer y tercer episodio de la tercera temporada de la serie Gomorra se proyectaron juntos en 325 salas italianas hace casi dos semanas, antes de su estreno en la televisión en el canal Sky Italia, donde se emite. Durante esos días lideró la taquilla con 491.833 euros y 55.853 entradas vendidas. Andrea Scrosati, vicepresidente de la cadena televisiva, aseguraba que la experiencia —la primera vez que se realizaba en ese país— confirmaba una vía de crear lazos entre toda la industria y que cada día aumenta la necesidad de reducir las ventanas de exhibición (los tiempos que transcurren entre que una película se estrena en salas hasta que llega a Internet, DVD y televisiones). En Francia, en una decisión lastrada por el poder de los exhibidores, pasan hasta tres años entre que se estrena un filme en salas hasta que llega a plataformas de streaming.

Que se estrenen episodios de televisión en salas no es nuevo en el resto del mundo. Un ejemplo. El especial de Navidad de la serie británica Sherlock The Abominable Bride (que duraba 90 minutos) entró en enero de 2016 en quinto lugar en la taquilla estadounidense y lideró la de China. En los dos días que se proyectó en Estados Unidos, vendió más entradas por sala que Star Wars: El despertar de la fuerza. En Reino Unido se proyectó a la vez en cines y en televisión: 18.600 espectadores fueron a las salas; 11,6 millones la vieron en la pequeña pantalla. En total recaudó en los cines 30 millones de euros.

Y volvemos al inicio del estudio de Cinesa, en el que los encuestados priorizaban para elegir la sala en la que veían una película el tamaño de la pantalla antes que la calidad de proyección. Abandonado el 3D —que no ha funcionado comercialmente como se preveía—, puede que en la variedad de oferta haya un nuevo enganche. Ahí está la clave: que el público vuelva a las salas a disfrutar del evento, que ir al cine sea una experiencia, independientemente de lo que vean allí. Que los aficionados al cine encuentren nuevos aliados en la cola de la taquilla.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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