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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Una historia asombrosa

Tras cada nuevo cataclismo, natural o humano, Ciudad de México es capaz de reinventarse para conservar su lugar entre las grandes metrópolis del arte y la cultura

Plano de la ciudad prehispánica atribuido a Hernán Cortés.
Plano de la ciudad prehispánica atribuido a Hernán Cortés.CORTESÏA MUSEO DE LA CIUDAD

La historia de la humanidad es en gran parte la de nuestras ciudades. Ellas han sido los ejes sobre los que a través de los siglos ha girado la vida económica y política, pero también la de la cultura y el arte. El crisol donde personas llegadas de lugares y culturas distintos, rotos los lazos con la esterilizante pureza de la autoctonía, han forjado nuevas formas de ver y entender el mundo. Pocas, sin embargo, han sido capaces de mantener este privilegiado lugar de focos artístico-culturales a lo largo del tiempo, la de México es una de ellas.

Convertida casi desde el momento de su fundación en uno de los centros culturales del mundo mesoamericano su historia posterior resulta al menos igual de asombrosa. Es como si tras cada nuevo cataclismo, natural o humano, fuera capaz siempre de reinventarse para conservar su lugar entre las grandes metrópolis del arte y la cultura.

La fastuosa capital de los mexicas dio paso, después de su destrucción por los conquistadores castellanos, a otra cuyo papel como cabeza de uno de los reinos más importantes de la Monarquía hispánica, el de la Nueva España, hizo de ella uno de los grandes focos culturales y artísticos de la primera estructura política global de la historia de la humanidad. El papel de la Ciudad de México durante los tres siglos virreinales no fue el de una ciudad dependiente, cuya producción artística pudiera ser entendida como una especie de copia imperfecta de la de la metrópoli, sino el de uno de sus grandes centros de generación y producción de nuevas obras de arte, desde la arquitectura a la pintura o la música.

El colapso de la estructura imperial hispánica obligó a la durante tres siglos cabeza del Reino de la Nueva España a reinventarse de nuevo, de submetrópoli imperial americana a capital de un Estado-nación todavía en gran parte por imaginar y construir. Nuevo papel que la ciudad asumió convirtiéndose en centro de la vida artística de una nación todavía en gran parte por construir, dentro de los ambiguos parámetros de un arte decimonónico que se quería a la vez nacional y cosmopolita, romántico y académico. El triunfo de la Revolución y las políticas culturales posrevolucionarias obligaron una vez más a la Ciudad de México a redefinir su papel. Un momento complejo y lleno de aristas, atravesado por las contradicciones de un discurso radicalmente nacionalista en una ciudad cada vez más cosmopolita. Tensiones que darán origen a uno de los momentos más brillantes de su vida artística, desde la pintura al cine, y que se prolongará sin solución de continuidad hasta el momento actual.

Esta es la historia que La Ciudad de México en el arte. Travesía de ocho siglos quiere contar, la de una ciudad que desde su fundación ha sido capaz, con altibajos, de formar parte de los ejes de producción cultural del mundo. Una mirada al pasado pero también una proclama de futuro.

Tomás Pérez Vejo es historiador y curador de la época virreinal de la exposición La Ciudad de México en el arte. Travesía de ocho siglos.

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