Albacete apuesta por el lado más ‘cool’ de su festival de cine
Abycine cierra su 19ª edición convertido en una cita que no solo ofrece cine, sino también música y financiación
Ni Nueva York, ni Tokio, ni Berlín. El epicentro del cine nacional estos días no se encuentra en ninguna capital internacional, sino en un lugar más exótico y cercano: Albacete.
Abycine, el Festival Internacional de Cine de Albacete, concluye hoy su décima novena edición tras diez días de proyecciones, y con la película de “La vida y nada más” , de Antonio Méndez, como ganadora de este año.
Camino de sobrevivir dos décadas como referencia del cine independiente español, antes de pisar la alfombra roja de los grandes festivales muchos directores españoles se manchan los zapatos con el polvo de esta ciudad harta de que solo la relacionen con sus cuchillos.
“El problema de Albacete es que tiene una imagen todavía muy de Cuéntame, pero es todo lo contrario, es una ciudad joven, inquieta y que tiene mucho que ofrecer” dice José Manuel Zamora, director y fundador del festival. De Albacete han salido, por ejemplo, fenómenos como Muchachada Nui, un grupo humorístico que, como el propio festival, alcanzó el éxito con una fórmula sencilla pero eficiente: empezar por lo doméstico.
En caso de Abycine lo doméstico contiene además una doble dimensión al abarcar tanto películas españolas, como cine independiente. “La idea no es proyectar cine marginal, pero sí películas que no superen en ningún caso el millón, o millón y medio de euros, y que no estén patrocinadas por ninguna de las grandes televisiones” dice Zamora quien admite que “otros festivales tienen parajes espectaculares y montan un festival para promocionarlos. Pero aquí la estrella es el propio festival”,
Esta vocación queda clara cuando uno echa un vistazo a los números. Solo en su última edición Abycine ha proyectado más de 100 sesiones en salas de cine, ha estrenado 9 largometrajes y ha conseguido reunir a artistas tan variopintos como Maracena García, Lagartija Nick o Jon Plazaola.
“Este año hemos tenido 22.000 espectadores” remata orgulloso José Luis, para quien la clave está en los 11.000 escolares que acuden anualmente, pero también “en el estilo del propio festival que acaba enganchando a creadores que vienen, no solo a ver películas, sino también a encontrarse con la gente de la profesión”.
Pero ¿cómo llega una ciudad sin aparente glamur a convertirse en uno de los referentes del cine español? Para entender el éxito de Abycine hay que remontarse a finales de los años 90, con el llamado boom del cortometraje patrio. En aquella época nombres como Juanma Bajo Ulloa, Julio Medem o Álex de la Iglesia, comenzaban a sonar en muchos de los cineclubs repartidos por la ciudad. Fueron tres veinteañeros de uno de esos cineclubs los que olieron la oportunidad de convertir su afición en una cita de talentos. “El festival comenzó siendo un bebé en cuanto al mundo del cortometraje y poco a poco fue evolucionando”.
Como el niño que crece a base de fiebres, también Abycine le debe parte de su éxito a febriles experimentos, como el Laboratorio de Creación, un proyecto en la que músicos nacionales ponen banda sonora en directo a películas antiguas, o la idea de organizar charlas del posthumor, cuando nadie sabía todavía que en España habíamos superado a Gila.
Precisamente Nacho Villalongo, Joaquín Torres o Carlos Vermut, fueron algunos de los habituales que ayudaron a dar brillo a una cita que, como muchos otros festivales, empezó a tocar fondo por culpa de la crisis económica. La solución fue dar un giro de 180 grados y apostar por convertirse no solo en proyectores, sino también en productores de películas, como en el caso de la última candidata a los oscars “Verano del 93”, que antes de triunfar en Berlín pasó por Albacete para terminar su financiación.
“Abycine Lanza es probablemente el futuro del Festival” dice Zamora, quien el año pasado lanzaba esta iniciativa en la que directores de todo el país pueden acudir a Albacete para obtener financiación. El año pasado se recibieron solicitudes de más de 100 películas, entre ellas el último proyecto de Isaki Lacuesta.
Babelia
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