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El correo del zar
Columna
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Jerry Lewis y el nazi ‘Albert el sonriente’

El cómico encarnó al mariscal Kesselring en la desaforada ‘¿Dónde está el frente?’

Jacinto Antón
Jerry Lewis, en el centro, como el mariscal Kesselring en '¿Dónde está el frente?'
Jerry Lewis, en el centro, como el mariscal Kesselring en '¿Dónde está el frente?'

La película maldita del recientemente desaparecido Jerry Lewis El día que el payaso lloró, en la que un clown en decadencia es enviado a un campo de exterminio donde se le obliga a acompañar a los niños judíos a las cámaras de gas para que no se asusten (!), no fue la única incursión del cómico en el tema del nazismo y la Segunda Guerra Mundial. En el extremo diametralmente opuesto de ese filme terrible y oscuro, se encuentra otra película que Jerry Lewis también dirigió y protagonizó y que es tan boba y disparatada –aunque algunos tenemos una inconfesable debilidad por ella- como profunda y reflexiva la primera.

Se trata de ¿Dónde está el frente? (Wich way to the front?, 1970), una verdadera astracanada pero que muestra al actor interpretando a uno de los personajes más discutidos y poco esclarecidos de la jerarquía militar alemana, el mariscal Albert Kesselring. Apodado Albert el Sonriente y Tío Albert, que ya son motes para un nazi, Kesselring fue uno de los altos mandos de la Luftwaffe y comandante en jefe del teatro de operaciones sur que comprendía Italia, el Norte de África y la cuenca mediterránea. Se desempeñó bien, consiguiendo incluso la admiración de sus enemigos británicos (hasta algún ganador de la Cruz Victoria) y estadounidenses, y era sin duda un tipo efectivo y valiente, que aprendió a volar a los 48 años y fue derribado cinco veces durante sus vuelos de reconocimiento del frente, usualmente a los mandos de una avioneta Storch-Cigüeña.

Es tentador creer que Jerry Lewis, judío de Brooklyn, disfrutó ridiculizando a fondo a Kesselring del que sin duda no ignoraba sus aspectos más sombríos

Tenía cosas graciosas, como putear a Rommel o vanagloriarse, cuando lo nombraron jefe del Ejército Alemán en el frente oeste en sustitución de Rundstedt en el 45, de ser “la nueva V-3”, en alusión a las armas secretas nazis. Pero en su contra hay que mencionar su responsabilidad en los devastadores bombardeos de Varsovia, Rotterdam o Coventry, y sobre todo las masacres cometidas por las tropas bajo su mando en Italia, en el curso de operaciones de represalia contra los partisanos. De hecho, Kesselring fue condenado a muerte tras la guerra, aunque se le conmutó la sentencia por cadena perpetua y finalmente se le liberó en 1952 por motivos de salud, supuestamente por un cáncer (no murió hasta 1960, de infarto).

En ¿Dónde está el frente?, qe tiene puntos de contacto con Malditos bastardos (como el que salga bien un atentado contra Hitler), Jerry Lewis interpreta a un millonario estadounidense juzgado no apto para el servicio que decide hacer la guerra por su cuenta y suplanta al mariscal Kesselring (encarnando el actor ambos personajes) para acelerar el final de la guerra. El Kesselring de Lewis, que se llama Eric, es de opereta, con monóculo, sin ningún rasgo físico verdadero (incluso luce una barbita imposible). Pero en una escena se le muestra haciéndole tontos arrumacos a Hitler, lo que coincide con la devoción que el mariscal profesaba a su jefe. En sus memorias (Tempus, 2009), no se encuentra ni una crítica al líder nazi y sí comentarios que rozan lo cariñoso. “A pesar de nuestras graves derrotas, nunca pronunció una palabra de reproche”, escribe Kesselring, que dice que Hitler siempre fue con él “amable” y “considerado”. No sabemos qué le habría parecido El hundimiento. También escribe que en el fondo Göering era buen tipo.

Es tentador creer que Jerry Lewis, judío de Brooklyn, disfrutó de lo lindo ridiculizando a fondo a Kesselring del que sin duda no ignoraba sus aspectos más sombríos. Como que todavía en 1952 considerara, para indignación del Parlamento italiano, la matanza de Marzabotto (800 civiles ejecutados por elementos de la 16 ª división de granaderos panzer de las SS) “una operación militar normal” o que gustara de frecuentar dudosas asociaciones de viejos camaradas e incluso a miembros de la SS convictos. A su entierro asistieron nazis (toda una crème brune –y ya entonces también bastante brûlée-) como Sepp Dietrich, Otto Remer y Joachim Peiper. En todo caso, que hoy muchos vinculemos su nombre a escenas tan desopilantes como la del estúpido control alemán o la reunión con Hitler en el búnker de la Guarida del Lobo (”¡los planes para los Balcanes!, ¡los planes para los Balcanes!”) no le hubiera hecho ni la más mínima gracia a Albert, el sonriente.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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