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Messiez: “Me conmueve y añoro la valentía de Lorca”

El director de teatro se rinde ante la explosión del deseo carnal y trágico de ‘Bodas de sangre’, con la que abre la temporada del teatro María Guerrero

Rocío García
El elenco de 'Bodas de sangre', del director Pablo Messiez, en una escena de la obra.
El elenco de 'Bodas de sangre', del director Pablo Messiez, en una escena de la obra.MarcosGpunto
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Está convencido Pablo Messiez de que Federico García Lorca utilizó como material su propia carne para hablar del deseo. De otra manera, no se entendería la potencia y vigencia de una obra como Bodas de sangre, la tragedia en verso y prosa escrita en 1931 y estrenada dos años después. “Esas imágenes tan concretas y vibrantes hablan de algo que Lorca conoció en primera persona. No puedo dejar de pensar en él, siendo homosexual en su época y tener este deseo evidente en su cuerpo frente a un mundo en contra que se lo negaba”. Pablo Messiez, director argentino de 43 años y una de las voces más sugerentes del panorama de la dramaturgia en España, se ha rendido ante la valentía de un poeta como Lorca con Bodas de sangre, ese grito a favor del deseo carnal con el que se inaugura la temporada en el teatro María Guerrero, de Madrid.

“Es el mundo de los impulsos, del instinto y el deseo frente al dolor y las consecuencias que pueden traer esos impulsos. Es el mundo del cuerpo animal frente al cuerpo social”, explica. “Me conmueve y añoro la valentía de Lorca”, dice emocionado Messiez, ante su primer montaje de una obra del poeta granadino y abanderado del teatro popular. Bodas de sangre, con doce actores en escena (Gloria Muñoz, Carlota Gaviño, Francesco Carril, Estefanía de los Santos y Julián Ortega, entre otros) se estrena mañana miércoles, 18 de octubre, y estará en cartel hasta el 10 de diciembre.

Un grandioso escenario blanco y una mujer desnuda de cabellera larguísima que de tan blanca parece azul. Camina lenta y un punto majestuosa y las palabras iniciales de Comedia sin título, del propio Lorca, resuenan como un manifiesto que orienta la lectura de la función de Bodas de sangre. “El poeta va a tener, no el gusto, sino el sentimiento de enseñaros esta noche un pequeño rincón de realidad. Ángeles, sombras, voces, liras de nieves y sueños... Hoy el poeta os hace una encerrona porque quiere y aspira a conmover vuestros corazones enseñando las cosas que no queréis ver. ¿Por qué hemos ir siempre al teatro para ver lo que pasa y no lo que nos pasa?". Y lo que nos pasa, asegura Messiez tras un ensayo en la sala grande del María Guerrero, es fascinante y complicado de resolver: el conflicto entre el deseo y las reglas, lo que el cuerpo te pide y lo que a veces se espera de uno.

El director argentino, afincado en España desde hace años y responsable de montajes como La piedra oscura, cinco premios Max, entre ellos el de mejor dirección de escena, He nacido para verte sonreír, Todo el tiempo del mundo o Las criadas, se ha enfrentado a la obra que escribió Lorca, con 38 años, cinco antes de su asesinato, esa historia de amor, deseo y muerte en un pueblo marcado por la venganza y el enfrentamiento entre dos bandos. Y lo ha hecho bajo la presión de una pregunta latente: “¿Qué sentido tiene hoy hacer Bodas de sangre? ¿Qué sentido tiene que la haga yo?”.

Y lo que ha encontrado no puede ser más hermoso. “Lorca es un estímulo. En Lorca no solo importa el contenido, las ideas o reflexiones que plantea, sino también la forma escénica que elige para cada cosa. Lorca me ha regalado valentía. Es el autor más valiente de la historia del teatro. Un hombre que escribe lo que necesita, sin afán de agradar ni de desagradar. Él no quiere provocar ni dejar de hacerlo. Lo que hace en cada momento es recurrir a la forma que necesita para contar aquello que quiere contar. En Bodas de sangre, la valentía es total. Solo el hecho de abrir ese bosque y hacer hablar en verso, traer a la luna y a la muerte”, explica el director que ha encontrado en el propio poeta al mejor guía y consejero para hacer la versión de Bodas de sangre y traerla al presente.

Cuando entraba en crisis, recurría a Federico y siempre encontraba la solución que le ayudaba a seguir y, sobre todo, asegura Messiez, a no olvidar que el teatro es “un diálogo en presente con el público” y que por ello a los clásicos hay que revisitarlos y transformarlos con un ritmo nuevo. “Yo hago el teatro que me gusta y lo hago como me da la gana”, declaró Lorca en una ocasión. Messiez se ha dejado mecer por el poeta. Admira su impunidad, la radicalidad y la pasión por defender sus ideas sin miedo a resultar incómodo o desagradable. “Me he contagiado de la valentía por dejarse llevar por el deseo”.

Lo que pasa aquí y ahora

En el María Guerrero todo huele estos días a Lorca. Los colores, la música, el ritmo, la radicalidad y la pasión por el teatro popular del poeta están presentes en Bodas de sangre, basada en unos hechos reales que acontecieron ocurridos en Níjar (Almería) en 1928. Tierra de secano y calor. Dos familias enfrentadas por unas trágicas muertes a navaja. Una novia enamorada pero sujeta a una pasión del pasado. No es verdad que el tiempo corra y las paredes tapen. Y llega el día en que las tierras se roturan. El día en el que la novia confiesa sus amores: aquel que era su fin, el que pudo llegar a ser el padre de sus hijos, y el otro, ese brazo que le arrastró como un golpe de mar. De la alegría y blancura del principio, salpicada por unos muros abstractos, amarillos, rosas o azules, tal como pedía el propio Lorca en las acotaciones de la obra, se pasa de manera repentina y brusca al negro y oscuro del bosque. Todo en un ambiente popular, bien pegado a la realidad. Pasa aquí y ahora.

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