‘Translúcido’ mete toda una vida en el último día
El venezolano Leonard Zelig dirige la película que representará a Ecuador en la próxima edición de los Premios Goya
Translúcido no tiene guion. Se improvisa. Es como la vida, pero condensada en un solo día. La película ecuatoriana, dirigida por el venezolano Leonard Zelig, le pone una sonrisa a la muerte en el último día de la vida de Rubén. Roberto Manrique protagoniza a un enfermo terminal de cáncer, guapo, exitoso, alegre y sin drama que conoce a una chica a pocas horas de morir. Mejor dicho, de suicidarse.
Por la noche, le espera una sobredosis voluntaria de heroína que le evitará el calvario del dolor, de perder poco a poco el sabor de su ceviche -con v, como se escribe en Ecuador- y de depender de sus allegados. Pero por el día, que empieza con un palpitante amanecer, disfruta de todo lo que se puede pedir en años de existencia. No solo conoce e inicia una relación -obviamente muy breve- con su vecina. También disfruta de sus amigos, del sexo, de los juegos de mesa, de los recuerdos fotográficos de infancia, del yoga, de los viajes, de un paseo en bicicleta por Central Park e incluso se reconcilia con una ex y se convierte en padre. Aunque sea a título póstumo y por inseminación artificial.
“Ponerle fecha a tu muerte puede tener muchas ventajas”, reflexiona el director. Zelig eligió el tema del tránsito entre la vida y la muerte para su regreso al cine porque cree que el mensaje puede llegar a mucha gente. Había dejado pasar cinco años para superar el trauma que le dejaron sus dos primeras películas y tenía que escoger un tema relevante. “Si tenemos la libertad de vivir como queremos, ¿por qué no tenemos la libertad de morir como queremos”, es lo que planteó. “Sería muy feliz si las películas pudiesen cambiar legislaciones”.
La crisis económica de Venezuela quiso que el actor ecuatoriano de mayor proyección internacional tuviese que inmiscuirse más en el proyecto. El director, venezolano, no tenía muchas esperanzas en poder sacarle rendimiento económico al filme si se lanzaba en su país y le pidió a Roberto Manrique que interpretase al personaje principal. Éste le puso una condición: ser coproductor. Así Ecuador adoptó Translúcido y ahora es la cinta que representará al país de cara a la próxima edición de los Premios Goya. “Ojalá la Academia decida nominarla, porque sería la segunda ecuatoriana candidata a 'Mejor película iberoamericana' en 32 años”, aciertan a decir el director y el actor.
Aunque Zelig sabe que su cine independiente no puede igualar el presupuesto y los recursos de otras propuestas de América Latina, “sí tiene un nivel de conexión muy alto”. La frontera entre realidad y ficción, añade su colega ecuatoriano, se desdibuja en la pantalla ya que él, como su protagonista, ha conocido de cerca las consecuencias de una enfermedad sin solución. Su padre, diagnosticado de cáncer, luchó durante cinco años hasta morir pero quiso aprovechar la fatalidad para dejar un último legado a sus hijos: “Ya les enseñe a vivir, ahora les enseñaré a morir”. Por eso, al actor no le cuesta entender la muerte como parte de la vida y a su personaje, ponerle música y buena cara.
“Planteamos un conflicto muy humanista desde una visión que no es común en el cine ecuatoriano”, reflexiona el actor y coproductor. “En mi país, los temas sociales que se abordan cuentan historias de drogas, de crímenes, de pocas oportunidades”, distingue Manrique. No como la de Rubén. Él nunca pierde ese espíritu optimista, ni siquiera en el tramo final. “Es la mayor prueba de amor que he tenido en mi vida. Gracias por dejarme irme con eso”, le dice a sus dos amigos y a su nueva novia cuando apenas le quedan dos minutos de vida y de película. Solo quería compañía y comprensión.
Babelia
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