Pastel romántico ante la muerte
El relato nunca traslada la desesperación vital y las ansias de supervivencia, y menos aún el prurito romántico del amor desbocado en condiciones extremas
LA MONTAÑA ENTRE NOSOTROS
Dirección: Hany Abu-Assad.
Intérpretes: Kate Winslet, Idris Elba, Dermot Mulroney, Beau Bridges.
Género: romance. EE UU, 2017.
Duración: 104 minutos.
La épica del llamado Milagro de los Andes resulta insuperable. Sobre todo para el cine, que ya se acercó al suceso en 1993 con la muy digna ¡Viven!, pero en cuyas imágenes apenas si se rozaba la magnitud de la odisea real. A pesar de ello, la traslación a la pantalla del accidente de avión del equipo uruguayo de rugby que se estrelló contra un risco andino en octubre de 1972, y del que sobrevivieron 16 personas, encontradas 72 días después, tenía dos componentes indiscutibles para la emoción: uno interno, las condiciones de canibalismo que les habían permitido seguir con vida; y otro externo, que se trataba de un hecho auténtico.
Ante tal antecedente, adentrarse en una película en la que dos personas que se han conocido apenas un rato antes viven una tragedia aérea semejante a bordo de una avioneta, pero en la que el interés, y el subtexto principal, residen en si en tales condiciones de soledad puede surgir el amor verdadero, parece un suicidio artístico y emocional.
Basada en una novela de corte romántico, publicada por Charles Martin en 2011, La montaña entre nosotros presenta además a dos personajes que, a pesar de su formación, un neurocirujano y una fotógrafa de prensa especializada en conflictos internacionales, siempre tienen una rara habilidad para tomar las decisiones más incomprensibles y equivocadas en vías a su posible rescate, lo que apenas ayuda a la empatía del espectador.
Qué se la ha perdido en este pastel al palestino Hany Abu-Assad, hasta ahora autor de interesantes películas sobre el conflicto político de su tierra ―las magníficas Paradise now (2005) y Omar (2013), y la fallida Idol (2015)―, es otro de los misterios de un relato que nunca te traslada la desesperación vital y las ansias de supervivencia, y todavía menos el prurito romántico del amor desbocado en condiciones extremas.
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