Rosa Torres-Pardo y Teresa Catalán ganan el Premio Nacional de Música
La pianista recibe el galardón en la modalidad de interpretación mientras que la autora en el de composición
Rosa Torres-Pardo repasaba esta mañana de lunes unas Goyescas de Granados cuando sonó el teléfono. Era el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, para anunciarle que había ganado el Premio Nacional de Música en la modalidad de Interpretación. "No es algo que esperes en un día normal. Pero apartarme hoy del estudio merece la pena por una noticia así", ha asegurado la pianista madrileña. El jurado se lo ha concedido por "su extraordinario trabajo de difusión de la música española como intérprete, recuperando repertorio y apoyando especialmente a los compositores españoles", así como por la "versatilidad" de sus proyectos, que aúnan varias disciplinas, especialmente "flamenco, poesía y danza".
Casi al tiempo, otra llamada se lo comunicaba a Teresa Catalán, que lo ha conseguido en el apartado de composición. Ambos los concede anualmente el ministerio y están dotados con 30.000 euros cada uno.
Son alegrías poco predecibles, aunque siempre bienvenidas. Más cuando a lo largo de una carrera que ya ha alcanzado la madurez, Rosa Torres-Pardo (Madrid, 1960), busca nuevos caminos. "Es nuestra obligación. Todo ha sido inventado, necesitamos rastrear en autores vivos, distintas formas, sobre todo para atraer más público a las salas", asegura.
En ese sentido, la pianista está recién aterrizada de Barcelona, donde ayer, domingo, disfrutó de la Batucada que el compositor Ricardo Llorca compuso para ella en modo festivo. En principio lo hizo sin piano. “Yo vi aquello y le convencí para que lo arreglara metiendo mi instrumento. Es glorioso, con todos esos tambores en la calle, detrás de ti, claro que tocas de otra manera. Resulta además una combinación perfecta entre músicos con rastas y con frac, muy especial".
Las mezclas con estilo, la música en compañía, las alianzas de riesgo hacen de Torres-Pardo una intérprete de referencia para la aventura. Ha roto parcelas, esquemas y prejuicios. Ha sacado del terreno inmaculado el repertorio español, lo ha devuelto a la esfera popular, lo ha modernizado. Sus visiones de Falla, Albéniz y Granados huyen del estereotipo y lo folclórico para aliarse con la modernidad. Los ha rejuvenecido e introducido en otros ambientes.
Ha sabido también aunar la música con la danza y la poesía. Aparte de compositores como Llorca, cantantes líricos como Enrique Viana, flamencas de huella y luz emergente como Rocío Márquez o iconos como Ana Belén, ha colaborado con bailaoras de la talla de Lola Greco o poetas como Luis García Montero y cineastas como Carlos Saura (en su película Iberia) o Arantxa Aguirre (con Una rosa para Soler), con el fin de ampliar repertorios, espacios y visiones. “Abrir esos caminos me aporta muchísimo, además de ser un estímulo para conocer y perfeccionar las cosas".
El festival que durante dos décadas organizó junto a la arquitecta Lourdes Manzano, al cobijo del pintor Eduardo Arroyo en Robles de Laciana (León), fue una cantera de talento que hoy se ha consolidado en gran parte. Allí, al fresco, en plena naturaleza, dinamizó alianzas y colaboró con solistas y grupos de cámara, con artistas plásticos, fotógrafos de la talla de Jordi Socías y literatos para acercar el arte y el talento, sobre todo emergente, a los montes de la cuenca minera leonesa.
Torres-Pardo, aparte de gran intérprete, tiene esa veta de movilizadora entroncada con las misiones pedagógicas que emprendió la Institución Libre de Enseñanza. Pero también una carrera asombrosa como solista y concertista. Comenzó su andadura joven, tras los estudios en Londres, Viena y la Juillard School, de Nueva York, donde ha impartido después clases maestras. Desde entonces ha debutado y ofrecido conciertos y recitales en las mejores salas y festivales del mundo.
Se siente parte de una generación a la que ya valoran fuera de España y no como excepción con ciertos nombres. Es consciente de que sus inicios, en los años ochenta, representaban una mejora frente a los que la habían precedido. "Este país ha cambiado mucho. Goza de una gran calidad musical, era lógico que a poco que se hiciera para impulsarla, iba a aflorar y a brillar de manera contundente". El Premio Nacional de Música, en su caso, refrenda lo dicho.
El jurado, presidido por la directora general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), Montserrat Iglesias, ha estado integrado por Daniel Bianco, María Bayo, Antón García Abril y Vera Martínez Mehner. De él también han formado parte Antonio Moral Rubio, Pilar Rius Fortea (a propuesta de la Asociación de Mujeres en la Música), Antoni Parera Fons (Premio Nacional de Música 2016 en la modalidad de Composición) y Eduardo Fernández Palomares, subdirector general de Música y Danza, quien ha ejercido como vicepresidente.
Teresa Catalán o el arte de hacer sonar el mundo
La creadora Teresa Catalán (Pamplona, 1951) recibió este lunes junto a Rosa Torres-Pardo el Premio Nacional de Música en la modalidad de composición. El jurado ha valorado "su amplio y diverso catálogo de obras, abarcando desde la canción lírica hasta piezas sinfónicas".
Catalán ha confesado alguna vez que un buen día se le metió en la cabeza el deseo de participar en la tarea de “hacer sonar el mundo”. Y así fue como empezó a concebir obras que le han llevado hasta este reconocimiento.
Su obra ha explorado varios géneros, pero está muy centrada en el repertorio de cámara y en el piano. Empezó su formación en el Conservatorio Pablo Sarasate de su ciudad y hoy enseña composición, instrumentación y formas musicales en el Conservatorio Superior de Madrid, tras haber pasado por las universidades de Valencia y Zaragoza.
El pintor José María Broto, Nacional de Arte gráfico
El pintor José María Broto (Zaragoza, 1949) ha sido galardonado con el premio nacional de Arte Gráfico, concedido por Calcografía Nacional, de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El fallo se anunció coincidiendo con la presentación de una exposición sobre Gustavo Torner, a quien se concedió esa misma distinción el año pasado. El jurado destacó “la capacidad de Broto para trasladar a la obra gráfica su producción pictórica”, asociada en un primer momento al constructivismo y, posteriormente, a la neoabstracción, movimiento de quien es uno de los principales referentes. “Lo que no me interesa, atrae ni seduce es el deseo de imágenes truculentas, sin armonía” y tampoco “colaborar con el pesimismo”, ha declarado el artista en anteriores ocasiones sobre su filosofía como creador.
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