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Crítica | Camina conmigo
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Plenitud del aquí y del ahora

La película proporciona una esclarecedora vía de acceso a una tradición de pensamiento capaz de entender la existencia como flujo

Imagen de 'Camina conmigo'.
Imagen de 'Camina conmigo'.

CAMINA CONMIGO

Dirección: Marc J. Francis y Max Pugh.

Documental.

Género: filosófico. Reino Unido, 2017.

Duración: 88 minutos,

El maestro zen de origen vietnamita Thich Nhat Hanh contempla divertido a un gato de peluche que se revuelca de risa en el suelo de un Duty Free en una de las imágenes más desconcertantes de este documental rico en hallazgos aparentemente paradójicos. En otro plano de la película, uno de los fieles del monje, situado a sus espaldas en un ritual de meditación, no puede evitar encadenar un par de llamativos bostezos, antes de rascarse nerviosamente su testa, rasurada en su día como promesa de entrega a las virtudes reflexivas del Mindfulness, disciplina de filiación budista orientada a obtener una plena conciencia del momento presente.

Cualquiera podría pensar que esas dos imágenes delatan una aproximación irreverente a ese microcosmos de privaciones contrapunteado con frases como “el sufrimiento es la iluminación”, casi siempre acompañadas de su reverso –“La iluminación es el sufrimiento”-, pero nada más lejos de la realidad. Camina conmigo, de Marc J. Francis y Max Pugh, tiene algún que otro rasgo disuasorio –una locución demasiado pomposa de Benedict Cumberbatch, unas imágenes que a ratos se dejan tentar por un esteticismo casi publicitario-, pero lo cierto es que la película proporciona una sintética y esclarecedora vía de acceso a una tradición de pensamiento capaz de entender la existencia como flujo, proceso y cambio frente a todo espejismo de inmutabilidad. El viaje a Estados Unidos de los seguidores del maestro, con sus reencuentros con familiares y viejos conocidos, proporciona al desenlace unos cuantas catarsis emotivas anteponiendo serenidad humanista a sentimentalismo.

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