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En corto

“Mi lugar favorito en el mundo es Internet”

La escritora chilena Arelis Uribe se somete al carrusel de preguntas de este diario

Rocío Montes
La escritora chilena Arelis Uribe.
La escritora chilena Arelis Uribe.Amaía Diez para Conversaciones Feministas

Le gusta el pop, la política y se considera activista: del feminismo y de la izquierda. Arelis Uribe (Santiago, 1987) es una de las puntas de lanza de una potente nueva generación de escritoras chilenas, que componen autoras como Paulina Flores, Paola Molina y Romina Reyes. La educación chilena, el cuidado y el amor por los animales y la sexualidad entre mujeres son algunos de los temas que escribe en su libro de cuentos Quiltras (Los libros de la mujer rota), que el 15 de septiembre presenta en Berlín y el 22 en Madrid.

¿Cuál es el último libro que le hizo reír a carcajadas?

Confesiones de una Soltera, de Paola Molina. Dice cosas como “mi flujo es tan abundante que en lugar de una copita necesita un florero menstrual”.

¿Quién sería su lector perfecto?

Alguien que después de leerme me comparta ideas que ni yo misma había pensado.

¿Cuáles libros están normalmente es su mesa de dormir?

Leo ficción, no ficción y filosofía política. Ahora en el velador tengo Hiroshima, de John Hersey, y Pájaros en la boca, de Samanta Schweblin.

¿Qué libro le cambió la vida?

Leer a Lemebel, leer que la literatura podía ser con locas, con olor a pichí, con rabia y con ternura.

¿Cuál es su rutina diaria para escribir?

Escribo cada vez que tengo una idea y eso puede ser un apunte en un chat de WhatsApp que tengo conmigo misma o sentada por horas frente a mi computador.

¿Qué personaje literario se asemeja a usted?

Cualquier mujer enrabiada de la literatura.

¿Quiénes son sus influencias literarias?

Demasiadas, pero me gustaría lograr una mezcla entre Virgine Despentes, Svetlana Alexievich, Lena Dunham y Siri Hustvedt.

¿Con quién le gustaría sentarse en una fiesta?

Con alguien que no hable de sí mismo todo el rato.

¿Qué significa ser escritor?

Escribir es como actuar, pero con palabras.

¿Qué libro regalaría a un niño para introducirlo en la literatura?

El primero de Harry Potter.

¿Cuál es su lugar favorito en el mundo?

Internet.

Respecto a su trabajo, ¿de qué está más orgullosa?

Que vivo de algo que me apasiona.

Si pudiera adquirir cualquier pintura, ¿cuál sería?

No sé nada de pintura, pero quizá una viñeta original de Persépolis, de Marjane Satrapi.

¿Qué cambiaría de usted?

Ser tan miedosa.

¿Cuándo fue la última vez que lloró?

Cuando renuncié a mi último trabajo.

¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?

Mi mamá. Cuando chica le dije que encontraba raro usar condón, que era como tirar con un plástico, y ella me dijo que no pensara así, que el amor se hace con una persona completa, no con una parte del cuerpo cubierta con un condón.

¿Cuándo fue más feliz?

Ahora y cuando estuve con un pololo [novio] que duré 10 años.

¿Qué la deja sin dormir?

Pensar en todos los pendientes sin tachar que hay en mi Google Keep.

¿Con quién le gustaría quedar atrapado en un ascensor?

Me daría vergüenza que se enterara por aquí.

¿Lo último que compró y le encantó?

Una piochita [pin o prendedor] de hoja de coca en Bolivia.

¿Lo que está deseando comprarse?

Una casa con patio en Avenida Matta [en Santiago de Chile], algún día.

¿La última comida que realmente le sorprendió?

La carne, después de años de vegetarianismo.

¿La última música que descargó?

Uso Spotify y YouTube y lo último que escuché fue la presentación de Javiera Mena en la radio KEXP y el video de Me rehúso, de Danny Ocean, que es un loop permanente en mi vida.

¿Qué música escucha en el coche?

No tengo auto ni sé manejar, ando en bici, y me gusta escuchar discos completos; últimamente, de Él mató a un policía motorizado, Miss Bolivia y Mariel Mariel.

¿Qué espacio de su casa es su favorito?

Mi pieza [dormitorio], en mi cama, con mis gatos.

En su nevera siempre hay...

Queso.

¿Algún sitio que le inspire?

La calle.

¿El mejor regalo que ha recibido?

El más dedicado: me regalaron un Dreams original, un librito pequeño que las suffragettes se pasaban de mano en mano como inspiración política.

¿A qué edad se dio cuenta de que quería ser escritora?

A los 18 decidí que quería vivir de escribir, a los 19 que quería ser periodista, a los 26 que quería escribir ficción.

¿Primera borrachera?

Segundo medio [secundaria], pisco con Sprite. Lo único que recuerdo es que esa noche decidí dejar el pisco para siempre.

¿Un sueño recurrente?

Que duermo hasta tarde.

¿Qué le asusta?

Equivocarme.

Si pudiera tener un superpoder, ¿cuál sería?

Cantar con voz de gospel.

¿Dónde no querría vivir?

En un lugar sin Internet.

¿De pequeña quería ser?

Quería reemplazar a Don Francisco y conducir el show de la Teletón.

En una fiesta de disfraces, ¿de qué se disfrazaría?

Me gustan los disfraces absurdos, como disfrazarme de una amiga o de mí misma o de alguien que ya usa un disfraz.

¿Le da miedo decir a quién vota? ¿A quién?

A Beatriz Sánchez [de la coalición de izquierda Frente Amplio].

¿Qué le diría a su presidente?

Le queda poco, que termine tranquila nomás.

¿Messi o Cristiano?

Bielsa.

¿Libro electrónico o digital?

Libros en papel y libros en el Kindle.

¿Olor preferido?

El olor de Yusmari, una mujer que me hospedó en Cuba.

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Sobre la firma

Rocío Montes
Es jefa de información de EL PAÍS en Chile. Empezó a trabajar en 2011 como corresponsal en Santiago. Especializada en información política, es coautora del libro 'La historia oculta de la década socialista', sobre los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet. La Academia Chilena de la Lengua la ha premiado por su buen uso del castellano.

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