“Siempre es divertido besar a un hombre”
La intérprete estadounidense estrena mañana en España 'Una cita en el parque' "Mi existencia está llena de dudas, acertijos y adivinanzas”, asegura
Cuando hace unas semanas Diane Keaton recibió el premio del Instituto Americano del Cine (AFI) a toda su carrera, la eterna Annie Hall describió este honor como la boda que nunca tuvo o la fiesta de jubilación que nunca quiso. Ni la quiso ni la querrá porque a sus 71 años Keaton está muy lejos de cobrar su plan de pensiones. A punto de estrenar su nuevo largometraje, Una cita en el parque, la personificación de Nueva York nacida en California está rodando otras dos películas, Poms y Book Club. Y el próximo octubre saca a la venta su nuevo libro, The House That Pinterest Built, la novena aventura literaria de una actriz con medio centenar de películas en su filmografía y hasta un episodio de Twin Peakscomo directora en su currículo. El libro aúna algunas de las muchas pasiones de alguien que disfruta con todo, mujer renacentista amante de la arquitectura, de la moda más ecléctica y personal, de la fotografía clásica y de las nuevas plataformas sociales. Además de contar con su propio vino, The Keaton, ese que bebe con hielo y vende en botellas vestidas con un jersey de lana.
Le gusta decir que Diane Keaton no estaría donde está sin Annie Hall. Y Annie Hall tampoco existiría sin Diane Keaton. “Yo soy quien soy, ¿no cree?”, arranca esta entrevista encogiéndose de hombros. Una certeza incoherente con la que ha hecho carrera hasta llegar donde está, con sus continuos ‘¿no cree?’, ‘¿le parece?’, ‘¿qué piensa?’ con los que acaba casi todos sus pensamientos y que más que subrayar sus dudas son una forma de cautivar al interlocutor. Como hace 40 años lo hizo Annie Hall. Porque antes que Wonder Woman, antes que Charlize Theron, antes incluso que Alien o Thelma & Louise si alguien reflejó el empoderamiento de toda una generación de mujeres, esa fue Diane Keaton en ese trabajo único que le consiguió el Oscar.
Keaton prefiere encumbrar a otras actrices. “¿Qué me dice de Emma Stone?”, sugiere convincente. “Cada generación necesita una película que nos refleje, que cuente la historia de su tiempo, ¿no cree? Y Annie Hall lo fue en los setenta pero... ¿no me diga que La La Land, la ciudad de las estrellas no es un trabajo interesante? Ryan (Gosling) hizo su parte pero Emma... Emma jugó sus cartas de otra forma, una interpretación más descarnada, con más dudas pero también más moderna”, defiende.
Además está maravillada con la carrera de Jennifer Lawrence. Prefiere hablar de ellas antes que de los halagos que recibió durante el galardón del AFI o en la celebración del 40 aniversario de El padrino. “¿No es alucinante tanto tan junto?”, se admira de que Meryl Streep la describa como una hermana. O que Woody Allen diga que le debe mucho del éxito en su carrera. O que Reese Witherspoon la llame “el ejemplo del individualismo”. “¿Cómo voy a responder a tanto? Me siento entre afortunada y avergonzada porque es demasiado bueno para ser verdad ¿no cree?”, continúa. “Y con pena porque esto se acaba. Por eso tengo que devolver ese agradecimiento mirando hacia adelante”, resume.
Un agradecimiento que mira por ejemplo hacia James Norton, su hijo en Una cita en el parque, al que defiende como el próximo James Bond. “¿No me diga que no sería perfecto?”, insiste. Su nuevo estreno es una comedia romántica descrita como el Notting Hill para quienes superan los 50. “Los europeos no le tienen miedo a la edad”, se maravilla Keaton, contenta con esta producción británica inspirada en la historia de Harry Hallowes, un sin techo que ganó el derecho a vivir en este lujoso barrio londinense. Keaton interpreta a una viuda americana cautivada por el espíritu bohemio de Hallowes (al que da vida Brendan Gleeson). Una atracción que acaba en la cama, da igual la edad. “Siempre es divertido besar a un hombre”, recomienda quien ha contado con Warren Beatty, Al Pacino y Woody Allen entre sus amantes tanto en la ficción como en la realidad. “Es el aspecto de mi carrera que siempre he disfrutado: los hombres que he tenido la suerte de besar. Todo el mundo debería probarlo”, añade coqueta. Uno se le ha quedado grabado. El que le dio a Mel Gibson en Mrs. Soffel. “Quizá no fue el mejor pero fue muy divertido. Yo tenía como 40 y él, 26 o así. Un subidón. Era muy guapo”, recuerda.
En la actualidad vive con sus hijos, Dexter y Duke, ambos adoptados cuando Keaton ya había superado los 55. Fueron su respuesta a la boda que nunca quiso. Y si su padre le abrió los ojos a la arquitectura y su madre, a la moda, sus hijos mantienen a la musa del cine de los 70 vigente en el nuevo milenio. “Ellos me han enseñado que su vida está en Internet. Cómo se ha reducido el poder de Hollywood ante tal oferta desde otras plataformas. El mundo está en sus teléfonos ¿Qué le parece? Yo sigo siendo una loca del cine con mayúsculas pero no me quiero quedar fuera. Quiero ser parte del cambio”, asegura desmintiendo al que diga que siempre lo pasado fue mejor. “¿Qué es mejor? Mi vida siempre está llena de dudas, acertijos y adivinanzas. Sé que el tiempo se acaba y eso da un sabor agridulce, pero es imposible negar que con los años eres más consciente de lo maravilloso que es vivir. Es un sentimiento inexplicable, la exaltación de la vida. Así que ¿cómo saber lo qué es mejor?”.
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