Gran tarde de Ponce y Morenito en el homenaje a Víctor Barrio en Teruel
Cortaron dos orejas cada uno ante una desigual y muy noble corrida de Adolfo Martín
Un año después del trágico percance, Teruel -que también existe en lo taurino- sacó a relucir su sensibilidad aragonesa y rindió honores póstumos a Víctor Barrio. Fue un homenaje sencillo, pero muy sentido y emotivo. Por los poros de los asistentes que llenaban el coso corría un hilo de sudor frío en el recuerdo emocionado al torero caído en acto de servicio. Una semana antes se había descubierto en la fachada de la plaza un mosaico para recordar la figura del infortunado diestro. Este sábado, día en que el “Torico” ya luce el “pañuelico” rojo en el cuello, Teruel ha recordado aquella infausta tarde del pasado año.
El ruedo lucía la imagen de Víctor Barrio. En el paseíllo, las cuadrillas evitaron pisar el rostro que emergía de la arena del redondel. El minuto de silencio fue sepulcral, con solo la voz en el aire de la cantante Inma Vilches que recordó al torero fallecido con una sentida copla. Rostros serios. La mente, quizá, en el recuerdo del compañero que perdió la vida en este mismo escenario un año antes. Acabado ese minuto de respetuoso silencio, salió el toro. La fiesta de la tauromaquia volvía a revivir, con sus luces y con sus sombras.
La corrida de Adolfo Martin, de apropiada presentación para una plaza de esta categoría, sacó, sobre todo, nobleza. No hubo capítulo alguno de miedo, incluso se podría decir que fue más película de amor que de drama. De juego desigual, pero con toros con cierto punto de clase. No todos fueron entendidos; no a todos se les sacó el partido que brindaban. El lote de Curro Díaz, quizás, fue el menos apropiado.
Aún con empate a trofeos en el marcador entre Ponce y Morenito -dos por coleta-, la tarde fue con diferencia del valenciano. Dos exhibiciones. A cada toro lo suyo. El primero, de corto viaje, fue entendido casi a las primeras de cambio. Consentido siempre el de Adolfo, desde la primera tanda con la derecha fue toro bajo los dominios de Ponce. Siempre del tercio a los adentros, donde el toro más cómodo parecía estar. El temple y la muleta acariciando el hocico fueron claves. Muy a gusto Ponce en todo caso; muy entregado el toro cuando vio que no había otro remedio que rendirse. Una exhibición de Ponce en el primer toro de Adolfo Martin que mataba en su ya dilatada carrera.
MARTÍN/PONCE, DÍAZ, ARANDA
Toros de Adolfo Martín, desiguales de presentación y juego; 2º y 5º, los de menos entrega. Se les castigó fuerte en varas y cumplieron en el caballo.
Enrique Ponce: media estocada (oreja); _aviso_ pinchazo y dos descabellos (oreja)
Curro Díaz: bajonazo (saludos); estocada baja (saludos)
Morenito de Aranda: estocada baja (oreja); pinchazo y estocada (oreja)
Plaza de Teruel, 8 de julio. Tercera de Feria del Ángel. Corrida homenaje a Víctor Barrio. Casi lleno.
Hubo otra demostración más en el cuarto. Toro de distinta condición, pero igual de noble. Primero hubo que meter al toro en cintura, con los doblones de inicio para desengañar cualquier intento de renuncia. Luego dejando llegar mucho al toro a la muleta. Faena también muy consentida, dando las ventajas al toro. Y esta vez incluso ligada. Para darle más luz a esa labor vinieron los muletazos por alto, rodilla en tierra. El abaniqueo marca de la casa, en faena larga que fue avisada antes de perfilarse. La espada restó trofeos, que no la lección.
De los seis de Adolfo Martin, casi todos ellos con opciones, el tercero fue el más completo para la muleta. También el más chico con diferencia. Playerito de cara, pero poca cosa. Pero fue toro de humillar sin condiciones. De entrega total. Morenito se sintió siempre cómodo, a veces algo encorsetado, pero entendiendo bien la condición de un toro que tampoco admitía dudas. Con el astado muy descolgado, hubo una penúltima tanda con la izquierda que tuvo hondura. No así la última, que resultó deslucida. El toro que cerró la corrida fue el de mayor cuajo. Y el más ofensivo del envío. Morenito quiso lucirlo en varas, pero el toro nunca estuvo por la labor de colaborar. Faena de entrega. Mejor siempre en la corta distancia, por donde Morenito sacó lo mejor. Y todo más logrado por el lado derecho. Mucha actitud en el torero.
El primero de Curro Díaz, segundo de la tarde, no fue cómodo. Mirón, distraído y despistado al salir del encuentro, no fue toro de lucir. Curro Díaz dejó esbozos de muletazos. Solo eso. El quinto no tuvo mucha entrega y el torero tampoco forzó la máquina. Más compostura que toreo, en un toro de mayor apuesta.
Al final, Ponce y Morenito renunciaron a salir a hombros en homenaje a la memoria del compañero desaparecido. El recuerdo de Víctor Barrio seguía latente.
Babelia
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