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Crítica | Aurora
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La edad centrífuga

La película propone el diálogo paciente frente a la imposición doctrinal como vía de acercamiento a la adolescencia

Fotograma de 'Aurora'.

AURORA

Dirección: Emilie Deleuze.

Intérpretes: Léna Magnien, Patricia Mazuy, Philippe Duquesne, Catherine Hiegel.

Género: comedia. Francia, 2016

Duración: 90 minutos.

“Tendré que seguir odiándoles. Si les quisiera, sería mi fin”, reflexiona Aurora, contemplando a los miembros de su familia. Su frase sintetiza el conflicto esencial de la adolescencia: ese punto de fractura con el entorno familiar motivado por el anhelo centrífugo de autoafirmación y el imperativo de buscar otros intereses –no solo afectivos- fuera del espacio doméstico.

La película de Emilie Deleuze se basa en la primera –Nunca contenta- de las tres novelas que componen el tríptico de El diario de Aurora (Barco de Vapor), obra de Marie Desplechin, autora que modula en otro tono un parecido interés al que manifiesta su hermano, el cineasta Arnaud Desplechin, por los claroscuros y las contradicciones del microcosmos familiar. Hay aquí menos turbiedad –a fin de cuentas se está adaptando una novela juvenil-, pero también la voluntad de contar una adolescencia normal, sin marcados condicionantes para la exclusión, rehuyendo tópicos y edulcoraciones: Aurora, la protagonista, no está aquí para hacer amigos, sino para mostrarse como es. Que algunos espectadores y críticos de esta película sientan el impulso de manifestar lo mal que les cae el personaje, solo significa una cosa: que directora, escritora y actriz están haciendo las cosas bien. Con una cierta verdad.

Una ingeniosa secuencia donde la mirada subjetiva de Aurora imagina la síntesis de varias clases impartidas por diversos profesores como carrusel de cacofonías introduce el otro tema relevante de la película: la posibilidad de la docencia como territorio de comunicación y crecimiento. La lectura de La princesa de Clèves -¡toma Sarkozy!-, bajo la tutela de un profesor tan comprometido con la buena puntuación como con enseñar a sus alumnos a pensar por sí mismos, articula esa dimensión del discurso en una película que propone el diálogo paciente frente a la imposición doctrinal como vía de acercamiento a la adolescencia.

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