Nueva vida a clásicos modernos del cine mexicano
Cuatro películas de las décadas de los años 70 y 80 con aliento renovador que permiten revisar la historia de México
Recuperar la memoria de algunos clásicos del cine mexicano contemporáneo representa la oportunidad de revisar parte de nuestra historia, de conocer las inquietudes y los alcances de los realizadores que en las décadas de los años 70 y 80 propusieron algunas cintas con aliento renovador, lo cual puede ser un gran hallazgo lo mismo para el cinéfilo avezado que para los nuevos públicos.
Desde hace un par de años, la Cineteca Nacional ha llevado a cabo el proceso de estabilización de varias películas que forman parte del acervo del IMCINE, el cual consiste en una digitalización minuciosa, así como la optimización de la imagen y el sonido, con ello se brinda una nueva vida en alta definición a estos filmes.
FilminLatino, plataforma del cine del mundo solo para México, celebra la llegada de algunos títulos estabilizados en formato HD, como una opción para revisitar estas cintas e invitar a una reflexión sobre el pasado reciente del cine mexicano.
Llámenme Mike, de Alfredo Gurrola (México, 1979)
Una divertida parodia de cintas norteamericanas de serie negra como Kiss Me Deadly (1955), que a su vez se basaba en las novelas de Mickey Spillane sobre el personaje Mike Hammer, detective violento e inflexible de la época de Joseph McCarthy, cuya obsesión se centraba en su lucha contra la amenaza comunista.
Cascabel, de Raúl Araiza (México, 1976)
Alfredo, un director de cine, es contratado para dirigir un documental sobre los chamulas. Los que lo contratan aseguran total libertad creativa si él respeta el guion. Alfredo toma el trabajo e inicia la filmación con culpa pues el guion falsea la realidad. Mientras filma, experimenta serios problemas existenciales y familiares que culminan cuando se separa de su pareja. Al ver los avances del documental, los patrocinadores -entre ellos un ministro-, se molestan con las miserables condiciones de los chamulas que ha retratado el cineasta.
Lo que importa es vivir, de Luis Alcoriza (México, 1987)
Un vagabundo llamado Candelario solicita pasar la noche en la hacienda de don Lázaro. Una vez allí, recibe la oferta de quedarse a trabajar como peón con un sueldo fijo. Con el paso del tiempo, Candelario se va ganando la confianza de su patrón, hasta hacerse imprescindible. La situación cambiará radicalmente cuando don Lázaro descubre que el hombre de su confianza lleva tiempo manteniendo relaciones amorosas en secreto con su esposa.
Pueblo de madera, de Juan Antonio de la Riva (México, España, 1989)
La historia transcurre en el pueblo maderero de San Miguel de Cruces en la Sierra del norte de México, donde se muestra la dura vida del pueblo, con sus duras jornadas, los bailes, los amores y las querencias.
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