Un tesoro fotográfico bajo un montón de escombros
Córdoba exhibe imágenes del pionero de la fotografía turística Rafael Garzón
Una avispada ordenanza del Ayuntamiento de Córdoba dio con la pista que permitió el hallazgo de un tesoro documental. Estaba cubierto de escombros en una alacena semiderruida. Más de 600 imágenes en negativos de cristal de finales del XIX y principios del pasado siglo de Rafael Garzón (1863-1923), uno de los pioneros de la fotografía turística. Una joya gráfica que se expone ahora en el patio centenario de la Casa de los Guzmanes, sede del Archivo Municipal de Córdoba.
Daniel Garzón, biznieto del fotógrafo, que se había acercado al Ayuntamiento de Córdoba para solicitar una licencia de obras para reformar la casa estudio del bisabuelo, fue quien puso sobre la pista a Dolores Ávila, la ordenanza. Daniel descubrió una imagen de su antepasado colgada en un cartel y lo comentó. Y Dolores actuó. Puso en contacto al familiar del artista con la directora del archivo de Córdoba, Ana Verdú, y esta, a su vez, sumó a las indagaciones al reputado fotógrafo local Antonio Jesús González. Todos querían ver el estudio de su bisabuelo antes de que empezaran sus obras de reforma.
Allí descubrieron en una alacena, bajo unos escombros (que han servido providencialmente para protegerlas de la humedad), media docena de cajas de madera con negativos en cristal que guardan un fiel testimonio de cómo eran las ciudades de Tánger, Toledo, Sevilla, Córdoba, Granada o Málaga, entre otras, así como imágenes de los primeros turistas de estos enclaves.
A finales del siglo XIX llegan viajeros que buscaban los paisajes románticos difundidos por autores como Prosper Mérimée, Théophile Gautier o Washington Irving. El fotógrafo granadino empieza entonces a realizar fotografías para visitantes en la Alhambra de Granada, donde muchos de esos primitivos turistas, que buscan cómo llevarse un recuerdo de su estancia, llegan a inmortalizarse subidos en los leones de la fuente del palacio nazarí.
El negocio atrae a más emprendedores de la fotografía y Garzón, entre otros, busca una forma de aportar algo más. Así nace la fotografía postal y la de los turistas disfrazados. Los visitantes aparecen vestidos de moriscos, toreros, bailaores o bandoleros en un escenario que recuerda a la Alhambra, la mezquita o la Torre del Oro, y con atrezo original, como una espingarda (antiguo fusil de cañón largo) marroquí con incrustaciones de plata o sables y cuchillos africanos.
Garzón fue un entusiasta de su trabajo, con el que llegó a abrir sedes de su estudio en las principales ciudades andaluzas, e investigó tanto la técnica fotográfica como la temática. Antonio Jesús González, comisario de la exposición de Córdoba, detalla cómo el material hallado desvela el paso de Garzón de la técnica de colodión húmedo a la de gelatino-bromuro, que permite abaratar y agilizar la disposición del material del negativo y recortar el tiempo de exposición.
No obstante, según explica González, el fotógrafo era capaz de emplear tres días en obtener una buena imagen de la mezquita y además, a diferencia de otros que retrataban ciudades sin vida, incluía en su trabajo imágenes de las nuevas zonas de expansión, gitanas del Sacromonte rezando, indigentes pidiendo, ganado pastando junto al puente romano cordobés, un rebaño de cabras en el centro de Málaga, la feria de Sevilla cuando era un mercado ganadero o trabajadores agrícolas saliendo de las ciudades en sus burros. “Retrata una calle real, viva, sin maquillaje”, resalta Verdú.
Tras la adquisición del archivo, la primera fase ha sido la digitalización del fondo, su exposición (abierta hasta el 15 de junio) y la elaboración de un extraordinario catálogo, un extraordinario catálogo, accesible a través de la web del archivo municipal. Ahora pretenden unificar al máximo el material histórico del autor, ampliar las vías de difusión y asegurar la conservación del material.
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