Pobre imagen de los novilleros ante una mansada de Sánchez Herrero
Daniel Menes dio una vuelta al ruedo por su cuenta entre las protestas del público
Cuando a las nueve menos cuarto de la noche, Daniel Menes se disponía a matar al sexto, en la plaza de Las Ventas quedaba la mitad del ya de por sí escasísimo público que había acudido a la plaza. Y lo raro es que aún quedara alguien. Porque, entre la mansada que salió por chiqueros y la actuación de los toreros (cuadrillas incluidas), aguantar semejante espectáculo se tornó en heroica tarea. Y eso sin contar lo desapacible de la tarde. El frío, el viento y, por momentos, la lluvia crearon un gélido ambiente del que pareció contagiarse una terna a la deriva.
La formaban Tulio Salguero, Álvaro García y Daniel Menes; un extremeño y dos madrileños que suspendieron, sin paliativos, la prueba de Madrid. Es verdad que lo que tuvieron delante fue la antítesis del toro bravo; pero en la primera plaza del mundo no se puede estar tan mal. Ni un capotazo. Ni un muletazo. Ni un detalle para el recuerdo. Nada. Bueno, sí: seis pésimas lidias en las que las cuadrillas jugaron un papel protagonista. Porque, hay que ver, qué mal se picó, banderilleó y bregó. Una actuación desastrosa que convirtió en una auténtica capea el ruedo de Las Ventas.
SÁNCHEZ HERRERO / SALGUERO, GARCÍA, MENES
Novillos de Sánchez Herrero, correctos de presentación, altos, zancudos y largos; mansos y descastados.
Tulio Salguero: pinchazo y estocada trasera y desprendida (silencio); estocada corta muy atravesada y suelta (silencio).
Álvaro García: estocada baja (silencio); media estocada atravesada (silencio).
Daniel Menes: pinchazo y bajonazo trasero y atravesado (silencio tras aviso); bajonazo (vuelta al ruedo protestada tras leve petición).
Plaza de Las Ventas. Primer festejo de la miniferia de la Comunidad de Madrid. 30 de abril. Menos de un cuarto de entrada. Tras el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Sebastián Palomo Linares.
Pero como una mala tarde la tiene cualquiera, se puede llegar a perdonar el mal hacer de los que se vistieron de luces. Lo que resulta imperdonable es la falta de torería y humildad. Muy poco de ambas virtudes demostró Daniel Menes que, tras despachar al último de un infame bajonazo, se dio una vuelta al ruedo por su cuenta entre las protestas de los pocos aficionados exigentes que quedaban en el tendido. Antes, con la muleta y ante un novillo manso y noble y que, al menos, metió la cara por momentos, anduvo voluntarioso pero vulgar y despegado. Igual que frente al tercero, otro manso que se movió sin clase ni entrega y que acabó rajado.
Silenciados en ambos turnos, a Tulio Salguero y a Álvaro García se les vio perdidos, mecánicos, sin alma. Frente a sendos lotes infumables por su mansedumbre y total ausencia de casta brava, los dos se fueron como llegaron. Bueno, peor, con una oportunidad menos. Quién sabe -ojalá no sea así- si la última.
Babelia
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