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Y el hombre creó el cine

Un fondo impulsado por la Dirección General de Asuntos Religiosos de la Generalitat muestra un catálogo de 2.233 películas sobre las principales tradiciones espirituales

Fotograma de 'Los diez mandamientos', de Cecil B. DeMille (1956), con Charlton Heston en el papel de Moisés.
Fotograma de 'Los diez mandamientos', de Cecil B. DeMille (1956), con Charlton Heston en el papel de Moisés.

Si se puede dividir la historia del cine por géneros, lo religioso forma un bloque imponente, con 2.233 películas, según el Fondo Filmográfico de las Religiones, realizado por el profesor Joan-Andreu Rocha Scarpetta, miembro del Consejo Asesor para la Diversidad Religiosa en la Generalitat de Cataluña y decano de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés. El informe recoge la producción mundial en torno a las ocho principales tradiciones religiosas. La relación empieza pronto, casi con la historia del cine. El italiano Luigi Topa hizo La pasión de Jesús en 1897; la primera película sobre Lutero es de 1911 (sobre el reformador protestante hay otras 12, a favor o en contra); Ricardo Baños dirigió en España Secretos de confesión en 1906, un tema (el del cura perseguido por no revelar un crimen que conoce por confesión) que tiene otras cuatro versiones; el primer Ben-Hur sobre la novela de Lewis Walace es de 1907, firmado por Sidney Olcott; D. W. Griffith filmó Intolerance en 1916, y Theodor Dreyer estrenó La pasión de Juana de Arco en 1928.

El catálogo, con una breve explicación de cada título, no es sobre cine religioso (que sería sólo de carácter confesional), sino sobre las religiones en el cine, es decir, sobre cómo el séptimo arte representa las principales tradiciones espirituales, en sentido positivo o negativo. "Una película representa la experiencia de los creyentes en un contexto cultural e histórico específico; es la radiografía de lo religioso en la industria cultural de un país concreto en una época concreta", explica Rocha. El estudio incluye 731 películas de temática cristiana; 599 títulos judíos; 306 musulmanes y las versiones en torno al hinduismo, budismo, sufismo, jainismo y sijismo (la imponente producción india) y sobre la perseguida Fe Baha’í.

También se catalogan películas antirreligiosas, como Iván el Terrible, de Sergei Eisenstein, la historia de curas enemigos de la identidad rusa, o de religiones contra religiones. "El cine de Hollywood, con claros elementos religiosos, producido durante los últimos 15 años, se centra más en el islam, un 82% de las veces con un carácter negativo", observa Rocha. Todo empezó en El árabe, de Cecil B. DeMille, de 1915, donde los árabes son salvajes, violentos y pasionales. DeMille hizo 41 años más tarde Los diez mandamientos.

En el catálogo hay 153 películas españolas, la gran mayoría relacionadas con el cristianismo (96%). Suelen ser pietistas y hagiográficas, pero también las hay humorísticas, con curas simpáticos y monjas ingeniosas, unas veces al servicio del buen nombre de la Iglesia católica, otras para honrar a la dictadura franquista, o ambas cosas al mismo tiempo. Marcelino Pan y Vino (Ladislao Vajda, 1955) es un ejemplo pietista; El día de la bestia (Álex de la Iglesia, 1995), del género satírico. Rara vez hay cine crítico o sutilmente anticlerical (Berlanga en Los jueves, milagro y Viridiana). Solo tras la muerte de Franco se hace cine de denuncia, sin tapujos: el Almodóvar de La mala educación. La trastienda, de Jorge Grau, supuso en 1978 el inicio del destape, con un pinturero personaje del Opus Dei acosado por lo mundano. Abundan las temáticas extravagantes, que crearon escuela, como el landismo (No desearás al vecino del quinto, de Ramón Hernández, de 1970), o El hijo del cura, con los inefables Fernando Esteso y Andrés Pajares.

Rocha Scarpetta tuvo la idea de este catálogo en su etapa como profesor en las universidades Pontificia Gregoriana de Roma y en la de Teherán. "Me di cuenta de que muchos de mis estudiantes veían las tradiciones religiosas como algo abstracto, y descubrí que las películas les ayudaban a humanizarlas". Así empezó a acumular fichas sobre películas de las grandes religiones, no solo las realizadas en Hollywood, sino también producciones iraníes, turcas, de India, en Marruecos… Hace tres años propuso a la Dirección General de Asuntos Religiosos de la Generalitat hacer el Fondo Filmográfico de las Religiones. "Investigué en bibliotecas especializadas de Barcelona, Roma, Jerusalén, Londres y Teherán, y en el catálogo virtual de cinematografía de la Universidad de Harvard. La suma de 2.233 siempre hay que actualizarla, sobre todo en la sección del cristianismo, que es la que genera más películas".

Suspiros de un mundo sin corazón

En Lo que el viento se llevó, Scarlett O'Hara (Vivien Leigh) le dice a Rhett Butler (Clark Gable) que teme ir al infierno. Rhett le consuela con una pregunta retórica: "¿Quién sabe si hay infierno?". ¿Es cine religioso, por esa sola frase, Lo que el viento se llevó? Podría, si se le aplica la teoría marxiana sobre la religión: el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón. El cine espiritual suele hablar de seres en conflicto y de sucesos terribles. Dos ejemplos recientes: Las inocentes, de Anne Fontaine, sobre las monjas polacas violadas por soldados soviéticos al final de la II Guerra Mundial; y Silencio, de Scorsese, sobre los cristianos ocultos en el Japón del siglo XVII. El año pasado, el acontecimiento fue Spotlight, de Thomas McCarthy, sobre la riada de abusos a menores por sacerdotes en EE UU. Cine religioso de categoría son también La vida de Brian, de los Monty Python, de 1976, tan divertida como irreverente, y, desde luego, El evangelio según san Mateo, del ateo y comunista Pasolini.

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