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El Real quiere abrir una academia de canto para talentos españoles y latinos

El director musical del teatro, Ivor Bolton, quiere basarse en el modelo del Covent Garden para lanzar jóvenes artistas

Jesús Ruiz Mantilla
Ivor Bolton, director musical del Teatro Real.
Ivor Bolton, director musical del Teatro Real.CLAUDIO ÁLVAREZ

Como el Estudio de Jette Parker en el Covent Garden de Londres... Así quiere Ivor Bolton (Blackrod, Reino Unido, 1958) que sea la nueva academia de canto que planea abrir en el Teatro Real. “Es una de mis grandes ambiciones para Madrid”, asegura el director musical del centro desde hace dos años. La energía renovada que le ha dado encadenar un par de victorias ante el público –la de Billy Budd (Britten), uno de los mejores montajes de los últimos 20 años y Rodelinda, de Haendel-, ambas dispares y en las antípodas musicales, le empuja a hablar de proyectos de futuro con la orquesta, el coro y las canteras de voces.

El plan es establecer un puente europeo. “Primero que sirva a los cantantes españoles. A mi modo de ver, los teatros del continente tienen todavía algún prejuicio que se subsanaría con una buena preparación de los jóvenes. Pero no orientada al canto en sí, sino a la experiencia interpretativa sobre el escenario, eso es clave. Quizás las últimas generaciones de españoles no tengan muchas oportunidades de desarrollar las voces sobre las tablas para dar el salto definitivo”.

La otra conexión es América: “Los cantantes latinoamericanos deberían contar con su puerta de entrada a Europa por Madrid. Y la academia serviría también para eso. Es algo que realmente me entusiasma. Lo tengo bien pensado. Sólo espero que encontremos un buen patrocinador”.

Otra cuestión en vías de mejora es la orquesta. Bolton encontró al llegar un grupo asilvestrado, sin guía claro, tras los años en que Gerard Mortier decidió no contar con un titular que guiara sus pasos. En los últimos años, Bolton ha realizado un trabajo de base y recomposición junto al músico que es director principal invitado, Pablo Heras-Casado. “Toda orquesta necesita una firme guía. Hemos incorporado 12 plazas y nos quedan 10 más. Cuando hayamos terminado esta renovación, tendremos un 30% de músicos recién incorporados. Es mucho”, afirma.

“Los cantantes latinoamericanos deberían contar con su puerta de entrada a Europa por Madrid. Y la academia serviría también para eso"

Pero también una labor concreta, un eje: la versatilidad. Es justo lo que ha pretendido mostrar estos dos últimos meses con dos títulos ajenos: una ópera del siglo XX como Billy Budd y un título barroco, poco frecuente en los teatros, como Rodelinda. El éxito ha sido una bomba de oxígeno para quienes observaban resentirse a la orquesta en las últimas temporadas: “Hemos trabajado mucho en la disciplina y en lo que yo llamo una musicalidad en expansión. Esa es la mentalidad que trato de imponer, sea para abordar a Haendel, Verdi o Britten. Completa flexibilidad y responsabilidad individual en pro de un resultado colectivo. Creo que lo vamos alcanzando. Lo necesitamos para estar donde queremos: en el club de los mejores teatros del mundo”.

Para eso, aunque los dos últimos títulos no tuvieran que ver con ello, ha reforzado el trabajo en el repertorio clásico, como hiciera el pasado año con La flauta mágica, de Mozart. “Con esa base puedes acudir a muchos sitios. Proporciona un afinamiento preciso. Es rica y concentrada. Y por ahí, en algunos sitios, ese trabajo de ensayo no se da tan frecuentemente. He acudido a algunos teatros por Europa donde al ensayar La flauta mágica me han dicho: qué agradable volver a repasar esto, la última vez que lo ensayamos antes de una representación fue hace 37 años. Así que por aquí tampoco lo hacemos tan mal”, asegura Bolton.

El coro es otra fuente de asombros. El trabajo del cuerpo que dirige Andrés Máspero ha contado con dos hitos en las últimas temporadas: Billy Budd y Moisés y Aaron, de Schoenberg. “Su labor, su entrega, su profesionalidad no deja de sorprenderme. Puedo asegurar que los ensayos de Billy Budd con la exigencia de Deborah Warner han sido durísimos, exigía el máximo, pero han redoblado el resultado y con una perfecta pronunciación del inglés. Es un idioma que no se utiliza tanto como el alemán, el italiano o el francés en el género, pero lo han bordado. En cuanto a Moisés y Aaron han sido muchos los críticos que han destacado que salió mejor en Madrid el montaje que en París, donde fue coproducción con la ópera de allí”.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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