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Crítica | Mesa 19
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El desecho social de la boda

Una excelente idea de múltiples posibilidades que apenas logran aprovechar más allá de una notable presentación de personajes

Javier Ocaña

MESA 19

Dirección: Jeffrey Blitz.

Intérpretes: Anna Kendrick, Lisa Kudrow, Craig Robinson, Wyatt Russell.

Género: comedia. EE UU, 2017.

Duración: 88 minutos.

En un mundo en el que ya (casi) nadie va de ganador, en el que venden mucho más la autocompasión y la rareza, el individualismo, el fracaso y la extraña originalidad, y habitar un espacio a medio camino entre el desecho de la sociedad y el personaje marginal, el cine, cada vez más en busca de la identificación con su presumible espectador, responde con películas de perdedores. Esos que hace tiempo comenzaron a gobernar las comedias de instituto en forma de frikis y novatos, y que ahora llegan al superpoblado terreno de las comedias románticas sobre bodas con esa esquina maldita, siempre cerca de los baños, en la que los novios colocan a los invitados que no encajan en las mesas de la aristocracia matrimonial.

En Mesa 19, los hermanos Jay y Mark Duplass, desde el guion, y Jeffrey Blitz, en la dirección, fijan su mirada en esos personajes que en el resto de comedias románticas sobre bodas son los secundarios excéntricos y graciosos, y que aquí roban definitivamente el protagonismo. Una excelente idea de múltiples posibilidades que apenas logran aprovechar más allá de una notable presentación de personajes, y algunos puntuales instantes de gran puesta en escena de comedia loca de altura.

Blitz, en la serie de The office, y los Duplass, en su serie Togetherness, están suficientemente bregados en la excentricidad del escenario cerrado, donde la gente está condenada a (mal)entenderse. Sin embargo, frente a apuntes magníficos de fuera de campo en la dirección (la resolución del personaje que liga con la protagonista), a lo screwball comedy de los 30, y a unos primeros minutos en los que domina la imagen por encima del texto, al triángulo de creadores les acaba aplastando el tono y la esporádica brillantez de los gags. Cada aparición en el relato de un apunte dramático deriva el tono hacia la blandenguería. Y nunca logra fusionarse en forma de comedia negra. Lo que lleva a la película, de apariencia renovadora, al mismo conservadurismo de siempre.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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