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Crítica | La gran ola
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un tsunami sobre Cádiz y Huelva

La película ofrece un exhaustivo análisis sobre el problema: la enorme diferencia entre los arcos temporales que manejan los políticos y los de los fenómenos sísmicos

Fotograma de 'La gran ola'.
Javier Ocaña

LA GRAN OLA

Dirección: Fernando Arroyo.

Género: documental. España, 2016.

Duración: 63 minutos.

Según diversos estudios, la ciudad romana de Baelo Claudia, situada en la ensenada de Bolonia, en la provincia de Cádiz, pudo desaparecer a causa de un tsunami. Uno de los entre cinco y siete maremotos, siempre según los informes, que ha podido sufrir la Península Ibérica desde el periodo Holoceno. Y ahora la gran pregunta: si hubo un tsunami, si hubo incluso varios (el último, y más importante, tras el terremoto de Lisboa de 1755), en una zona considerada peligrosa en lo geológico, ¿cuándo será el siguiente? Y aún más: ¿se están tomando medidas para ello?

El documental La gran ola, dirigido por Fernando Arroyo, denuncia la situación a través de un formato más exigente en lo científico que en lo cinematográfico, con banda sonora en tono de thriller conspiranoico, y una voz en off engolada en exceso, que no siempre aporta datos concretos, con demasiada tendencia al vacuo espectáculo: "Esta es la verdad sobre los tsunamis en España y Portugal. Puede creerla... o no". A cambio, por medio de (interesantes) declaraciones de muy diversos expertos, aunque sean filmadas bajo la convención del busto parlante, la película ofrece un exhaustivo y didáctico análisis en el que no es difícil entender la base del problema: la enorme diferencia entre los arcos temporales que manejan los políticos, normalmente cuatro años, y los de los extraordinarios fenómenos sísmicos, cientos de años, incluso miles, que sin embargo pueden coincidir mañana.

Positivo para dar a conocer los estudios realizados, y no tanto en el aspecto puramente audiovisual, La gran ola, con los intereses turísticos sobrevolando el problema, se olvida además de una vertiente esencial, la de los cargos públicos. Aunque sea para filmarlos diciendo que la alarma social es innecesaria, y que queden retratados para la posteridad en el desgraciado caso de que se confirmaran las advertencias.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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