_
_
_
_
INFINITO PARTICULAR
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Un siglo de jazz

Hace 100 años se publicó el primer disco de la historia del género que alumbró a Louis Armstrong o Miles Davis

No es la fecha de nacimiento del jazz, porque obviamente no la hay, pero sí la primera vez que la palabra apareció en la etiqueta de un disco. El 26 de febrero de 1917 la Original Dixieland Jazz Band dejaba registrado en cera el primer testimonio sonoro de música afroamericana. Quince años después de que Caruso grabara el aria Vesti la giubba, el jazz llegaba a los gramófonos y se convertía en producto de consumo.

La grabación se realizó en el estudio de Manhattan que la Victor Talking Machine Company había abierto en la calle 38. El disco, del que se iban a vender cientos de miles de ejemplares, se publicó el 5 de marzo. En la cara A, los bailables dos minutos y treinta segundos de Dixie Jass Band One-Step y, en la B, Livery stable blues. La palabra jazz figuraba escrita con dos ‘eses’: ‘jass’. Se relacionaba con la jerga de los negros del Sur de Estados Unidos y hacía referencia al comercio sexual. El propio nombre de la ODJB igual podía escribirse ‘jass’ que ‘jasz’ o ‘jaz’ –hasta que, en The New York Times, se anunció una actuación de “The Famous Original Dixieland Jazz Band”-. Sus músicos se conocían de Nueva Orleans y, tras una temporada en Chicago, acababan de instalarse en Nueva York. En el café restaurante Reisenweber, de Columbus Circle, se presentaban Larry Shields (clarinete), Eddie Edwards (trombón), Henry Ragas (piano), Tony Sbarbaro -alias Tony Spargo- (batería) y su director, el trompetista Nick LaRocca, hijo de un inmigrante siciliano. La Gran Manzana se rendía a cinco blancos que tocaban una música creada por descendientes de esclavos africanos.

En realidad, la ODJB ya había grabado un par de temas para Columbia Graphophone, unas semanas antes, el 30 de enero. Tentativa que no obtendría el beneplácito de los directivos, aparentemente preocupados por mantener la imagen de respetabilidad de la compañía. Aunque, visto el éxito de la competencia, no tardarían en poner a la venta al público su sesión.

También de 1917 data la primera grabación oficial de un disco de samba. Lo grabó el cantante Baiano, lo publicó en enero la Casa Edison, de Río de Janeiro, y Pelo telefone se convirtió en todo un éxito del carnaval. El compositor Ernesto dos Santos, más conocido como Donga, había registrado la canción poco antes en la Biblioteca Nacional. No parece que haya sido la primera, y ni siquiera era samba, digamos que un maxixe, polca-lundu o tango brasileño – si se quiere, una samba amaxixada-. Pero aquella música sincopada venía tomando forma desde principios de siglo en el centro de Rio, entre el puerto y la Cidade Nova, una zona con gran concentración de población negra que se conocería como la “Pequeña África”. La coincidencia de fechas con la grabación de la Original Dixieland Jazz Band tiene su lógica: jazz y música popular de Brasil son dos capítulos de la cultura afroamericana. El alemán Joachim Berendt, autor del libro El Jazz, apuntó que los brasileños son los únicos que no necesitan recurrir al inglés para expresar el concepto de swing porque ellos tienen su propio vocablo: balanço.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_