Max Aub y Arrabal pierden sus salas de teatro en Madrid
El Ayuntamiento cambia el nombre de los escenarios de Matadero
Los nombres de Max Aub y Fernando Arrabal, dos grandes autores de la escena española, dejarán de lucir a la entrada de las salas teatrales del Matadero de Madrid, centro dependiente del Ayuntamiento de la capital dedicado a la creación artística contemporánea. La decisión corresponde al equipo que el pasado septiembre ganó el concurso abierto por el consistorio para dirigir estos espacios, encabezado por Mateo Feijóo, como parte de su proyecto de imprimir un nuevo rumbo a su programación, más centrado en la investigación escénica que en las formas teatrales convencionales. Recuperarán la denominación que tenían cuando los espacios funcionaban como matadero, Nave 10 y Nave 11.
También cambiará el nombre de la institución en la que se integran las salas, hasta ahora llamada Naves del Español, que hacía referencia a su dependencia del Teatro Español. Al desgajarse la gestión de ambos espacios por voluntad del Gobierno municipal de Manuela Carmena, el equipo de Feijóo ha decidido rebautizarla como Naves Matadero: Centro Internacional de Artes Vivas.
La decisión, que se anunciará oficialmente el próximo martes, ha caído como un agravio sobre los descendientes de Aub. “Cuando por fin empieza a tener reconocimiento, después de tantos años en el exilio y el olvido, es difícil entender que se anule ese tributo. Y menos teniendo en cuenta que la alcaldesa Manuela Carmena siempre ha mostrado devoción por él”, lamenta Elena Aub, hija del escritor. El Ayuntamiento, de hecho, baraja su nombre para rebautizar alguna de las calles franquistas que quiere eliminar del callejero.
“El exilio debe entrar en el canon oficial”
Durante muchos años Max Aub no existió en España. Su exilio en México tras la Guerra Civil lo dejó en el olvido y tuvieron que pasar muchos años para que empezara a ser rescatado. “Han faltado políticas culturales para apoyar la recuperación. Hemos tenido que hacerlo grupos de especialistas, universidades, estudiosos”, lamenta Manuel Aznar, director del Grupo de Estudios del Exilio Literario de la Universidad Autónoma de Barcelona. “Su obra, como la de otros exiliados, debe incorporarse ya al canon oficial”, apunta.
“No es un agravio a Max Aub ni a Fernando Arrabal. La decisión tiene que ver con la renovación total del espacio, que se ha desgajado del Teatro Español precisamente para que desarrolle una identidad distinta, a tono con la personalidad del centro Matadero, más enfocada a la creación de vanguardia”, explica Getsemaní San Marcos, directora de Programas y Actividades Culturales del Ayutamiento. “Por otra parte, legalmente esas salas nunca han dejado de llamarse Nave 10 y Nave 11. Nunca se abrió expediente para el cambio de nombre y no pasó por el pleno del Ayuntamiento. Fue una decisión artística del anterior director, Juan Carlos Pérez de la Fuente, que respetamos pero que no fue registrada legalmente”, añade.
Corta historia
La historia de estos escenarios es corta. En 2007 se inauguró la Sala 1-Nave 11, junto con un café-teatro que se ubicó en la contigua Nave 12, bajo la gestión de Mario Gas (entonces director del Teatro Español). En 2010 se añadió la Sala 2-Nave 10. Cuando en 2014 Pérez de la Fuente sustituyó a Gas, decidió cambiar los números por nombres: Max Aub para la 10 y Fernando Arrabal para la 11.
“Me parecía un desperdicio usar números habiendo tantas figuras de la cultura en España sin el reconocimiento que merecen. Y ya era hora de que Max Aub tuviera un teatro en España”, recuerda Pérez de la Fuente, despedido el año pasado por el Ayuntamiento. Tras su salida, polémica por producirse antes de que acabara su contrato, el consistorio convocó dos concursos públicos para nombrar sucesores en el Teatro Español y las Naves de Matadero, que ganaron Carme Portaceli y Mateo Feijóo, respectivamente. Portaceli ya hizo pública su programación en enero; Feijóo la presentará el próximo martes.
Es habitual en España que los cambios políticos afecten a las instituciones artísticas. La exalcaldesa Ana Botella quiso eliminar en 2013 el nombre de Fernando Fernán Gómez de la denominación del Centro Cultural de la Villa, que se había añadido tras la muerte del artista en 2007, pero tuvo que dar marcha atrás ante las protestas. Gerardo Vera, director del Centro Dramático Nacional entre 2004 y 2011, rebautizó el teatro Olimpia para llamarlo Valle-Inclán tras su reconstrucción en 2005, entonces sin polémica.
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