Argentina celebra el retorno de su músico más venerado
Charly García, padre del rock nacional, lanza Random, su primer disco después de 7 años y graves problemas con las drogas
“Ya ves, amanezco otra vez”. La frase forma parte de Lluvia, el sexto tema de un disco llamado Random, y que vio la luz este viernes en Argentina. No se trata de un álbum corriente, sino que marca el regreso a las bateas -luego de siete años- del mítico Charly García, la leyenda viviente más importante que tiene la música popular de ese país y uno de los pocos artistas con oído absoluto de los nacidos en el fin del mundo, una cualidad que también gozaron Ray Charles, Frank Sinatra, Mozart o Bach y que permite reconocer una nota musical sin ninguna referencia externa. La obra, que sucede a Kill Gil (2010), dura poco más de media hora, lleva un aura de epopeya y se compone de diez canciones íntegramente compuestas por el artista. Sólo un par de guitarras, baterías y coros quedaron por fuera de su competencia. El resto -voces, pianos, teclados, guitarras eléctricas y acústicas, bajos, Ipads, batería electrónica, samplers, loops y programaciones, incluso parte del arte de tapa- nació en su cabeza y se ejecutó con sus delgadas manos. Así, el nombre del primer corte parece adrede: La máquina de hacer feliz.
Carlos Alberto García Moreno (Buenos Aires, 1951), el nombre con el que esta máquina salió de la fábrica comenzó a tocar el piano a los cuatro años. Un día de su vida, cuando tenía ocho, el folclorista Eduardo Falú tocaba la guitarra en su casa cuando el pequeño Charly llamó la atención de su madre para decirle que “la quinta cuerda estaba desafinada”. Pruebas posteriores confirmaron que el pequeño estaba dotado de un engranaje del que sólo goza una persona entre 10.000: el oído absoluto. La historia que sigue es la misma que enriquece al rock argentino, un género reconocido en todo el continente, y que tiene a García como armador de grupos históricos: Serú Girán, Sui Generis, Porsuigieco, La Máquina de Hacer Pájaros y Los Enfermeros, entre otros, y compositor de una infinidad de clásicos tales como Ojos de videotape, Viernes 3 AM, Nos siguen pegando abajo, No voy en tren, Tu amor, Hablando a tu corazón, Fanky, Buscando un símbolo de paz, Chipi Chipi y Alicia en el país, una crítica a la dictadura militar escrita en clave con el objetivo de saltar la censura castrense.
El álbum cuenta con varios pasajes autoreferenciales, ya sea por influencias artísticas como de la vida privada. Hace un repaso por la obra de su cineasta favorito, en el tema Ella es tan Kubrick, donde menciona los films Full Metal Jacket, El Resplandor, Lolita y Ojos bien cerrados. El rock británico de los 60 y el eterno influjo de los Beatles se manifiesta en las guitarras, de corte folk en el tema Primavera, que también revela algo de lo personal en su lírica: “Ahora que estoy rehabilitado, saldré de gira y otra vez, me encerraran cuando se acabe y robe lo que yo gane. Siempre estaré pronto a renacer porque hoy yo estoy más joven que ayer”.
Fernando Samalea supo tocar con muchos grandes músicos -entre ellos Joaquín Sabina- y es uno de los que acompañan a García desde hace 30 años. Como él mismo se define en diálogo con EL PAÍS, “siempre seré ‘el baterista de Charly’ para el inconsciente popular, y es algo que me honra. Hoy en particular se ha editado su nuevo disco, del cual fui parte a lo largo de un proceso inolvidable de dos años, yendo entre estudios y situaciones variopintas dignas de los mejores guiones de Buñuel y Dalí”. El músico define a Random como un disco “precioso y cristalino” y al artista como “una especie de demonio de alta alcurnia, con algo de Conde Drácula, no exento de ternura y que, al hablar, pone mayor o menor énfasis en determinadas palabras, intercalándolas con onomatopeyas, movimientos de manos, levantamientos de cejas y expresiones dignas de un tablado teatral”.
“Es quien hizo del encanto de lo incorrecto una virtud, transgrediendo leyes sociales como ningún otro ciudadano libre de nuestro país. Los policías o jueces de turno que han logrado detenerlo, siempre en situaciones absurdas, le han pedido autógrafos durante el proceso. Tiene el magnetismo de los elegidos y es seguro que a futuro habrá estaciones de subte o avenidas con su nombre. Es histórico en sí mismo y lo mejor que tiene es su pasión, que contagia a todo el que lo rodea. En su órbita, siempre está sucediendo algo importantísimo”, agrega.
Un autodidacta que se transformó en erudito. Un arqueólogo de sonidos. Un experimentador que se convirtió en el pionero más grande del rock argentino. Es difícil describir a Charly García con una sola etiqueta. Será porque el mismo carácter ecléctico que lo define como artista es el que él mismo le imprime a su personalidad. Por eso siempre renace. Como ahora, en medio de una prolongada desintoxicación narcótica, en la que fue clave la ayuda de otro pedazo de historia de la música argentina, Ramón “Palito” Ortega. Por eso Charly es, para los argentinos, una de las máximas expresiones del arte, entendido éste a la manera de Chagall: un estado del alma.
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