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“A nosotras se nos exigen cosas que a los tíos ni se les cuestionan”

Las Odio, las últimas 'riot grrrls' españolas, han conseguido colarse en el circuito de festivales en poco más de un año. El 11 de febrero publican su primer largo

Las Odio en el coworking Quinta del Sordo.
Las Odio en el coworking Quinta del Sordo.Carlos Rosillo
Isabel Valdés

Cuatro dobles de cerveza y un platillo de aceitunas en un bar con la tele encendida en La Latina, todo muy castizo para este cuarteto del infraunderground, un lugar en los subterráneos de la música al que ellas le han puesto ese nombre —nunca se sabe si en serio o bajo la ironía que calzan en cada respuesta—. Ágata, Alicia, Paula y Sonsoles son las cuatro componentes de Las Odio, todas en una treintena que ya no califican como joven, y que han conseguido, en poco más de un año, tener un hueco en los carteles del circuito estival de festivales, algo que las pone “muy hot”, según Paula.

Tres citas (por ahora)

Estarán en el Tomavistas Festival Madrid, del 19 al 21 de mayo; en el Low Festival Benidorm, del 28 al 30 de julio; y en el Sonorama Ribera, del 10 al 13 de agosto en Aranda de Duero (Burgos). Además, tocarán en Murcia (24 de marzo), León (21 de abril) y Oviedo (22 de abril).

En verano de 2015 Paula y Alicia se llamaron por teléfono, Dúo Divergente (su antiguo grupo) se había disuelto y querían montar algo nuevo: “Con amigas, un grupo de tías, y las primeras personas en las que pensamos fueron Ágata y Sonsoles”. Ya se conocían, entre otras cosas, del “colectivo mutante” Sisterhood, una comunidad feminista enraizada en la cultura. Después de ver Las cuatro bodas de Marisol (1967) decidieron que Las Odio era un buen nombre. ¿Por qué? Paula hace una disertación sobre el amor, la obligación, el matrimonio... En resumen, porque les dio la gana. Ahora, después de ese año y medio publican su primer largo, Futuras Esposas, que sale a la venta este 11 de febrero.

No se les puede poner una etiqueta clara, pero son carne de cabeceo, no cantan al amor, sus letras no lloran ni sufren por los hombres, tienen odas a cosas tan de andar por casa como los blackouts de cualquier domingo por la mañana y han incorporado desde el yeyé hasta el electroclash con órgano clerical incluido, punk, postpunk y pop de la década de los 60. “Nos vamos dejando llevar por los ratos en el local de ensayo, no es un sonido buscado ni construido”, explica Paula. “El resultado es ecléctico porque sumamos muchas referencias, de nuestras madres y de nuestros padres”, apunta Ágata.

Se llevaron deberes para casa, crear una lista de Spotify que dijera algo de ellas. Estas son las 13 canciones elegidas entre las cuatro. 

Cada una lo dice de una forma, pero la conclusión es que son varias capas que encajan bien. Desde el argumento hasta lo obvio: son mujeres, algo que las visibiliza, pero también las encajona como si no existiera nada más allá del propio género. “Parece que eso te limita, parece que están presuponiendo el tipo de música que hacemos… a veces nos preguntamos si quien dice eso solo está procesando que somos tías, como si fuera algo exótico”.

Prejuicios por delante, enumeran unos cuantos: menos virtuosas, peores instrumentistas, aficionadas a cantar sobre el amor, el desamor y el amor de nuevo… “Se nos exigen cosas que a ellos ni se les cuestiona”, sentencia Sonsoles. Contra todo ese ideario claramente machista, sus letras. "Nueva narrativa", la llaman ellas, para cubrir los enormes huecos que hay en la música independiente. “Para empezar faltan perspectivas femeninas, casi siempre relacionadas con el amor. Nosotras huimos de lo romántico como fuente de inspiración”, explica Alicia. Ágata continua: “También hay que introducir nuevas referencias, como Virginia Woolf, por ejemplo, de repente en una canción. Hay que hablar de mantis religiosas, y crear la fábula de la mujer fatal desde una perspectiva positiva y empoderante”.

Portada de 'Futuras esposas', de Las Odio, que sale a la venta este próximo 11 de febrero.
Portada de 'Futuras esposas', de Las Odio, que sale a la venta este próximo 11 de febrero.

Ese discurso, presente ya en muchos ámbitos aunque no tan extendido en el mundo de la música, lo usan en presente continuo. No se sienten en posición de inculcar nada, pero sí de vivir bajo ese prisma, para ellas es imposible desvincular lo que cantan de cómo viven, cómo sienten y cómo piensan.

El hambre acucia y las cervezas ya están apuradas. La conversación deriva hacia otra ronda, la precariedad laboral de un mundo en el que pocos músicos pueden dedicarse solamente a la música, la reivindicación que hay que hacer de Extremoduro, los planes del fin de semana que siempre giran en torno a conciertos y las relecturas que se pueden hacer a los 30 de casi todo lo que ocurría a los 20, y suponen que de los 40 a los 30. Por el momento saben que no se van a poder retirar, millonarias, a los 35, aunque ya andan planeando una jubilación conjunta. Pero para eso queda mucho.

¿Quiénes son?

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Ágata (Madrid, 1986), la guitarra

Trabaja en el Instituto de Investigaciones Matemáticas, taladraba a sus padres con duetos de Ella baila sola junto a su hermana cuando era pequeña. Empezó tocando la española y probando con versiones de The Beatles. Está leyendo Las chicas, de Cline Emma y algún que otro día ve películas para adolescentes que se desarrollen en un instituto.

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Alicia (Madrid, 1985), la batería

Viene de Dúo Divergente. Se mueve en el mundo audiovisual y la producción cultural y acumula cuatro años de piano. Las primeras canciones que aprendió fueron del Dúo Dinámico, le gusta el cine de los 60, Concha Velasco y algo de Landa. Anda con dos libros, Testo Yonqui, de Paul B. Preciado y Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño.

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Paula (Madrid, 1985), la voz

Comparte con Alicia el gusto por la "mugre" cinéfila de los 60 y el pasado en Dúo Divergente (y compra el Hola para algún viaje). Recuerda a su padre poniéndole Casi me mato de Barón Rojo, también recuerda que tocaba muy mal el violín. Es guionista, está con The Virgin's Promise, de Kim Hudson y Sharknado 4 le parece un plan de resaca perfecto.

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Sonsoles (Zaragoza, 1986), el bajo

Tiene entre manos Crezco, de Ben Brooks. Tocaba en Las Cruces, y si le preguntas por sus primeras canciones habla de Micky Mouse cantando rockabilly, algo que compaginaba con el conservatorio de piano. Más allá de Las Odio su mundo es el de la gestión cultural, ha estado siete años, y hasta hace un mes, en Matadero: "Pero el ciclo ha llegado a su fin". 

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.

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