Enfocar desde las sombras
Dos fotógrafos con discapacidad visual cuentan cómo salvan los obstáculos para plasmar sus imágenes
Así como los poetas no saben lo que dicen —según aseguraba Sócrates—, la fotógrafa Carme Ollé no sabe del todo lo que hace cuando se dispone a apretar el disparador de su cámara. Con apenas un 10% de visión, esta barcelonesa de 66 años salva las sombras que la rodean con técnica y un ritual que podría calificarse de homérico. “Cuando estoy en el campo cierro los ojos, a ver si puedo conectar con la tierra. A veces hay días preciosos en nada pasa, y otros nublados o con lluvia en que sí noto esa química. Como si la Naturaleza me dijera: 'Fotografíame, muéstrame cómo soy”. No siempre ocurre —“si no lo siento, no hago la foto”—, pero cuando la musa susurra a su oído, Ollé dispara, como el aedo ciego al que poseían los dioses, para acertar en la oscuridad.
Afectada por una degeneración macular cuando tenía 45 años, Ollé es una de los seis fotógrafos con discapacidad visual que hasta el próximo 18 de marzo exponen su trabajo en una exposición conmemorativa de los 25 años del Museo Tiflológico de la ONCE, en Madrid. “Dicen que el resto visual que padezco me ha dado otra sensibilidad”, asegura esta aficionada desde niña a la fotografía, que tras conocer su enfermedad dejó de trabajar e ir a la montaña para recluirse en casa. Hasta que en 2002, ante la muestra que preparaba el museo por su décimo aniversario, su hermano le dio un ultimátum: “O te presentas o no te saco más”.
Desde esa primera, Ollé ha participado en más de 200 exposiciones, aunque la escasa visión ha cambiado su manera de hacer fotos: “Me pasé a la digital, y ahora enfoco en modo automático”, dice la fotógrafa, que asegura que “si conoces la técnica, ya tienes un 80% ganado”. Cuando mira a través del visor puede ver “más o menos” el cuadro, y su percepción lumínica le ayuda a componer la imagen que antes ha imaginado. “A veces espero hasta que la luz salga por detrás de unas ramas, tras la montaña, a que se ponga el sol…”, dice esta catalana, que persigue lo que llama fotografiar “metafísicamente”. Instantáneas como fogonazos que reflejan su percepción de la realidad. Así, el reflejo de la cascada venezolana Salto Ángel en un río a las seis de la mañana puede convertirse en una metáfora de su despertar: “Es como cuando abres el ojo poco a poco…Las piedras negras del río son como las manchas en mi visión. A veces por la mácula veo así, negro y con la imagen deformada”, dice sobre una de sus imágenes expuestas, Kerapacupai Vená (2011).
El fotógrafo con baja visión Marcelo Bilevich es feliz cuando es capaz de “abstraer un objeto del entorno”. Su alegría se palpa en las líneas nítidas y claras de Carrusel en la noche (2007), una de las instantáneas que este argentino de 52 años exhibe en la exposición. “Es complicado extraer algo para alguien con baja visión. Ahí lo encontré perfectamente, porque era de noche y con los arboles parecía un fondo oscuro sin nada detrás”, dice Bilevich, para quien tomar fotos es como “cazar imágenes” intentando acercarse a lo que antes ha imaginado.
Su vida cambió cuando, hace cinco años, un apneísta le ofreció en un bar acompañarle a Tenerife para fotografiarlo bajo el agua. De aquella aventura surgió una instantánea elegida por la revista francesa Photo como una de las mejores de 2012, y ahora Bilevich, que “paga la hipoteca” con su trabajo como informático, prepara para junio una muestra de fotografía subacuática, su gran pasión. “Hacer fotos es trabajar con la luz”, dice el argentino, que asegura que los fotógrafos con discapacidad visual pueden valerse de “miles de ayudas técnicas”, como gafas de alto poder dióptrico o telescopios monoculares, para ver lo que les rodea. “Mucha gente que me ve no llega a creer que tenga baja visión”.
En el mundo hay decenas de asociaciones de fotógrafos con discapacidad visual, como el colectivo Seeing with Phtotography en Nueva York, o los proyectos Blind With Camera, en India, y Ojos Que Sienten, en México. Artistas que, por no ver, a veces revelan detalles que se escapan al observador de lo meramente físico. Durante el rodaje de la serie documental Capacitados, en 2012 , Carme Ollé retrató a la fotógrafa Ouka Leele, que en un capitulo se ponía en la piel de la catalana. Cuando vio el resultado, cuenta Ollé, la que ganó el Premio Nacional de Fotografía en 2005 se sorprendió: "¡Si soy una sirena! Nunca me habían sacado así".
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