Polanski renuncia a presidir los premios César
Varias asociaciones feministas pidieron que fuera destituido por la Academia del cine francés
El cineasta Roman Polanski ha renunciado este martes a presidir la ceremonia de los César, los premios del cine francés, tras las protestas de distintas asociaciones feministas que habían exigido su destitución por el caso judicial que el director arrastra desde los setenta, cuando fue acusado de drogar y violar a una menor.
El director francopolaco de 83 años, responsable de títulos como La semilla del diablo o Chinatown, habría quedado “profundamente apenado” por esta polémica, según ha expresado su abogado, Hervé Temine. “Sin embargo, para no trastornar la ceremonia, que debería centrarse en el cine y no en el nombramiento de su presidente, Roman Polanski ha decidido no aceptar la invitación”, expresó en un comunicado. La Academia de los César escogió hace una semana a Polanski como presidente de la ceremonia, un cargo honorífico, simbólico y efímero, ya que solo tiene validez durante la noche en la que se entregan los premios. En los últimos años, han ocupado el cargo personalidades del cine francés como Jean Rochefort, Claude Lelouch, Isabelle Adjani, Carole Bouquet, Charlotte Gainsbourg o Marion Cotillard.
Asociaciones feministas como Osez le féminisme y Le deuxième regard habían protestado contra la elección de Polanski desde su nombramiento. La primera, que consideró que el cineasta es “autor de agresiones sexuales que queda impune por su estatus de hombre famoso”, convocó una manifestación delante de la Sala Pleyel de París, donde se celebrará la ceremonia el 24 de febrero. Mientras tanto, la etiqueta #BoycottCesar empezó a extenderse por las redes sociales, y una petición en Change.org, lanzada por la artista Clémentine Vagne para exigir su destitución, había reunido hasta este miércoles más de 60.000 firmantes.
Miembros del Gobierno francés también habían expresado sus opiniones en las últimas horas. La ministra francesa de las Familias y los Derechos de la Mujer, Laurence Rossignol, había calificado el nombramiento de “sorprendente e impactante”, reprochando a los responsables de la Academia su “indiferencia” ante el pasado de Polanski. Menos crítica fue la ministra de Cultura, Audrey Azoulay. “Los hechos son particularmente graves, pero también son muy antiguos”, afirmó el viernes pasado. “El caso perseguirá a Roman Polanski durante el resto de su vida, pero sigue siendo un cineasta de gran talento que ha recibido muchos César desde entonces”. Polanski ha ganado cuatro premios al mejor director. El último, en 2014, por La venus de las pieles.
El cineasta sigue oficialmente vinculado al proceso judicial iniciado en 1977 en Estados Unidos por haber mantenido relaciones sexuales con Samantha Geimer, que entonces tenía 13 años. Se declaró culpable y cumplió 42 días, antes de huir a Francia por miedo a que el juez volviera a encarcelarle. Más tarde, la víctima retiró los cargos contra Polanski y publicó un libro donde afirmaba haberle perdonado. Pero ese caso de abuso sexual ha perseguido a Polanski durante toda su carrera, impidiéndole regresar a Estados Unidos, incluso cuando ganó el Oscar al mejor director por El pianista en 2003. Polanski también fue detenido en el aeropuerto de Zúrich en 2009, cuando acudía a un festival de cine. Pasó dos meses en la cárcel y siete más de arresto domiciliario en un chalé de Gstaad, pero las autoridades suizas terminaron renunciando a extraditarlo a Estados Unidos. En diciembre de 2016, el Tribunal Supremo de Polonia también descartó volver a abrir el caso judicial que hubiera posibilitado su extradición a Estados Unidos. “Por fin podré sentirme seguro en mi propio país”, dijo entonces Polanski.
En los últimos meses, el caso ya había dado que hablar en Francia. En el pasado Festival de Cannes, el presentador de la gala, el actor Laurent Lafitte, dirigió unas palabras a Woody Allen, presente en la sala: “Es un placer verle por Francia. Estos últimos años ha rodado mucho en Europa, pese a no estar condenado por violación en Estados Unidos”, le espetó, en referencia al caso de Polanski. En octubre pasado, una periodista de la televisión pública francesa intentó interrogarlo sobre sus cuentas pendientes con la justicia estadounidense. Polanski se negó a responder. “Ya le había avisado de que no tengo ganas de hablar de eso”, dijo entonces. “No es agradable y estoy harto”.
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