Secta criminal, dignidad política
'Thriller' de intriga romántica, aderezado de película de huida de campo de concentración
COLONIA
Dirección: Florian Gallenberger.
Intérpretes: Daniel Brühl, Emma Watson, Michael Nykvist, Julian Ovenden.
Género: intriga.Alemania, 2015.
Duración: 110 minutos.
Lo peor que le puede pasar a una película sobre un gran asunto, sobre un hecho real de múltiples vertientes, en lo social, en lo político, en lo religioso, en lo criminal, es que mientras la ves tengas la sensación de que el acontecimiento del pasado debía tener mucho más interés que el relato ofrecido, que se ha escogido la vía más banal en pos de lo supuestamente entretenido, que se han elegido las bajas pasiones en lugar de las altas presiones. Colonia, película alemana de Florian Gallenberger, aborda el polémico asentamiento sectario de Colonia Dignidad, fundado en Chile a principios de los años 60 por inmigrantes alemanes, con aspecto de centro socio-religioso de impecable prestigio de puertas para fuera, pero reconvertido en centro de detención y tortura durante la dictadura de Pinochet, además de lugar para la ejecución de las más diversas atrocidades físicas y morales, incluida la pedofilia, de puertas para dentro.
Un escándalo con ramificaciones en tres países, además de Chile y Alemania, también Argentina, ya que en su interior se fabricaban armas de todo tipo, incluidas las bacteriológicas, para una posible guerra con el país vecino. Sobre gobiernos en dictadura, como el de Chile, pero también en democracia, como el de Alemania, cuyos servicios secretos podrían haber estado complicados en su construcción, y cuyos diplomáticos no ofrecieron cobijo a los que huyeron y denunciaron. Y que sin embargo Gallenberger cuenta de forma harto tópica, como un thriller de intriga romántica, aderezado de película de huida de campo de concentración, protagonizado por una pareja de jóvenes alojada en el infierno.
Como un Argo de baja calidad, superficial, indolente y por momentos ridículamente melodramático, Colonia ni siquiera se esmera en la aplicación de un código para filmar en un idioma común: o la ruedas en inglés, o en alemán, o con los personajes hablando en su idioma correspondiente, pero filmar secuencias con discursos públicos en inglés y respuestas de la plebe en español es ridículo.
Y, sin embargo, el poder del cine, incluso del más discreto, es a veces inabarcable: en abril de 2016 se celebró un acto de contrición público, en el que el gobierno alemán pidió una disculpa histórica a las víctimas de Colonia Dignidad por los errores cometidos. Y, textualmente, el acto lo provocó "lo que narra esta película".
Babelia
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