Un paseo por el mundo Saura
Félix Viscarret bucea en la vida creativa del director de 'La caza' en un documental que forma parte de una serie de grandes cineastas españoles filmados por nuevos realizadores
En el plató está recreada una de las mesas de trabajo de Carlos Saura (Huesca, 1932), con sus lápices, papeles, todo tipo de material de dibujo, flexos... Todo un batiburrillo que tiene su propio orden, el orden Saura. Detrás y en un lateral, dos paredes reciben retroproyecciones con fotografías de las paredes de su despacho, en un truco visual como el que usa el cineasta en sus musicales. Tres cámaras recogerán la charla que van a mantener, mientras esbozan monstruos y criaturas sinfín, Saura y Adrián, uno de sus siete hijos, ya que ellos colaboran en la aproximación a la obra de su padre que rueda estos días Félix Viscarret (Pamplona, 1975), y que forma parte del proyecto Cineastas_contados, que por fin arranca tras un impasse a la búsqueda de financiación.
Hace tres años se presentó en el festival de San Sebastián la serie Cineastas_contados, una iniciativa creada por la productora Pantalla Partida y dirigida por Garbiñe Ortega. A la manera de Cinéastes de Nôtre Temps, la serie francesa de André S. Labarthe y Janine Bazin, en estos documentales un director veterano se pone cara a cara frente a otro más joven y repasan desde el diálogo su carrera. En aquel momento ya estaba estrenado La décima carta, en el que Virginia García del Pino había retratado a Basilio Martín Patino. Otras parejas anunciadas fueron Enrique Urbizu por Borja Cobeaga, Pedro Almodóvar por Daniel Sánchez Arévalo, Francisco Regueiro por Javier Rebollo, José Luis García Sánchez por Jonás Trueba y Carlos Saura por Félix Viscarret.
Y estos últimos son quienes ahora han logrado la luz verde a su filme. En la sala de maquillaje del plató de Boadilla, el pasado viernes por la tarde, el sempiterno risueño Carlos Saura, grande del cine, dialoga con Félix Viscarret, que viene de subrayar su talento el pasado otoño con los cuatro largometrajes en los que ha llevado a la pantalla las andanzas de Mario Conde, el detective creado por el escritor cubano Leonardo Padura.
Pregunta. ¿Cómo afronta que le filmen?
Carlos Saura. Pues mal [risas]. Yo no soy un actor. Lo único es que este [señala a Viscarret] es muy listo. Va por el lado suave, el lado amable, y en plan simpático te dice cuando has hecho algo mal: "Muy bien, lo has hecho muy bien. Vamos a hacer otra".
Félix Viscarret. Hay dos tipos de directores. Los educados y los que gritan: "Es una mierda", y escupen insultos. Yo no creo en esto.
C. S. A mí tampoco me han gsutado jamás los autoritarios. Nosotros dos somos de los suaves. ¿Para qué gritar a un equipo que en teoría debería de funcionar bien porque es el que habitualmente has elegido tú? No rompas equilibrios delicados. Nunca hay que perder la amabilidad ni la educación. Yo he visto a directores que empiezan con postura autoritaria que en realidad esconde un complejo de inferioridad. También ha habido grandes directores dictadores. No tiene porqué haber una relación con su talento. Hay gente muy amable que en el fondo es imbécil.
F. V. Nada garantiza el talento. En fin, yo he puesto a Carlos a dialogar con sus hijos, porque creo que esas conversaciones paternofliales reflejan algo de cómo surge este proyecto, que reflexiona sobre el legado. En su aspecto creativo, cultural, que vamos dejando a las generaciones que vienen después, que vamos después. Los directores de mi generación creemos que hemos recibido un testigo del cine que nos ha educado, y con este proyecto también explicamos a la siguiente generación, nuestras batallas, de dónde vienen nuestros empeños.
P. En el cine español ha habido poco cuidado con el legado.
F. V. A veces damos una sensación de país cainita, en el que cada cineasta se ha inventado a sí mismo, como una seta sin relación con lo que le rodea. Es una imagen errónea, perversa, inhumana y contraria a lo que yo creo.
Los nuevos proyectos
Carlos Saura no se despega de su vieja cámara analógica de fotografía, una de sus habituales herramientas de trabajo, mientras estos días repasa, por culpa del documental, secuencias de sus películas. "O eso o por homenajes... Y de golpe me sorprenden porque yo no he visto mucho mis películas". El director asegura que su legado le importa "un pepino". "Yo no tengo que dejar nada a nadie". Él sigue a lo suyo. "Ahora mismo tengo cuatro proyecto: la de Picasso con Antono Banderas, que sigue parada y yo ya no entiendo porqué... bueno, falta de coordinación entre cuando hay productores y Antonio puede; he firmado por un guion para una coproducción con México de un musical con historia, que sería lo inmediato; hay otro proyecto musical en la India y un cuarto filme, también musical, en coproducción con Cuba. Para mí, ahora, tras una docena de filmes de este género y con un estilo propio, es más fácil encontra productor para un musical que para un trabajo de ficción. Está el mundo muy complicado, dependemos demasiado de las televisiones, que piden productos masticados". Y cuenta de pasada que pronto publicará una novela.
C. S. Mi generación se llevó muy bien, y la de Félix también. Pero ha habido una generación intermedia, que nos atacaron a los precedentes con crueldad, metiéndose con el cine de autor porque para ellos el cine de autor es inútil... Y luego la vida les ha dado la vuelta. Entre ellos tampoco se han querido mucho. Hay algunos grupos que para afirmarse creen necesario sacrificar a los anteriores. Me parece muy negativo, y nadie ha surgido de la nada. Hasta hace poco yo era mucho mejor recibido fuera de España que aquí. Ahora siento que ha cambiado. Elogian a La caza, a Cría cuervos... cuando siempre hubo contra ellas críticas negativas. En la primera proyección de La caza a prensa me vino un periodista que yo no conocía personalmente -sí de nombre- a decirme que vaya mierda había hecho. Con Cría cuervos igual hasta que recibí los premios en Cannes. He vivido arriba y abajo. Por suerte he hecho más de 40 películas y sigo vivo.
F. V. Y muy en activo. Eso quería contar en el documental. De dónde viene ese impulso, ese gusanillo que nos mantiene despiertos. Cómo crea alguien como Carlos.
C. S. Ser director es algo muy personal, muy tuyo, porque al final aunque te rodee un equipo la última decisión es la tuya. Es como un juego de ajedrez muy peligroso. Y nunca sabes. Yo pensé que iban a ir bien películas mías como Dulces horas o Io, Don Giovanni y fracasaron por, no sé, mala distribución. En cambio me acuerdo que al acabar Carmen escribí en mi dietario: '¿Quién va a ver ahora esta película?'. Esto del cine es un vicio solitario, a pesar de tu equipo estás más solo que la una. Lo bueno de que me graben con mis hijos es que así ellos recuerdan cosas que a mí se me han olvidado. Profesionales, ¿eh?, que yo de lo personal y las mujeres no hablo. Ahora, nostalgia ninguna. Sí se despiertan los recuerdos, porque la imagen es muy poderosa.
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